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miércoles, 8 de septiembre de 2021

“El Centro Internacional de Neurociencias Cajal espera atraer el talento científico donde esté: en León o en Lyon”

Neurología
soniamoreno
Mié, 08/09/2021 - 18:22
Juan Lerma, director del CINC-CSIC
Juan Lerma, director del CINC.
Juan Lerma, director del Centro Internacional de Neurociencias Cajal (CINC). (FOTO: Mauricio Skrycky)

El neurocientífico Juan Lerma ha sido en las últimas horas uno de los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) más reclamado por la prensa –tomando el relevo al virólogo Luis Enjuanes-. Por algo hoy miércoles se ha presentado el Centro Internacional de Neurociencias Cajal (CINC), del que Lerma es director. El CINC se ubica en el Centro de Investigaciones Interdisciplinares del Campus Científico de la Universidad de Alcalá (UAH) y espera estar en pleno funcionamiento a lo largo del próximo año.

En un acto institucional que ha contado con la presencia de la presidenta del CSIC, Rosa Menéndez, y el rector de la Universidad de Alcalá, José Vicente Saz, así como algunos de los directores de los principales centros de investigación del consejo, Lerma ha reivindicado la larga tradición española en la Neurociencia, que cuenta en la figura de Santiago Ramón y Cajal con uno de sus “padres”, pero también con un plantel de científicos actuales –repartidos por centros de todo el mundo- que así lo acreditan.

Precisamente, Lerma ha hecho una llamada a esos neurocientíficos de primer nivel –no solo los patrios, también extranjeros- que quieran traer su proyecto al nuevo centro. Un panel internacional de expertos participará en la selección de los jefes de grupo para asegurar la excelencia del nivel científico y la competitividad.

Uno de los neurocientíficos que forma parte de ese comité asesor externo, según se ha dado a conocer, es el premio Nobel de Medicina de 2013 Thomas Südhof. Conversando con Lerma, ha recordado que Südhof se enteró del galardón en Baeza, en unas jornadas en la que también participaba. Preguntado por un periodista sobre cuál sería su mayor recompensa en la investigación, Südhof reconoció que “aliviar el sufrimiento de un niño con autismo”.  Y para Lerma, el nuevo centro nace con esa ambición: nada de falsas promesas sobre curar el Alzheimer en diez años, pero sí todo el esfuerzo por conocer mejor a nuestro órgano más complejo e importante, lo que constituye el primer paso hacia cualquier solución.

PREGUNTA. ¿Por qué es necesario un centro de investigación en Neurociencia en España?

RESPUESTA. El cerebro es un órgano extremadamente complejo e importante. Uno es lo que el cerebro es, ni más ni menos. Es el órgano que genera nuestra conducta y sentimientos, almacena nuestra memoria y vivencias; algo que se pone de manifiesto cuando un enfermo de Alzheimer pierde esa memoria y capacidad de recordar y pasa a ser otra persona. No se muere, pero se convierte en una persona totalmente dependiente, lo que conlleva también un coste sanitario muy elevado. Las enfermedades del cerebro son más costosas que el cáncer, la enfermedad cardiovascular y la diabetes juntas. Esta es una pandemia [la de las enfermedades cerebrales] que dura ya mucho tiempo y solo vamos a ser capaces de curarla al igual que ha ocurrido con la pandemia de la covid-19: con conocimiento. Es urgente acumular conocimiento, estudiar el cerebro desde distintos acercamientos, con la tecnología disponible, pero también desarrollando tecnología nueva, que es uno de los objetivos del proyecto Brain Iniciative estadounidense. Por otra parte, en España hay un potencial neurocientífico muy importante, por la tradición de Cajal. Hay neurocientíficos muy buenos, muchos de ellos no están aquí, han tenido que salir. Nuestro centro representa una oportunidad para potenciar los ejes estructurales del CSIC, que a la vez son ejes estructurales de la ciencia española, para recuperar talento perdido y atraer talento fresco.

P. Es verdad que la pandemia ha dejado patente que el conocimiento es necesario para avanzar en las enfermedades, pero también dinero. ¿Cuentan con la inversión adecuada?

R. Estamos en una coyuntura bastante buena, primero porque el CSIC ha comprometido fondos propios y, con el apoyo del Ministerio de Ciencia, ha conseguido fondos extra de FEDER [Fondo Europeo de Desarrollo Regional]. Ha decidido dedicar parte de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del gobierno a este proyecto, entre otros. Esta es una oportunidad que ha surgido en este momento. Por otra parte, el CSIC había hecho una enorme inversión en el edificio construido en el Campus Científico de la Universidad de Alcalá. Así que haciéndolo bien, el centro puede convertirse en un hub neurocientífico que ponga a España en el panorama mundial. El objetivo es poner al CINC entre los diez primeros del mundo.

P. ¿Tiene en mente algún centro como referencia?

R. Varios, porque en el resto del mundo la gente no se queda quieta. Hay iniciativas para fomentar y potenciar la investigación en el cerebro en Finlandia, también en Francia están reagrupando centros de investigación para crear centros más potentes, y no digamos en Estados Unidos. Hace relativamente poco han inaugurado un centro nuevo en el campus de la Universidad de Stanford: utilizan parte de los recursos de la universidad, los ponen al servicio de la investigación en neurociencia y, además, traen a otros investigadores. Esa sería nuestra filosofía.“

"El objetivo es situar al CINC entre los diez primeros del mundo”

P. Pensaba en algún modelo más cercano, incluso fuera del ámbito de la neurociencia, como el CNIO o el CNIC.

R. El centro nace como un centro propio del CSIC y bajo su gobernanza. No obstante, creemos que eso debería evolucionar a una dirección tipo CNIO, CNIC o el CRG de Barcelona, precisamente. Estos centros tienen capacidades que un centro puramente del CSIC no tiene, aunque este tenga a su vez ventajas de las que los otros carecen.

P. ¿Se refiere a la posibilidad de captar fondos, por ejemplo?

R. De captarlos y manejarlos. En general, se ha demostrado que estos centros más modernos pueden gestionar sus recursos de forma más ágil. Y son centros de excelencia. A nosotros nos gustaría que en el CINC hubiera un patronato o un consejo de administración donde estuvieran implicados fundaciones como “la Caixa”, FBBVA, Botín, por citar algunas empresas; también, el Instituto Carlos III, la Comunidad de Madrid, entre otras instituciones que puedan tener interés en apoyar este proyecto tan ilusionante. Contamos con el dinero para empezar, pero la mayor dificultad radica en darle continuidad.

"La investigación básica es el primer paso para poder mejorar las enfermedades"

P. Uno de los objetivos que se han marcado es recuperar el talento científico. ¿Tienen ya nombres concretos?

R. Sí, recuperarlo, pero también atraerlo de donde sea, de León o de Lyon. Puedo mencionar concretamente a tres investigadores excelentes que han manifestado un interés genuino en incorporarse: Luis de Lecea, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Stanford, centrado en la investigación del envejecimiento y del sueño; Bruno Conti, que dirige un laboratorio sobre Parkinson en el Instituto Scripps, en La Jolla, y Diego Gómez-Nicola, profesor en la Universidad de Southampton e investigador en neurodegeneración. Ellos tendrán que presentar las expresiones de interés [programas de investigación de los que saldrán una veintena de jefes de grupos de investigación] y que serán evaluadas por el comité científico asesor, compuesto por un plantel de científicos internacional de alto nivel. En base a lo que se presente en esta convocatoria estableceremos los programas de investigación. Por ejemplo, si se presenta un científico muy bueno en el campo de la esclerosis múltiple, tendremos una línea dedicada a esa enfermedad; si no, tendremos que esperar. Nuestra idea es contar con científicos del propio CSIC y personal contratado no funcionario. Estamos expectantes ante la nueva Ley de la Ciencia y lo que en ese sentido nos pueda aportar.

P. ¿Cómo se integra en este modelo la investigación clínica?

R. Nuestra idea es que los clínicos que trabajan en un hospital y quieran desarrollar un proyecto de investigación, por ejemplo, para contestar a una pregunta clínica concreta, tengan la posibilidad de incorporarse durante un tiempo y contar con los medios de investigación necesarios, sin tener que perder por completo el contacto con la asistencia. De esta forma podrán sembrar el conocimiento adquirido mediante la investigación. De igual forma, nos gustaría que pudieran hacerlo científicos de centros extranjeros, del mismo modo que nuestros investigadores puedan colaborar temporalmente fuera. Queremos ser un centro abierto.

P. ¿Cuáles son los ejes de investigación que vertebrarán el centro?

R. En realidad, incluyen prácticamente a toda la neurociencia. Cualquier proyecto que llegue, se podrá integrar en alguno de ellos.

P. Además del conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro, ¿investigarán en las enfermedades?

R. Es que una cosa lleva a la otra. He estudiado toda mi vida mecanismos fundamentales de transmisión sináptica y eso me ha llevado ahora a desarrollar modelos de animales que generan síntomas de autismo o problemas de memoria en el síndrome de Down, algo que yo no me había planteado de entrada. En un principio me decanté por la neurociencia, porque quería conocer la base bioquímica de las enfermedades mentales. La investigación básica me ha llevado hasta ellas. De hecho, los dos proyectos que tengo en marcha tienen que ver con el síndrome de Down. Hemos publicado un trabajo donde encontramos, utilizando modelos animales, al gen responsable de la pérdida de memoria espacial en este síndrome, y ahora estamos abordando otra investigación sobre el porqué de la pérdida de sensibilidad al dolor en las personas con el síndrome.

“Hay que estudiar sin ponerse plazos: una década de investigación en cerebro no es nada”

P. Llevamos hablando durante mucho tiempo sobre la “era del cerebro”, la “década del cerebro” como periodos en los que se ha impulsado la investigación en este campo, pero ¿qué es lo que ha dado de sí ese esfuerzo?

R. Contestaré con un comentario que me hacía hace poco un colega americano: hay que estudiar sin mirar plazos. En la “década del cerebro” de Bush no pasó nada, porque una década en el estudio del cerebro no es nada. Quizá en otras disciplinas sí lo sea, pero con el cerebro partimos de un conocimiento escaso, porque estamos ante un órgano muy complejo. ¿Cómo nos podemos plantear el aliviar el problema de la memoria en los enfermos de Alzheimer si no sabemos cómo aprendemos? Aún desconocemos cuáles son los mecanismos íntimos por los que se almacena la información y la recuperamos. Hay dudas sobre dónde se almacena esa información. Queremos arreglar un tractor enorme sin saber qué piezas tiene. Por eso, tenemos que olvidarnos del tiempo y pensar que la inversión es a futuro, y olvidarse de la promesas como que en diez años tendremos resuelto el mal de Alzheimer. El que dice eso peca de algo más que optimismo.

P. No obstante, habrá algo de ambición científica, ¿con qué avances le gustaría terminar su carrera?

R. La actividad científica siempre está llena de recompensas, lo que pasa es que al público general le pueden parecer nimias. Voy a contar una experiencia personal que puede que lo ilustre: cuando estábamos estudiando si reponiendo la dosis de un gen éramos capaces de recuperar la memoria espacial de un modelo de síndrome de Down, participé en un acto en el que estaba sentado al lado de una persona con el síndrome al que entregaban un premio. Al levantarse a recogerlo, no recordaba cómo volver a su asiento. Entonces pensé: por lo menos estamos empezando a entender ese problema, y ese es el primer paso hacia la solución.

Juan Lerma dirige el Centro Internacional de Neurociencias Cajal (CINC) del CSIC, situado en el campus de la UAH. El nuevo centro busca reunir a los mejores científicos para desentrañar el misterio del cerebro. Off Sonia Moreno Neurocirugía Investigación Off

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