No todas las patologías crónicas hacen necesariamente más vulnerable al paciente frente a la Covid-19, pero sí se puede agravar considerablemente la evolución de la enfermedad infecciosa en función de la patología de base del enfermo. Según los datos del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, los grupos con mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave por SRAS-Cov-2 son las personas mayores de 60 años, las que padecen enfermedades cardiovasculares, HTA o EPOC, las diabéticas, inmunodeprimidas, embarazadas y enfermos de cáncer. No obstante, el mismo centro expone también otras muchas patologías -algunas de ellas crónicas- que combinadas con la Covid-19 complican el manejo de ambas enfermedades. Es el caso del tabaquismo, la obesidad, algunas patologías neurológicas, reumáticas inmunomediadas, y la enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras.
Un estudio del Centro para el Control de Enfermedades estadounidense (CDC, por sus siglas en inglés), realizado entre 1.482 pacientes de 14 estados diagnosticados de Covid-19 y hospitalizados en el mes de marzo, destaca entre sus conclusiones que las tasas de ingresos aumentan con la edad, y que en la mayoría de los casos los pacientes ingresados en ese mes por Covid tenían patologías previas. En concreto, cerca del 90% de los pacientes ingresados tenían al menos una patología previa, siendo las más comunes obesidad, HTA, EPOC, diabetes y patologías cardiovasculares.
En el caso de las enfermedades cardiovasculares, el SRAS-CoV-2, al igual que el MERS-CoV, produce daño cardiaco agudo e insuficiencia cardiaca. Se observa daño miocárdico en un porcentaje considerable de los pacientes infectados, así como tensión arterial elevada entre los que evolucionan. Así, en una serie de 138 casos en Wuhan, 36 pacientes en estado crítico tenían una mayor elevación de los biomarcadores de daño miocárdico, lo que sugiere que este daño es una complicación frecuente entre los pacientes más graves. Entre los fallecidos en esta serie de Wuhan, el 11,8% de las personas sin antecedentes de enfermedad cardiovascular tenían un daño importante del tejido cardiaco, con elevación de cTnI o parada cardiaca durante el ingreso.
Desregulación de ACE2
La alta incidencia observada de síntomas cardiovasculares parece relacionada con la respuesta inflamatoria sistémica, el efecto de la desregulación de ACE2, y la propia disfunción pulmonar e hipoxia. Todo ello resulta en un daño agudo de las células miocárdicas. Por otra parte, los pacientes con patología cardiovascular tienen ahora miedo de ir al hospital, hasta el punto de que en centros de toda Europa se observa que personas con síntomas de infarto retrasan o evitan las visitas, como lo demuestra la drástica reducción de los ingresos por infartos de miocardio.
Barbra Casadei, presidenta de la Sociedad Europea de Cardiología, ha llegado a pedir que las indicaciones de confinamiento y de evitar acudir a los centros hospitalarios “no se aplicaran a las personas con síntomas de infarto”. Además, estos pacientes están tratando de rehuir o retrasar procedimientos o cirugías programadas, como la sustitución de válvulas cardíacas, por temor a una infección después del procedimiento, con el efecto sobre su salud que esto puede tener. diabetes: factor de riesgo.
Otra de las comorbilidades más frecuentes en pacientes que han desarrollado neumonía grave o han fallecido a causa de la infección es la diabetes. Un informe del citado centro del Ministerio de Sanidad señala que la razón por la que la diabetes supone un factor de riesgo para desarrollar enfermedad grave por Covid-19 no está bien establecida, pero los datos sugieren que la sobreexpresión de ACE2 en pacientes diabéticos puede estar implicada en el proceso. Esta sobreexpresión parece un mecanismo compensatorio para frenar el deterioro de la microvasculatura renal implicada en la nefropatía diabética a largo plazo, así como para limitar el daño cardiovascular a largo plazo en pacientes diabéticos mediante la activación del eje ACE2/Ang-(1–7)/MasR. Por otra parte, el grupo de antidiabéticos orales tiazolidinedionas también se ha relacionado con una mayor expresión de la ACE2.
Inmunosupresión farmacológica
Y aún hay más pacientes vulnerables, como los que padecen enfermedad inflamatoria intestinal (EII), concretamente aquellos que necesitan inmunosupresión farmacológica, que tienen malnutrición o que presentan alta enfermedad inflamatoria, y que constituyen un grupo de alto riesgo frente a la Covid-19 por su predisposición a infecciones. Las personas que padecen alguna enfermedad autoinmune siempre tienen un mayor riesgo de infección, lo que se atribuye a la propia enfermedad, y también a los tratamientos inmunosupresores y a las comorbilidades.
No obstante, y según el citado informe del CDC estadounidense, los datos sobre la relación entre enfermedades autoinmunes y Covid aún son limitados y, de momento, no hay evidencias de que se produzca un incremento de las complicaciones ligadas a infección por Covid-19 en estos pacientes. Además, concluye el trabajo, algunos de los medicamentos más empleados para tratar patologías autoinmunes podrían formar parte del arsenal terapéutico que se emplea frente a la Covid-19.
Impacto 'indirecto' en adolescentes
Por último, y entre los muchos posibles impactos indirectos del coronavirus, como consecuencia del confinamiento, se pueden agravar las adicciones entre jóvenes vulnerables. Así, la Fundación de Patología Dual (FPD) señala la importancia de la prevención y la atención de los adolescentes, un colectivo especialmente vulnerable para el desarrollo de trastornos adictivos, dado que su cerebro es inmaduro y tiene menor capacidad de control. El aislamiento social dificulta el abuso de sustancias ilegales e incluso legales debido al control familiar, aunque no impide conectarse a plataformas online a cualquier hora del día, lo que puede agravar los problemas de adicción comportamental en la población adolescente. Por eso, la FPD advierte de que la reclusión en los hogares puede provocar la iniciación de nuevos jugadores a través de plataformas digitales, siempre en personas vulnerables, al tiempo que favorece que las que ya están en tratamiento por trastorno por juego puedan tener recaídas durante el confinamiento.
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