El curso escolar empezó con la noticia de que se había logrado el objetivo de vacunar al 70% de la población, pero el segundo trimestre ha arrancado con cifras de contagios nunca antes vistas. No sólo es necesario seguir vacunando y protegiéndonos del virus para evitar un nuevo colapso hospitalario, sino que los problemas a medio y largo plazo que genera la infección también comienzan a mostrarse con claridad.
Como es lógico, en los picos de la crisis preocupan más la saturación inmediata del sistema sanitario y las vidas de las personas susceptibles. Pero, alzando la mirada más allá, la covid persistente en niños y adolescentes se está convirtiendo también en un problema de salud pública de primer orden. Con los niveles de transmisión actuales, miles arrastrarán síntomas durante meses, en una edad decisiva para el desarrollo.
¿Cuántos? Es imposible saberlo. Existe gran incertidumbre sobre el porcentaje de personas en general, y niños en particular, que desarrollan covid persistente. Un estudio realizado para el Gobierno británico, cuyos resultados se adelantaron en septiembre, estimó que una de cada siete (14%) personas entre 11 y 17 años sufrían síntomas 15 semanas después del contagio. Otros informes habían arrojado cifras mayores, y el porcentaje real es aún discutido.
El Instituto de Salud Carlos III ha sumado 212.281 casos entre los 10 y los 19 años desde la semana del 6 al 12 de septiembre, cuando empezó el curso, hasta la última semana del año. Aplicando el resultado del estudio británico -uno de cada siete- se obtiene que unos 30.000 niños y adolescentes podrían desarrollar covid persistente este invierno en España, sin contar a menores de 10 años y sólo entre los casos el primer trimestre.
La cifra real podría variar mucho: las vacunas ayudarán sin duda, pero no se sabe aún cuánto exactamente. Además, el número real de contagios, en edades donde abundan los asintomáticos, podría superar ampliamente al notificado. Por último, en niños pequeños la incertidumbre es todavía mayor, ya que los síntomas pueden manifestarse de forma muy distinta y la comunicación es mucho más difícil.
Lo que ocurrirá tras el invierno es aún más complicado de vislumbrar: por una parte, la mayoría de niños mayores de 11 años tiene pauta completa, y los más pequeños han comenzado a vacunarse; por otro lado, aún no sabemos cómo actúa ómicron en cuanto a la covid persistente. Lo único claro es que las infecciones se han multiplicado. Cuando empezó el curso, la incidencia a siete días entre los 10 y 19 años rondaba los 50 casos; al terminar el año, rozaba los 1.500.
Incógnitas sobre las variantes
"No sabemos si todas las variantes van a causar los mismos efectos", señala María Méndez, responsable de la unidad de covid persistente pediátrico del Hospital Germans Trias, la primera que se creó en España. Sería "preocupante", añade, que ómicron causara el mismo porcentaje de síntomas prolongados, ya que provocaría una "avalancha" de covid persistente tras el invierno. «Pero somos optimistas en pensar que, si causa síntomas más leves, el efecto inflamatorio que pueda causar la covid persistente también sea más leve. Evidentemente, son conjeturas, no ha pasado suficiente tiempo», sopesa.
"Ahora estamos recibiendo niños que se contagiaron en septiembre, porque, para el diagnóstico de covid persistente, tienen que haber pasado tres meses", aclara Méndez. "No sabemos qué va a pasar con los niños que se están contagiando ahora". Recuerda, en cualquier caso, que hay niños y adolescentes que llevan ya 18 meses con covid persistente, más común entre los mayores de 12 años y raro en menores de ocho.
En la población adulta, donde el porcentaje de personas afectadas es mucho mayor, la avalancha parece ya inevitable. Pero los niños y adolescentes se encuentran en un momento crucial. "Los casos más graves tienen dificultades reales para seguir las clases; ya sea porque están muy cansados o porque, desde el punto de vista cognitivo, tienen dificultades de atención o de memoria. Interesa detectarlos, porque les podemos ayudar con un programa de rehabilitación", explica Méndez.
Independientemente de la gravedad d ela covid
"Es un tema que cada vez está preocupando más, porque vemos cada vez más casos de covid en adolescentes y preadolescentes", señala Fernando García-Sala, presidente de la Fundación Prandi de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria. "Es un complejo sintomático multiorgánico", detalla. Es, además, "independiente de la gravedad" de la infección: "Hay pacientes que han tenido un covid muy leve y pueden desarrollar covid persistente, y hay niños con covid grave que no desarrollan covid persistente", expone.
Cuando ataca con fuerza, transforma claramente los hábitos del niño y le impide llevar su vida cotidiana con normalidad. Y el origen, coinciden los expertos, es la infección por SARS-CoV-2: "No es una cosa subjetiva. No pueden dormir, tienen dificultades respiratorias, o tienen problemas musculares que, a veces, no quieren ni andar, porque les duelen las piernas... Y eso se ha producido en pacientes que han padecido un covid hace unas semanas o unos meses, y que lo mantienen. No es ninguna invención", recalca García-Sala.
"Lo vemos en niños que son normales o incluso brillantes en el colegio, pasan un covid y empiezan con una actitud de desidia", añade. "Realmente, no se encuentran bien".
Entre un 5% y un 12% en edades pediátricas
Del total de niños que se contagian en edades pediátricas, hasta los 18 años, entre un 5% y un 12% desarrollarán síntomas de covid persistente, estima García-Sala. Pero el porcentaje se eleva en los más mayores y baja entre los más pequeños, por lo que es compatible con el dato del 14% que arrojó el estudio británico a partir de los 11 años.
Como recuerda Méndez, la mayoría de los 150 niños a los que atienden en el Hospital Germans Trias, tienen 12 o más años, y apenas hay por debajo de ocho. Así se ha visto con claridad en la pandemia: la covid ataca más a mayores edades, y la covid persistente parece actuar igual. Aunque también, como recuerdan desde el servicio de Pediatría de la Universidad de Yale, es posible que se estén escapando muchos pacientes más pequeños porque no sabemos ver los síntomas.
Según un reciente informe publicado en JAMA, más de la mitad de la población general que sufre un covid desarrolla síntomas persistentes pasados seis meses. No todos los niños con covid persistente, coinciden Méndez y García-Sala, desarrollan los síntomas más graves y precisan una atención multidisciplinar, como la que se da en el Hospital. Los más afectados, sin embargo, necesitan atención psicológica y un seguimiento detallado, además de descartar otras dolencias y una rehabilitación específica para intentar que los síntomas no se prolonguen.
Si un niño cambia su forma de ser, está siempre cansado, no quiere ir al entrenamiento, saca de repente peores notas... es importante consultar al pediatra.
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