"Yo clasificaría el dolor en ajeno y propio, y somos más tolerante con el ajeno". Esta es la clasificación que apoya Nela Sánchez, médico de Familia y miembro del grupo del grupo de trabajo de Semergen de urgencias, Dolor y Comunicación y que ha defendido en el programa Salud a todo Twitch de GranadaDigital y dirigido por Joan Carles March, de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP). Considera que el dolor crónico es "la epidemia del S.XXI, al margen de la covid-19", pero se trata de algo muy desconocido.
Expandir ese conocimiento del dolor entre todos los profesionales sanitarios, más allá de los anestesiólogos, es imprescindible para mejorar la calidad de vida de los pacientes con dolor crónico, ya que en muchas ocasiones cuando llegan a las unidades especializadas es meses o incluso años después de que empezaran su sufrimiento. "La obligación del médico es tratar el dolor, sea cual sea su especialidad", ha comentado María Madariaga, anestesióloga y experta en dolor. En su opinión, más allá de la atención primaria, los profesionales deben tener unos conocimientos mínimos para paliar el sufrimiento de los pacientes. "En la Sociedad Española del Dolor no sólo hay anestesiólogos, sino que también contamos con rehabilitadores, enfermeras, psicólogos... está abierta a todos el personal sanitario que tenga interés en el dolor. Los profesionales deben manejar unos mínimos y es importante que el abordaje sea precoz", añade Madariaga.
Para todo esto, según Ángeles Canos, anestesióloga y experta en dolor del Hospital La Fe, de Valencia, "es prioritario que todas las comunidades traten igual el dolor y que el médico de familia pueda derivar directamente a las unidades del dolor". Durante el programa varios de los especialistas comentaron que en algunas autonomías desde primaria deben mandar al paciente a un especialista, por ejemplo al traumatólogo, para que éste le mande a la unidad del dolor. "Es absurdo", ha apuntado Canos. Esto supone que los pacientes lleguen a estas unidades después de recorrer varios servicios.
"El sistema es perverso", ha asegurado Juanma Nieblas, presidente del Colegio de Fisioterapeutas de Andalucía en referencia al sistema de derivación del sistema publico de salud andaluz. "Los pacientes que vienen con un dolor agudo lo convertimos desde el sistema en un paciente con dolor crónico porque tardan años en llegar a nosotros". Critica la falta de profesionales de su ramo en las unidades de dolor.
Una vez que el paciente llega a la consulta del fisioterapeuta lo que éste hace es intentar que, a través del movimiento, se sienta mejor. "El ser humano está concebido para el movimiento y a través de él intentamos que el paciente se sienta mejor. Todos tenemos un movimiento o postura favorita, lo que hacemos es analizar al paciente uno por uno y en función de sus preferencias o sus fobias hacemos una propuesta de movimiento y ejercicio", ha explicado Nieblas.
Hay que explicar al paciente por qué ha pasado de un dolor agudo a uno crónico
Otro de los aspectos imprescindibles en las unidades del dolor es el psicológico. "El apoyo mutuo es una de las herramientas que hay que potenciar", ha asegurado Elisa Gallach, psicóloga clínica de unidad del dolor. "El objetivo terapéutico es explicar al paciente por qué le pasa lo que le pasa; en muchas ocasiones no saben cómo han pasado de un dolor agudo a uno crónico y no saben por qué, por ejemplo, después de operarse, siguen con dolor. Hay que explicar con tranquilidad, con clama, ese cambio", ha explicado. La especialista ha insistido en que la terapia psicológica no acaba con el dolor pero sí puede modificar la percepción del dolor y ha incidido en la importancia de las familias y el trabajo que se debe hacer con ellos para que también entiendan ese proceso y cuál es su contribución en la vida del paciente sin llegar a la sobreprotección. "En ocasiones también hay hostilidad por parte del cuidador, que se siente sobrepasado. Él también necesita ser cuidado".
Falta de tiempo
"La alta tecnología en la atención primaria es el tiempo", ha afirmado el fisioterapeuta, "No tienen tiempo para escuchar al paciente. Cuando llegan a la consulta les escuchamos, les explicamos por qué se produce el dolor y cómo podemos modularlo entendiendo que no todo pasa por los fármacos, aunque son útiles", ha continuado. "Si nos dieran más tiempo en primaria tendríamos más capacidad para ayudar al paciente", ha confesado la médico de atención primaria Nela Sánchez.
Uno de los profesionales imprescindibles en las unidades del dolor, junto con los anestesiólogos, es la enfermera. En la charla ha participado Yolanda Camacho, enfermera de la unidad del dolor del Hospital Universitario Virgen del Rocío, de Sevilla. "En la consulta el anestesista tiene el tiempo muy limitado porque tiene muchos pacientes, y muchas veces nosotros les transmitimos lo que sienten los pacientes".
Qué se siente
Para definir cómo es el dolor, la charla ha contado con la participación de ocho pacientes con dolor crónico de diversa índole que han contado lo que sienten. "Terrible". "Incapacitante. "Escozor". "Ardor". "Es inhumano". Así califican lo que padecen estas pacientes desde hace años. Porque para entender lo que es el dolor crónico, nada mejor que preguntar a quien lo sufre. El último congreso de la Sociedad Española del Dolor ha contado con su voz para dar visibilidad a este problema invisible.
"Nuestra enfermedad es invisible, lo principal es que los pacientes pedimos empatía, saber escuchar y entender a los profesionales y los pacientes tenemos que ser empáticos, escucharnos y entendernos y no comparar los dolores, porque no hay dolor bueno. El dolor es un sinsentido", ha comentado Leonor Pérez, que sufre dolor neuropático, nociceptivo y miofascial en la cara. "Llevo 19 años con dolor", ha dicho Maite Padilla, que padece fibromialgia. "Lo cuento y al gente no me cree. ¿Cómo puede alguien llevar con dolor tanto tiempo? Yo tampoco lo creería". A Noemí Navarro, le preguntaron en la consulta cómo era su dolor y no supo describirlo. "Es mi dolor. Es neuropático y algunos días no se puede soportar". Para Ana José Bravo es "como si me estuvieran atravesando con una barra de hierro con pinchos".
Todas ellas lo llevan como pueden, unos días mejor y otros peor. "Aprendes a sobrellevar lo que te ha tocado", ha dicho Marta Hoz, paciente de endometriosis. Patricia Ripoll tiene migrañas. "Aunque pueda parecer un dolor de cabeza, eso es sólo una parte de lo que me sucede. La migraña es un ataque a todo mi cuerpo". Asegura que para la gente que vive con ella es muy difícil de entender su dolor, por eso intenta hacer entender a sus hijos, a su marido, a su familia y a los que trabajan con ella, cómo se siente. "Conseguir esa empatía reconforta y para conseguirlo tengo que trabajar en la visibilidad". Carmen Cano ha asegurado que "hay que apoyarse porque a la sociedad le cuesta trabajo admitir que el dolor crónico existe porque no se ve".
Carola Pérez es presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal y padece quistes de Tarlov en la zona sacra. Después de 13 operaciones y varios problemas con la medicación sigue sufriendo dolor crónico. "Ya conozco y controlo los patrones de dolor y tengo tanto las herramientas emocionales, gracias al budismo y la meditación, como las farmacológicas, pero eso no implica que sea fácil".
El caso andaluz
Ignacio Velázquez se hizo cargo hace dos años de la dirección del plan andaluz del dolor. "Vi los números y me preocupé", ha asegurado durante la charla. En Andalucía hay un 17% de población mayor de 18 años con dolor, algunos con más de 5 o 10 años de duración. Según los datos que cuenta el experto, en la unidad del dolor solo se atiende entre el uno y el dos por ciento de estos pacientes con dolor y algunos pasan entre nueve meses y dos años hasta que se derivan a estas unidades. "No es humano que alguien con dolor tenga que esperar tanto".
Por este motivo, cuando llegó a la dirección inició un plan dirigido a la atención primaria, donde se ven más de 700 pacientes con dolor crónico para darles formación sobre el dolor, que conozcan las técnicas y que pudieran derivar directamente a las unidades especializadas.
El siguiente paso se centrará en los hospitales públicos para que tengan una unidad del dolor, ya sea de nivel 1, 2 o 3 para dar equidad a todas las provincias. Además, se pretende dar a las unidades del dolor cierta independencia administrativa y económica y que se fomente la multidisciplinariedad, ya que hay muchos profesionales, además de los anestesiólogos, que se dedican al dolor, como los neurocirujanos, psicólogos, fisioterapeutas y rehabilitadores...
Por último, Velázquez considera que el proyecto de humanización del dolor es fundamental. "La espiritualidad es la cuarta vertiente del dolor, además de la biopsicosocial. "El dolor depende mucho de nuestras creencias culturales y espirituales".
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