La afectación de la mano es una de las consecuencias que más persisten en pacientes con ictus y se asocia a una pérdida de la funcionalidad del miembro superior y repercusión de la autonomía de las personas que lo sufren.
Existe poca información empírica sobre la relevancia clínica de los parámetros utilizados en la electroestimulación neuromuscular (EENM), siendo actualmente tema de debate. Por otro lado, distintos estudios han medido la funcionalidad tras aplicar técnicas de EENM, mientras que otros han estudiado qué déficits mejoraban después de emplear los tratamientos, pero muy pocos han observado qué pasa al relacionar ambas variables.
La Universidad de Valencia (UV), en colaboración con Fisabio y el Hospital Universitario Doctor Peset, ha realizado un ensayo clínico aleatorizado en el que se comparan los efectos de dos protocolos de EENM con diferentes frecuencias en el deterioro motor de la mano en pacientes mayores tras sufrir un ictus.
Pacientes mayores con hemiparesia postictus
La investigación empezó a plantearse en 2009, con un estudio piloto previo y una primera publicación en 2011, pero no ha sido hasta este año cuando se han publicado estos resultados, ya que fue muy difícil conseguir a pacientes con unas características tan específicas.
El estudio, dirigido por Trinidad Sentandreu, investigadora y docente del Departamento de Fisioterapia de la UV, ha pretendido analizar si los cambios en cuanto a los déficits -rango de movimiento, fuerza, tono muscular y actividad eléctrica muscular- se asociaban con mejoras en la funcionalidad de los pacientes tras aplicar distintas frecuencias de electroestimulación.
Para ello, se analizaron a 61 pacientes mayores con cuatro y ocho semanas de tratamiento. En concreto, resalta Sentandreu, se trataba de personas mayores que han sufrido un ictus y que presentan una hemiparesia.
“Aunque esta es una de las consecuencias más comunes, buscábamos a personas con una mínima actividad residual con unos criterios motores y cognitivos muy concretos. En ocasiones recuperan la funcionalidad de las extremidades inferiores, pero el miembro superior presenta mayor dificultad, sobre todo la mano, de ahí el interés del objeto de estudio”, apunta.
Esos pacientes se dividieron en tres grupos: uno de ellos recibía el tratamiento convencional del Hospital Doctor Peset, donde se ha realizado el ensayo (la rehabilitación incluyó actividad mediante cicloergómetro, cinesiterapia pasiva/activo-asistida, estiramientos, ejercicios bimanuales, ejercicios de movilidad y fortalecimiento, trabajo de coordinación, equilibrio y entrenamiento de la marcha); a otro se le aplicaba ese mismo procedimiento con adicionalmente la electroestimulación de 35 Hz y el otro grupo también recibía ese tratamiento, pero con una frecuencia de electroestimulación de 50 Hz.
En este caso, según Sentandreu, “lo que se valora no es la efectividad de la electroestimulación por sí sola, sino que lo interesante es aplicarla como un tratamiento complementario al protocolo convencional”.
Respecto a las frecuencias seleccionadas, los autores apuntan que “se desconoce cuáles podrían ser las más efectivas. Las utilizadas en distintos ensayos oscilan entre los 20 y 100 Hz, aunque el rango más utilizado en aplicaciones distales del miembro superior abarca desde los 35 a 50 Hz, que han sido finalmente las frecuencias seleccionadas para el estudio, atendiendo también a criterios de seguridad, musculatura estimulada y características de la muestra a tratar”.
Mejores tras la electroestimulación
Una vez analizados los datos, explica Sentandreu, “hemos visto que los pacientes del estudio tras la intervención con electroestimulación presentan mejoras en cuanto a la fuerza de la mano, el tono muscular, rango articular, etc., pero al considerar medidas funcionales observamos que el grupo al que se le aplicó la electroestimulación de 35 Hz presentó mejoras en el índice de Barthel, que evalúa diez actividades básicas diarias, aunque esta medición incluye actividades que implican tanto la recuperación de los miembros inferiores como los superiores, así que no podemos asegurar que se trate de la mano concretamente, aunque sí hay una mejora clara en el grupo de 35 Hz”.
Estos hallazgos, según los autores, muestran que la frecuencia específica de estimulación podría influir en la consecución de resultados y promover distintos efectos según la medida clínica analizada.
Distintos factores como la espasticidad, el desuso y la falta de actividad tras el ictus, dan lugar a una serie de cambios adaptativos en diferentes sistemas como el nervioso y musculoesquelético.
Entre estos cambios, se ha hecho referencia a las modificaciones en el tipo de fibra muscular, con una reducción en la proporción de fibras tipo II y un mayor predominio de fibras tipo I, este cambio también favorecido por el proceso de envejecimiento. Estas fibras musculares tipo I o lentas podrían tener una mayor afinidad por frecuencias de estimulación entorno a los 35 Hz.
Ventajas como terapia complementaria
Aparte de las mejoras que han expuesto en el artículo, una de las ventajas de la electroestimulación como tratamiento complementario es que tiene un bajo coste, permite un tratamiento repetitivo e intensivo y, a su vez, reduce los tiempos de intervención por parte del fisioterapeuta.
“En lugar de estar haciendo la movilización, el o la profesional puede estar llevando a cabo otro tratamiento mientras se aplica la electroestimulación al paciente”, comenta la investigadora. Es más, este protocolo podría incluso aplicárselo el propio paciente desde su domicilio, siempre y cuando el fisioterapeuta le dé las indicaciones previas correspondientes y se supervise por un profesional, lo cual es de gran utilidad, sobre todo desde que empezó la pandemia.
Cómo optimizar la técnica
Entre los grupos del ensayo, el equipo investigador observó una diferencia mínima clínicamente importante en cuanto a la destreza manual entre las personas que recibían electroestimulación, a pesar de que estas diferencias no fueron estadísticamente significativas entre los grupos que se les aplicó esta técnica y los que solo recibían el tratamiento convencional.
Es interesante seguir indagando en la optimización de los programas aplicados y las personas candidatas a este tipo de técnica. Por ello, entre las posibles futuras líneas de investigación, se plantea comprobar si un mayor tiempo de intervención o si el uso de otras modalidades de EENM como, por ejemplo, su aplicación asociada con tareas dirigidas a una meta funcional, podrían promover un mayor cambio en la función de la mano parética de pacientes mayores con ictus.
Otras líneas incluirían evaluar la efectividad de distintos protocolos de electroestimulación en pacientes con distintas características clínicas (grado de afectación sensitivomotora, tiempo de evolución del ictus, edad, dominancia hemisférica, hemisferio cerebral afecto, etc.) y ampliar las medidas de estudio mediante pruebas de neuroimagen para valorar si existen cambios a nivel cortical.
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