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jueves, 21 de octubre de 2021

La covid-19, ¿una nueva enfermedad estacional?

Microbiología y Enfermedades Infecciosas
soniamoreno
Vie, 22/10/2021 - 08:00
Un nuevo estudio español aporta evidencias sobre la estacionalidad del coronavirus
Temporal de frío en la playa de Ondarreta, en San Sebastián. (FOTO: EFE/Javier Etxezarreta).
Temporal de frío en la playa de Ondarreta, en San Sebastián. (FOTO: EFE/Javier Etxezarreta).

La covid-19 es una infección estacional asociada a temperatura y humedad bajas, según las evidencias halladas en un nuevo estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación La Caixa. Los resultados, publicados en Nature Computational Science, también subrayan la considerable contribución de la transmisión por aerosoles y la necesidad de adoptar medidas para promover la "higiene del aire".

Hace mucho que nos preguntamos si con el tiempo (tras la vacunación y el control de la pandemia) la covid se convertirá en una enfermedad estacional, como sucede con la gripe, o se seguirá transmitiendo todo el año, de ahí la importancia de ver el papel de la temperatura y la humedad sobre el virus. Alejandro Fontal, investigador de ISGlobal y autor principal del estudio, explica que a nivel laboratorio los primeros experimentos ya confirmaron que con temperaturas más bajas el virus se replicaba y transmitía de forma más sencilla, por lo que cabía esperar que a nivel de transmisión poblacional se observara lo mismo.

"Sin embargo, los primeros estudios que se hicieron, aunque mostraron algunas tendencias, no se vio un efecto suficientemente claro como para poder afirmar con rotundidad que sí que hay ese efecto, porque puede pasar que molecularmente estas condiciones sean ciertas pero a nivel poblacional la interacción entre virus, clima e individuo es más compleja porque a altas o a bajas temperaturas el comportamiento social tampoco es el mismo", indica Fontal. Primero hicieron un estudio preliminar para ver si eso sucedía. Cogieron 162 países de todos los continentes y de ambos hemisferios, y se fijaron en la transmisión inicial en las dos primeras semanas, a partir de un número de casos: cómo de fuerte había sido y lo compararon con las temperaturas y humedades medias durante esos 15 días.

Identificación de patrones

Vieron una asociación significativa como para dar un paso más y seleccionaron los datos epidemiológicos de casi un año de pandemia, hasta febrero de 2021, así como las series temporales de temperatura y humedad absoluta. No solo se fijaron en esos 162 países, sino concretamente en regiones (Lombardía en Italia, Turingia en Alemania y Cataluña en España) y ciudades (Barcelona) de algunos de los países más afectados y llegaron a la conclusión de que "tanto temperatura como humedad tienen un impacto en la facilidad que tiene el SARS-CoV-2 para transmitirse", señala Fontal.

Mediante un método estadístico diseñado para identificar patrones (subidas de temperatura y bajada de facilidad de transmisión y viceversa). "Y con un modelo compartimental (dividiendo a la población entre susceptibles, infectados, hospitalizados, casos confirmados, casos que no son confirmados) puedes hacer simulaciones de cómo evolucionaría una situación epidémica en base a las ecuaciones que tú defines. Probamos tres escenarios, uno de ellos consideraba que la facilidad de transmisión era constante todo el año, otra que es estacional y esa capacidad de transmisión va variando a lo largo del año y otra en la que la transmisión es inversamente proporcional a la temperatura. En todos los casos de esas regiones estudiadas es el modelo que incluye la temperatura como predictor el que se asemeja más a la realidad. Eso nos hace entender que la temperatura es un predictor relevante a la hora de entender cómo va a variar y cómo va evolucionando la pandemia", asegura Fontal.

Hasta ahí bien, pero surgen numerosas dudas. Por ejemplo, ¿por qué hemos tenido en España una ola cada verano (la segunda, que se prolongó hasta otoño, y la quinta) a pesar del calor? Fontal remite de nuevo al comportamiento social. "La temperatura afecta también al comportamiento humano. Cuando hace mucho calor la gente se concentra más en lugares cerrados con aire acondicionado o sale más a la calle y básicamente hay mucho más contacto social. Nuestro mensaje no es nunca que va a haber una ola por el mero hecho de que baje la temperatura o la subida de ésta va a evitar que haya casos nuevos. Lo que decimos es que, si fijamos todas las otras variables, el virus tiene más capacidad para transmitirse, y por ende causar un nuevo brote, en un momento frío en comparación con uno caliente".

Temperatura: factor determinante, no dominante

El autor principal del estudio habla del factor de transmisión (el famoso número R): "¿Cuándo puede ser que la temperatura o la humedad sean un factor determinante en que hay un brote o en que no? Si estamos con una R cercana a 1, por arriba o por abajo, en estos casos un incremento en la temperatura puede dar ese impulso o esa supresión que nosotros luego podemos captar en los datos, por eso a veces vemos coherencias y a veces no. Si tienes una R de 3 y hace mucho calor, igual te baja a 2,8 o 2,5, pero va a seguir habiendo un pico enorme".

Por eso Fontal hace hincapié en que la temperatura no es el factor dominante, pero sí tiene un gran impacto. "Hay otros motivos. En verano hay muchos más contactos sociales, como vimos este verano, y también la variante delta que es un factor que en nuestro estudio no entra porque en esa fecha esta variante no era prevalente en ningún lugar. Puede haber casos en verano, en cualquier momento, como hemos visto que se dan también en países tropicales con temperaturas y humedades relativamente altas. No queremos decir que no pueda haber casos, sino que si hiciera más frío en esos lugares sería aún peor. A igualdad de condiciones en otros factores, es más probable que se produzcan brotes y olas en época invernal".

Ventilación e higiene del aire

En ese caso, ¿por qué países fríos, como Rusia, no han estado mucho peor en esas primeras olas que otros países? ¿Tenemos que temer una nueva ola en España este invierno? Fontal cree que en el caso de países tan fríos la gente va muy abrigada y en la calle en esos casos es más complicado que haya transmisión. "Tiene más peso el comportamiento humano y el número de contactos que se tenga, no podemos decir que cuando hace frío, sí o sí, vamos a tener una ola. El estudio evidencia que el clima es un factor relevante a tener en cuenta a la hora de hacer modelos de vigilancia y medición epidemiológica. Considerando temperatura y humedad podremos decir con más precisión cómo van a suceder las cosas, obviamente con todas las incertidumbres que hay y las nuevas variantes, etc. En cualquier caso, es imposible predecir pero podemos ser más precisos".

Sobre este invierno, Fontal no quiere ser catastrofista. "Hay más probabilidad cuando hace frío de tener una ola, pero el estudio está hecho antes de tener un porcentaje de población vacunada tan alto, algo que tiene efecto en la transmisión". Es importante incidir en las medidas de protección y especialmente en la ventilación de los espacios cerrados. "A menor temperatura los aerosoles son más pequeños, por tanto la transmisión es más probable", explica Fontal, de ahí que el estudio ponga énfasis en la higiene del aire con una mejor ventilación de los interiores.

¿Si es estacional, tendremos covid para rato, como gripe cada invierno? "Es una pregunta totalmente razonable. No podemos saberlo a estas alturas, pero lo que queremos decir es que a nivel de comportamiento en relación al clima parece que es un virus respiratorio y tiene el mismo tipo de tendencia que el virus de la gripe. Eso quiere decir que cuando tengamos una seroprevalencia suficiente y una inmunoprotección por parte de la población en general pues probablemente veremos ciclos estacionales centrados en meses fríos, esto es muy difícil decir a ciencia cierta hoy en día, decir si va a quedarse de manera perenne. Probablemente vamos a tener unos cuantos ciclos más, pero no podemos saber si va a quedarse a nivel muy importante o quizá circule de manera residual. Si queda así, lo que sí podemos decir teniendo en cuenta el estudio es que va a ser de etapa preferente fría, así que en lugares que tienen estaciones va a ser probablemente una enfermedad de invierno, como la gripe".

Precisamente, en ese punto discrepa Germán Peces Barba, vicepresidente neumólogo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). "Yo creo que la estacionalidad no la vamos a discutir, porque hay mayor incidencia cuando baja la temperatura y la humedad, pero de ahí a decir que es como la de la gripe cuando sabemos que la gripe no existe fuera de los meses de invierno, que es muy extraño tener una gripe en verano, y la covid no nos ha dejado en paz en ningún momento desde que empezó la pandemia...".

Coincide Peces Barba en que "hay muchos condicionantes que son mucho más potentes que la temperatura y la humedad. Las relaciones sociales van a ser un condicionante mucho más peligroso. Si hay una nueva ola este invierno, desde luego va a ser muy pequeña en comparación con las previas por el efecto de la vacunación en los países donde se ha vacunado, cuidado, que tenemos países con un 1% de tasa de vacunación y donde va a seguir existiendo la pandemia, y a lo mejor en los países con tasas de vacunación elevadas bajamos la incidencia por debajo de los niveles de pandemia sin que ello quiera decir que se dé por concluida ya que es una prevalencia global a nivel mundial".

Prudencia al comparar con la gripe

El vicepresidente de Separ subraya: "Estacionalidad es una palabra que implica que hay más en una estación que en otra, pues a lo mejor estadísticamente sí que ha sido así, pero no tanto relevante en cuanto a impacto ambiental, socioeconómico, ahí no ha sido muy diferente si descartamos la primera ola, que la podemos dejar aparte, pero que no ha sido muy diferente en la segunda, tercera, cuarta y quinta olas. Ha habido impacto en todas ellas, aunque afortunadamente la mortalidad no ha sido igual".

Por ello, remata: "Es un estudio muy complejo y muy bien hecho. Son datos con una metodología muy correcta y el resultado no es cuestionable, pero yo sería más prudente en la conclusión. El dato es innegable, hay mayor transmisibilidad en esa época, pero yo sería un poco menos impactante, más prudente en el mensaje de la estacionalidad y de compararlo con la gripe, que sí es claramente estacional y casi desaparece fuera de los meses de invierno, y aquí no hemos dejado de tener pandemia casi en ningún momento en los dos últimos años".

Algunos expertos comparan la infección por SARS-CoV-2 con la gripe, aunque otros señalan que esa comparación no es del todo acertada. coronavirus Off Rocío R. García-Abadillo Off

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