Esa noche tenía unas fiebres que me abrasaban, no tenía fuerzas... Hubo un momento que me quedé pálido, sentado, sin poder moverme. Carmen, mi mujer, me arrastró como pudo a la cama. Tenía ganas de decirle: “Déjame morir en paz”, pero solamente tenía un pensamiento: me daba pena dejarla sola. Entonces, lo pasé tan mal que sentía que la vida se me iba. Si me muero, con mis 88 años, ya lo he hecho todo, no me voy con pena. Pero la única pena era dejar a Carmen sola. Yo estaba tranquilo y sin miedo. Además, pensaba en mi hija y me decía: “Bueno, voy a ver a Isabel”.
He perdido tres amigos íntimos a los que he querido mucho. Cuando se fue Carlos Falcó, escribí un artículo sin pensar que yo iba a pasar casi por lo mismo. Y después Carlos murió solo, en el hospital. Es terrible. Yo no tenía insuficiencia respiratoria y por eso, mi mujer y yo pudimos refugiarnos en casa. Eso me ha salvado. Tengo la sensación de que si hubiera entrado en la clínica y en la UCI, allí sí me habría ido, sin la compañía de Carmen.
Nunca había estado tan cerca de la muerte. Este mes, casi la he vivido en lo personal y en lo familiar. Lo he sufrido con mi hermana, que ha muerto estos días en una residencia en Córdoba, no por coronavirus. No he podido estar allí, por esta inmovilidad que tenemos. Yo quería acompañarla, pero por esta situación, murió sola, sin nadie que le diera la mano ni le acompañara. Con compañía se muere de otra manera.
Cuando pensaba que me iba, que me moría, lo que quería en ese momento es que alguien me diese la mano. Si ya sufres viendo morir a la gente acompañándola, más sufres si no has podido hacerlo, sin que puedas decirle adiós. Esta situación es de una crueldad terrible.
Hoy, cuando veo las estadísticas, pienso: “Falta uno”. No sé cómo salí adelante. Me quedé dormido con la fiebre y cuando me desperté, la fiebre había empezado a ceder y empecé a encontrarme mejor. Se me quitaron de pronto los dolores musculares y pensé que iba a vivir. Me sorprendí de estar vivo.
He salido de ésta. Pero no puedo aplaudir por las tardes pensando en las miles de muertes por coronavirus. El 11M murieron 220 personas y fue luto nacional, en las torres gemelas, 3.000 y fue luto mundial. Aquí, llevamos miles de muertos y no se ha puesto luto nacional.
Nunca se reconocerá lo bastante el trabajo de los sanitarios. Y los médicos y enfermeras que han muerto... Cuando lo veo, me emociono.
Esa madrugada tan terrible en la que sentí que me moría, me acordé de la letra de una canción de Demis Roussos, Morir al lado de mi amor. Intentaba hacer memoria de cómo era la letra. Yo me moría al lado de mi amor, acompañado. Y eso me salvó.
'Diana', la revista de las Terapias Avanzadas.
Diana Off Jaime Peñafiel. Periodista y escritor Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2ZPcst7
No hay comentarios:
Publicar un comentario