La gran mayoría de pacientes con cáncer de próstata resistente a la deprivación hormonal acaba desarrollando metástasis óseas, con el consiguiente deterioro en la calidad de vida; además, suponen el inicio de una reducción de las expectativas de supervivencia.
En esos enfermos, cuando que ya no responden a tratamientos para reducir los niveles de testosterona y en los que aún no se detectan lesiones en otras partes del cuerpo (mediante gammagrafía ósea y/o TC/RM), la hormonoterapia de segunda generación aporta una nueva opción.
Según datos presentados en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO), añadir el inhibidor del receptor androgénico apalutamida a la terapia de deprivación androgénica mejora significativamente la supervivencia global en pacientes con cáncer de próstata resistente a la castración no metastásico con alto riesgo de desarrollar metástasis.
Los nuevos datos que ahora se comunican indican que este tratamiento además de retrasar la aparición de la metástasis, “también se traduce en que los pacientes viven más”, comenta uno de los investigadores de este ensayo, David Olmos, jefe de la Unidad de Cáncer de Próstata en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y médico en el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga.
El análisis final del estudio SPARTAN, promovido por Janssen, muestra que la apalutamida prolonga la mediana de supervivencia global 14 meses más en comparación con placebo y disminuye el riesgo de muerte en un 22 %. Después de que el estudio SPARTAN alcanzara su objetivo primario de supervivencia libre de metástasis se abrió el ciego, permitiendo a los pacientes que recibían placebo recibir apalutamida.
Después del ajuste por el cruce de pacientes en el brazo de placebo, la mediana de supervivencia del tratamiento con apalutamida y deprivación hormonal superó en 21,1 meses a la del grupo de placebo. Además, el tratamiento con apalutamida etrasó significativamente el tiempo hasta el inicio de la quimioterapia citotóxica de los pacientes.
Olmos destaca que “hoy en día empezamos a tener más estrategias para tratar a estos pacientes en los que cuando falla la deprivacion androgénica, no había tratamientos que tuvieran un impacto en la supervivencia”.
Para Antonio Conde, jefe de Sección Oncología Radioterápica en Hospital La Fe de Valencia, otro hecho destacable es que “la ventaja que se obtiene en supervivencia no es a costa de un deterioro en la calidad de vida de los pacientes, sino que ésta se mantiene”. Esta estrategia terapéutica podría beneficiar, calcula Conde a unos 1.500 enfermos de los 100.000 pacientes prevalentes al año, la mayoría con cáncer de próstata localizado.
La llamada hormonoterapia de segunda generación, en la que se incluye apalutamida, se administración por vía oral y tiene un buen perfil de seguridad, hecho de especial relevancia durante la pandemia por Covid-19, porque ha permitido el tratamiento de los pacientes en el propio domicilio. “El beneficio clínico que se está evidenciando en las publicaciones, unido a la seguridad, hacen de estos fármacos un tratamiento de elección en estas especiales circunstancias”.
Además, Conde ha mencionado entre las vías más interesantes en investigación, la de la combinación de la radioterapia con estos fármacos de nueva generación, tanto en enfermedad localmente avanzada como en la fase metastásica, y que están mostrando un valor sinérgico. Sobre la radioterapia ha expuesto que "gracias a la dotación de la Fundación Amancio Ortega, contamos con un nivel tecnológico que permite realizar técnicas de alta precisión, para el control local y las metástasis”.
En 'NEJM'
También en la reunión virtual de ASCO se han presentado datos del estudio PROSPER, impulsado por Pfizer y Astellas Pharma. Los últimos resultados del ensayo se hacen públicos coincidiendo con su publicación en The New England Journal of Medicine, con Cora N. Sternberg, del Centro Médico Weill Cornell, en Nueva York, como primera firmante.
En este trabajo, en fase III, se administra el antiandrogénico de segunda generación enzalutamida en pacientes resistentes a la castración sin metástasis. La mediana de supervivencia global alcanzad con el tratamiento fue de 67 meses frente a 56,3 en el grupo que recibió placebo.
Mutaciones en BRCA2
El grupo de David Olmos también presenta en esta reunión un estudio en pacientes con mutación heredable en el gen BRCA2, que suele asociarse a tumores de próstata más agresivos. En este trabajo, los investigadores han buscado otros rasgos moleculares que ayuden a determinar si el tumor puede ser más o menos agresivo.
“Por un lado, hemos encontrado la amplificación del gen MYC y, por otro, que también se pierde la segunda copia del gen BRCA2 pero no sola, sino con otros genes, particularmente, con el gen RD1 (del retinoblastoma) Estos dos eventos se suman a la agresividad del cáncer de próstata que ya tiene la mutación germinal”, explica Olmos.
Ambas alteraciones también se identificaron en hasta el 10-15% de los tumores sin la mutación germinal en BRCA2,, que resultaron más agresivos. “Ahora estamos desarrollando un test para identificar a esos pacientes, que podrían ser susceptibles de beneficiarse de tratamientos específicos”.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3esboPU
No hay comentarios:
Publicar un comentario