Jordi de Dalmases dejará en unas semanas la presidencia del COF de Barcelona (no se presenta a las elecciones del 28 de julio), que ocupa desde 2008, y del Consejo de COF de Cataluña, pero seguirá trabajando a favor de la profesión como vicepresidente del Consejo General de COF. En esta entrevista con CORREO FARMACÉUTICO habla de los muchos retos a los que se ha enfrentado en los últimos años: desde la crisis de 2008 hasta la actual pandemia de Covid-19.
¿Cuántos farmacéuticos en activo han muerto por la pandemia en Cataluña?
Hemos llegado a tener 14 farmacias cerradas, ahora ya abiertas, y todo el mundo ha hecho un esfuerzo muy importante, pero en Cataluña, que yo sepa, no ha muerto ningún farmacéutico.
¿Se han sentido solos los profesionales de las oficinas de farmacia de pueblos y ciudades catalanes?
Desde el primer momento la Administración autonómica nos sentó en la mesa para tratar de evitar riesgos, y desde el Colegio de Barcelona hemos llegado a aburrir de tanta información que hemos dado (cómo organizar la farmacia, información puntual cambiante...). Puede que se hayan sentido solos, o quizá un poco abandonados, pero por lo que dijo el doctor Fernando Simón (director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad). Entendimos que había que priorizar los equipos de protección individual pero nos sentimos abandonados por la Administración central. La conciencia de la importancia de lo que hacemos y ver que la gente nos necesita, consultándonos todas sus dudas, nos ha hecho estar muy tranquilos haciendo lo que debíamos.
¿Qué respuesta o tipo de apoyo debería haberles dado desde el Servicio Catalán de Salud (CatSalut)?
Ha habido unas cuantas actuaciones rapidísimas que han demostrado la confianza del CatSalut en las oficinas de farmacia. Nos reunieron y nos preguntaron qué podíamos hacer para evitar riesgos a los pacientes y, así, llegamos a prolongar 76.000 prescripciones caducadas y facilitar el acceso a la medicación a través del plan de medicación. En colaboración, y por decisión, de la farmacia de hospital hemos acercado los medicamentos de dispensación hospitalaria a los pacientes; una experiencia que ha funcionado muy bien. También ha funcionado perfectamente la atención farmacéutica a los hoteles salud (para pacientes con Covid-19). Y ofrecimos colaboración, junto con la distribución farmacéutica en Cataluña, para traer mascarillas; en dos meses hemos repartido más de 9 millones, que es algo que ha dado mucho trabajo físico y ha sido una colaboración ofrecida por el sector farmacéutico y totalmente gratuita. Ahora el mercado ya se ha abastecido, pero en aquel momento fue importantísimo.
¿Tendría que seguir la farmacia comunitaria dispensando medicamentos hospitalarios como está haciendo durante la pandemia?
Quien compra el fármaco es el hospital; la farmacia hace una entrega informada al paciente. Hace falta coherencia: los fármacos más difíciles han de ir al hospital, en función de la seguridad de los pacientes, pero tenemos que intentar evitar que tengan que ir a buscarlos al hospital, haciendo la entrega por parte del farmacéutico comunitario. En esto también ha participado Fedefarma de manera totalmente altruista y con una gran dedicación. Es el camino natural, el del continuum asistencial: farmacia hospitalaria, distribución farmacéutica y farmacia comunitaria. Esperemos que siga la iniciativa; sería inteligente utilizar este camino, que es garantista. Sin poner transportistas ajenos ni visitas a domicilio. Esta iniciativa se ha puesto en marcha, en mayor o menor grado, en Cataluña, Andalucía, Cantabria, La Rioja y Aragón.
¿Habría que tirar la toalla en la integración de las farmacias comunitarias en las estructuras de Primaria?
Lo que he aprendido es que los grandes proyectos son muy difíciles de implantar, no se acaba nunca. Creo más en pequeñas actuaciones que hagan los problemas pequeños o que vayan ampliando su importancia. Es verdad que seguimos sin estar integrados, pero damos pasos. Nos hemos estructurado geográficamente con una red de coordinadores sanitarios en la que un farmacéutico es referente para llegar a acuerdos locales. Esto es importantísimo, y estamos muy satisfechos, pero tenemos que conseguir más: la receta electrónica nos permite mensajería con el prescriptor pero no es real, no es válida. La entrega del plan de medicación durante la pandemia nos permite dar un paso más, diseñando una actuación farmacéutica específica en ese momento. Los hoteles salud han sido una maravilla; todo el mundo está contentísimo de la colaboración entre el equipo asistencial y la farmacia. Son pasos que hay que seguir dando. No hay una única solución; sólo tiempo y la suma de pequeñas cosas.
¿Y en la integración en las políticas de Salud Pública? La Red Nacional de Farmacias Centinela o los test de cáncer colorrectal son casos de éxito que podrían ir a más.
Cuesta mucho, pero en esta crisis se ha visto que este mensaje, que me he cansado a repetir a autoridades tanto a nivel español como en Cataluña, es cierto: la red de farmacias interconectadas es una joya que no podemos desaprovechar. Tengo que recordar que estuvimos tres años colaborando de manera gratuita en el cribaje del cáncer colorrectal y ahora se ha extendido y ya forma parte del concierto. Este es un ejemplo. Llegará un momento en el que en el sistema sanitario no habrá suficientes manos (crónicos, dependientes) y hará falta todo el mundo. A veces, en vez de mirar por la sanidad y el paciente, miramos por nuestras profesiones y marcamos el territorio, pero todo esto lo borrará la realidad. Con la Covid- 19, ¿cuántas cosas se han esfumado? ¿Alguien se imaginaba al farmacéutico prolongando tratamientos? El futuro traerá ésto.
Le ha tocado también, como presidente del COF de Barcelona y del Consejo autonómico, lidiar con el ‘procés’. ¿Cómo ha logrado mantener la independencia de estas instituciones cuando las juntas de otras corporaciones se ponían a disposición de los independentistas?
No ha sido fácil. La nuestra es una corporación de derecho público; el colegio no puede entrar en idearios políticos. Los farmacéuticos estarán divididos, como lo está la sociedad, y tenemos que ser respetuosos con las ideas de todo el mundo. La libertad de uno acaba cuando empieza la de los demás. Estoy contento de haber mantenido la objetividad del colegio, pero hemos sufrido mucho. El presidente del COF de Barcelona es catalán y se llama Jordi, y estoy muy contento de ello, pero me ha tocado lidiar con preguntas difíciles y posicionamientos no tan contemporizadores como el del Colegio. Pero creo que lo hemos conseguido: mantener la corporación al margen. De todas formas, es una situación difícil pero no la peor, que quizá fue la de los impagos por la crisis (de 2008).
También ha logrado tener una voz respetada en el Consejo General y una buena relación con el COF de Madrid, con quien coorganizan Infarma, un ejemplo para otras profesiones y sectores. ¿Por qué se debería seguir en esa línea?
Estoy muy agradecido, acabaré mi mandato con las puertas abiertas en todas partes. Soy vicepresidente del Consejo, lo era cuando estaba el COF de Madrid, y he querido seguir colaborando con el COFM y mantener mi relación con el Consejo. Los equilibrios son complejos, pero de la relación Madrid-Barcelona sólo puedo hablar bien; el crecimiento de Infarma es un ejemplo.
¿De qué se siente más orgulloso en su gestión al frente del COF de Barcelona? ¿Qué cree que le ha quedado por hacer?
Es un gran colegio, con grandes profesionales trabajando. Estoy satisfecho del cribaje del cáncer colorrectal, la colaboración con farmacia hospitalaria y farmacia de atención primaria, la concertación de la facturación de receta electrónica por dispensaciones y no por cupón precinto... Lo mejor ha sido la coherencia entre los objetivos de la Junta de Gobierno, el mensaje difundido y la actuación de toda la organización. Nuestro propósito estratégico ha sido impulsar profesionalmente a los farmacéuticos de todos los ámbitos de ejercicio como agentes de salud. Me ha quedado por definir el papel de la farmacia comunitaria en el futuro, especialmente en dos ámbitos: en el del envejecimiento y la dependencia, ordenar la prestación farmacéutica en residencias y la atención domiciliaria; y en el ámbito de la especializada, asentar la relación entre farmacéuticos asistenciales (farmacia comunitaria, primaria y hospital).
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