Manel Balcells, traumatólogo y gestor sanitario, presidente del Consejo Asesor del Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, comisionado de Salud en Leitat y director del Centro para la Integración de la Medicina y las Tecnologías Innovadoras (Cimti), es uno de los expertos que a propuesta de los grupos parlamentos (en su caso, por ERC) participará en el grupo de trabajo sobre Sanidad dentro de la Comisión de la Reconstrucción Económica y Social del Congreso de los Diputados, que preside Patxi López, para debatir propuestas que aceleren la recuperación de España tras la grave crisis sanitaria por la Covid-19.
¿Qué conclusiones se pueden extraer ya de la pandemia en España?
Cogió desprevenido a todo el mundo; nadie se esperaba esta dimensión. Ha evidenciado que tenemos un modelo residencial muy caduco, que hay que revisar; y que la atención primaria tiene que tener otro papel y que, para que pueda ejercer de muro de contención, tiene que tener recursos. La infrafinanciación de la sanidad ha pasado factura: no había stocks, no hay capacidad de reserva, las plantillas están infradotadas…Tenemos que saber leer todo lo que ha pasado, con autocrítica, para que no vuelva a suceder lo sucedido en caso de rebrote. Necesitamos una salud pública y una vigilancia epidemiológica más potentes. Hay que aprender de las lecciones y hacer este ejercicio de forma rápida y sincera.
El comité asesor del Departamento de Salud de la Generalitat, que usted preside, ha emitido recientemente un documento en el que aboga por premiar a los sanitarios por su sobreesfuerzo durante esta crisis sanitaria. ¿De qué forma habría que hacerlo?
Más que una gratificación económica, que sería como una propina, lo que hay que hacer es algo más de tipo estructural. Los franceses, por ejemplo, les están subiendo el salario y eso que están mejor de lo que estamos en el Estado español. Al final es una decisión de tratar mejor a los profesionales y de escucharlos en la toma de decisiones. Cuando hemos dejado que se autoorganicen, lo han hecho, y muy bien.
Que el Gobierno de Pedro Sánchez decidiese centralizar todas las decisiones macro sobre la pandemia, a través de la declaración del Estado de Alarma, ¿ha resultado positivo o negativo?
Después de tantos años del traspaso de las competencias a las comunidades autónomas (Cataluña las asumió hace 37), era una apuesta muy arriesgada, y no podemos decir que haya salido bien. Por ejemplo, la centralización de la compra de equipos de protección individual, cuando el Gobierno no estaba acostumbrado a este tipo de compras, no tenía canales y no tenía estructura, se ha demostrado que no ha sido buena cosa. La coordinación ha sido normal y correcta pero, personalmente, prefiero el modelo seguido en Alemania con los landers.
¿Cómo ve el lío de los datos sobre afectados por la Covid-19, evidenciado especialmente en los últimos días?
Cuesta entenderlo; de un día para otro cambian cosas. El debate sobre si los datos son de hospitales o son de funerarias es absurdo y crea desconcierto; igual que el enfoque inicial del Gobierno, muy militarizado, con representantes del Ejército, como si esto fuera una guerra en vez de una crisis sanitaria, que es lo que es. Es una pandemia y se han dado muchos tumbos, los que ha dado de sí una población desconcertada. Todo ha sido mejorable, pero eso no es lo importante; lo importante ha sido no tomar a tiempo medidas contundentes. ¿Por qué Portugal, que está aquí al lado, ha tenido un resultado tan diferente en infectados y fallecidos? Porque actuó con contundencia cuando en Italia estaba en una situación dramática. En España, sin embargo, hubo muchas dudas.
¿Hace falta un volantazo de cara a los próximos meses?
Hay que corregir lo que haga falta para que esto no vuelva a pasar. Por ejemplo, para no seguir dependiendo de mercados exteriores en el caso de los equipos de protección individual o los respiradores, que es algo que ya se está intentando resolver. Hay también un nuevo modelo de visita médica, no presencial, que hay que aprovechar. Y, tal y como recomienda la Unión Europea, hay que invertir más en salud y en sanidad; endeudarse pero para invertir en sanidad, que es imprescindible para el presente y el futuro. Tanto en Cataluña como en el Estado tenemos que subir dos puntos del PIB la inversión que se destina ahora a este sector. Tenemos un modelo universal y de calidad pero si no invertimos más en él, no aguantará. Hasta ahora la calidad se ha apoyado en el esfuerzo de los profesionales. Y hay que evitar que éstos se quieran ir fuera a trabajar, como están haciendo. Si no aprendemos ahora, no lo haremos nunca.
¿Qué medidas propondrá al Congreso de los Diputados?
Hablaré de financiación, de Cataluña y del conjunto de España, que ahora presenta diferencias por comunidades autónomas. El nuevo modelo no podrá rehuir las competencias de las autonomías, que las continuarán teniendo pero habrá que dotarlas suficientemente. El sistema social también está infrafinanciado y está en un compartimento estanco. La separación de lo sanitario y lo social no es buena; necesitan coordinación. La atención domiciliaria es un instrumento de futuro y está poco desarrollada, cuando el 95 por ciento de las personas que viven en residencias querrían estar en sus casas. Las residencias tendrían que reservarse a personas que requieren atención las 24 horas pero con una calidad muy superior a la actual. Si no lo corregimos, volveremos a tener el problema que hemos tenido con esta pandemia. Hay que revisarlo, con autocrítica constructiva.
¿Hará alguna propuesta sobre investigación biomédica, otra actividad importante e igualmente infradotada en España?
En Cataluña tiene un prestigio y un peso extraordinario. Hay que potenciarla, se ha evidenciado; y también hay que potenciar a relación público-privada para la innovación. Hemos visto lo importante que es esa relación en la búsqueda de respiradores automáticos. Hay que consolidarla.
¿Y en salud pública?
En el informe del Comité asesor de la consejería de Salud de Cataluña ya decíamos que la voz científico-técnica tiene que ser consensuada. Hay mucha gente muy buena en ésto que hay que tener en cuenta; no se puede contar con una sola voz. Eso en Cataluña se ha reconducido. También hay que reforzar la vigilancia epidemiológica. Salud Pública tiene una estructura muy débil, hay que completarla con la de los ayuntamientos y diputaciones, y coordinarlas, pero es importante tener gente destinada y haciendo seguimiento. Con la epidemia se ha visto que todo esto es insuficiente en toda Europa. Dotémonos de los recursos necesarios, que es algo que ya busca el Estado en Europa y a través de endeudamiento, porque de lo contrario el país se hunde. Ésta es una lección. En Estados Unidos les pasa igual; allí el drama es inmenso. La salud pública es una inversión, e invertir en sanidad es importante para la economía; ahora se ha comprobado que es así. La fase 1, 2, 3...todo depende de la sanidad, de si podremos controlar un nuevo brote o no.
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