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jueves, 28 de febrero de 2019

Los linfocitos B, eje de ocrelizumab, la nueva terapia para EM

Los linfocitos B, que anteriormente no eran considerados como mecanismo en el patogenia de la esclerosis múltiple (EM), se han situado en cabeza de salida terapéutica con el desarrollo del anticuerpo monoclonal (AM) humanizado ocrelizumab, primer fármaco que actúa selectivamente sobre los citados linfocitos –concretamente elimina de forma selectiva las células del sistema inmunológico B CD20+, implicadas en el daño a la mielina y los axones neuronales-, que ha mostrado, según los datos de diversos ensayos internacionales, eficacia en las formas que se acompañan de  brotes (esclerosis remitente-recurrente y secundaria progresiva con brotes), así como en la esclerosis primaria progresiva.

La molécula, comercializada por la empresa Roche como Ocrevus, y que el Sistema Nacional de Salud ha incorporado a su cartera de servicios, es la primera y única disponible para la EM primaria progresiva, una forma patológica que, hasta el momento, carecía de abordaje efectivo.Su administración también facilita el cumplimiento terapéutico puesto que se realiza por vía intravenosa, dos veces al año, sin necesidad de controles rutinarios entre las dosis.

“Ningún fármaco había mostrado beneficio anteriormente para las formas progresivas de EM. Los primeros datos, que se presentaron en el último congreso ECTRIMS celebrado en Barcelona, ya hablaban de una disminución de la discapacidad que acompaña a esta variante patológica hasta en un 24 por ciento, según Xavier Montalbán, director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña en el Hospital Valle de Hebrón de Barcelona, que ha participado, por videoconferencia desde Toronto, Canadá, en la presentación de la citada molécula en Madrid.

Control modificador

Montalbán, director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña.

Xavier Montalbán, director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña.

Se calcula, según los datos ofrecidos por Federico Plaza, director de Asuntos Corporativos de Roche España, que “el 10 por ciento de los casos de EM primaria progresiva evoluciona rápidamente a discapacidad irreversible”. Ocrelizumab “controla la enfermedad y la discapacidad con un buen perfil de seguridad”, indica Ángel Pèrez Sempere, jefe de Sección de Neurología del Hospital General de Alicante, quien pone de manifiesto que la EM suele afectar a adultos jóvenes, y en mayor medida a mujeres. El número de afectados ha seguido aumentando en todo el mundo. En España sufren la enfermedad 47.000 personas, de los que 5.000 corresponden a la forma primaria progresiva.

Los resultados del ensayo Orchestra, en el que han participado 19 hospitales españoles y en el que se ha evaluado a 2.388 pacientes han sido el eje de la aprobación de esta molécula. Pero, los ensayos Opera I y II, centrado en EM en brotes, y Oratorio, basado en la discapacidad, han demostrado que, en comparación con la administración de dosis altas de interferón beta-1a, la reducción de brotes fue significativamente mayor, con ocrelizumab con una eficacia superior al 80%.

La eficacia en la reducción de brotes fue superior al 80%. Las posibilidades de progresión de la discapacidad fueron un 24% menores

En el caso del control de la discapacidad en formas primarias progresivas, los pacientes tuvieron un 24% menos en las posibilidades de progresión. “También se ha observado beneficio importante en atrofia cerebral, objetivo último de eliminación en EM”. A juicio del también catedrático de la Universidad de Toronto, Canadá, y director de la División de Neurología de Toronto y del Centro BarLo, “la molécula no se encuadra en avance neurorregenerativo directo, pero sí en el ámbito de la neuroprotección y la antiinflamación”, señala Montalbán.

 

El rastro de las estirpes de linfocitos B

Los linfocitos B han abierto un nuevo mundo de posibilidades investigadoras. Este grupo, considerado anteriormente como un ‘patito feo’, podrían ser protagonistas en otro tipo de enfermedades neurodegenerativas. De momento, la evidente eficacia en EM, puede impulsar el desarrollo de fármacos más selectivos, según Pérez Sempere.

En Canadá, por ejemplo, el equipo que dirige Montalbán, estudia otras neurodegeneraciones como Alzheimer, Parkinson o Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y en las que se ha observado que “los mecanismos moleculares, fundamentalmente en el componente inmunológico, de todas ellas es muy parecido. Desconocemos si los linfocitos B pueden ser el eje común de estas patologías, pero es probable que otras estirpes relacionadas con linfocitos B, como los CD20, sí puedan estar intercomunicadas. Es, desde luego, una vía clara de investigación”.

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