España, el primer gran país occidental en superar el 70% de población vacunada, ha sido también el que con más claridad ha mostrado al mundo que ese objetivo se quedó muy corto. Al menos en dos sentidos: primero, porque necesitaremos un 90% o más para acercarnos a la inmunidad de grupo. Y segundo, porque entender la vacuna como una solución mágica, al margen del resto de recomendaciones sanitarias, no sirve para contener la epidemia , y así lo puso de manifiesto la quinta ola en verano.
El otoño arranca con el doble reto de recuperar el ritmo de vacunación, estancado desde mediados de agosto, y mantener a raya a un virus que podría, como ya hizo el año pasado, extenderse aún más con la llegada del frío y la vida en espacios cerrados. El mes de julio comenzó con dos récords consecutivos: entre los días 1 y 2, se administraron en España un millón y medio de dosis . Vacuna que llegaba, vacuna que se ponía. Ahora, en cambio, hay unos seis millones de dosis esperando en las neveras.
En las últimas jornadas, se han administrado una media de 40.000 dosis al día en España, poco más de un 5% de lo que se pinchaba a inicios de verano. Casi se ha vuelto a los niveles de los primeros meses, incluso cuando ahora se ponen refuerzos y terceras dosis. Los países que más rápido vacunaron en invierno -Estados Unidos, Israel, Reino Unido ...- también sufrieron una ralentización similar. Hay un porcentaje de la población que está deseando vacunarse y acude en cuanto la llaman; pero hay otros grupos a los que cuesta más acceder, y el ritmo se estanca.
Gran aceptación de la vacuna
La buena noticia es que nuestro país, al igual que Portugal, tiene una aceptación de la vacuna muy superior a la que se ha visto en otros lugares. La mala es que, aun así, es posible que no alcance para obtener la inmunidad de grupo. "Lo hecho hasta ahora demuestra una alta capacidad del sistema sanitario; la gente cree en el sistema", expone Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. "¿Cuál es el problema? Que lo que falta es lo difícil", continúa.
"Normalmente, cuando se hace vacunación en cualquier grupo, lo difícil se encuentra a partir del 70%", explica March. "El 70% [para la inmunidad de grupo] fue una valoración inicial, centrada en la variante de Wuhan. Cuando teníamos mayoritariamente la variante alpha, británica, ya debería haberse dicho en ese momento que con el 70% no basta, que es necesario un mayor porcentaje. Y, cuando vino la delta, nos fuimos al 90%, como mínimo. Nos obliga a vacunar a prácticamente al 100% de la población, y eso es lo difícil", resume March.
"Todos hemos pecado de eso, de contar con la inmunidad de grupo", coincide Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico San Carlos. Empezamos con el 70%, luego el 80%, luego con el 90%... Luego: 'Bueno, la inmunidad de grupo ya no es importante, vamos a otra cosa'. Eso produce efectos en la población, aunque no lo queramos ver, y en el comportamiento de los ciudadanos, seguro", avisa. Es decir, nuestros dos problemas, que el objetivo se quedó corto y que nos cuesta acompasar la vacunación con medidas de salud pública, están relacionados.
Un ejemplo: poder viajar con el certificado covid fue una de las claves, según Mayol, para que la gente decidiera vacunarse masivamente, quizás en muchos casos sin un verdadero interés por protegerse. Los datos, en efecto, reflejan un claro parón a partir del 15 de agosto, cuando la mayoría ya tenía las vacaciones resueltas. Sin el cebo de poder viajar, adiós a los récords. ¿Cómo convencer a los millones de personas que aún quedan para el objetivo del 90%? "Cada punto que aumentas es más difícil", interviene Mayol.
La clave: analizar grupo a grupo
"La clave para llegar al 90% no es pensar que se va a conseguir de cualquier forma, sino que hay que analizar grupo a grupo. No es una cuestión de llamar para saber si se va a vacunar, sino que hay que llamar para saber por qué no ha ido, cuáles son los motivos, y qué es lo que le ayudaría a ir", continúa. "Por otra parte, habría que hacer grupos focales con población de los diferentes grupos de edad para intentar saber por qué no se han vacunado y saber qué hay que hacer para vacunarse".
Una de las claves, recalca el profesor de Salud Pública, estará en llegar a los grupos de entre 40 y 59 años, donde las personas que no se han vacunado presentan un riesgo significativo y, sin embargo, han acudido en menor medida que los de 60 y más años. Por el contrario, March propone "no entrar en una guerra con los negacionistas ", que representan "el 6%, el 7%" de la población española. "Ir a por ellos es un error", señala, aunque sí considera importante que no logren llevar a su terreno a los indecisos.
¿Qué margen queda, entonces, para acercarse al objetivo? "Yo creo que vamos a conseguir mejorar. Llegar al 90% no es fácil, pero mejorar el porcentaje real, sin duda ninguna", sopesa March. "Hay comunidades que van a llegar al 90%, y creo que al 80% van a llegar todas. Pero, entre el 80% y el 90%, o más allá del 90%, va a ser más difícil".
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