En estos momentos de Covid-19 podemos constatar el delicado equilibrio del reparto de poder.
Llegó la pandemia y nuestra reacción como país fue unánime, sin fisuras, pero según pasaron los días, fuimos viendo que el impacto de la misma no era homogéneo y las circunstancias de cómo nos afectaba el virus tenían diferentes particularidades, por lo que las acciones de nuestros gestores debían modularse de una forma proporcionada a las necesidades en cuanto a prevención, protección o grupos de población (profesionales sanitarios, personas en residencias, etc.), es decir, las estrategias debían ser más personalizadas incluso por zonas geográficas de residencia.
No cabe duda que la primera reacción ante la pandemia debía ser como país, poniendo en marcha normas estatales que dieran seguridad legal a toda la población ante el primer gran impacto del virus, no obstante, se produjeron graves fallos como el retraso en la prevención de ésta, véase el del confinamiento, la no detección masiva con tests fiables y validados, o los fallos en las medidas de protección (mascarillas, equipos, guantes, geles desinfectantes, etc.).
Además, según fue evolucionando la situación, se evidenció que esta pandemia impactaba de forma asimétrica también geográficamente y por ello, se iba entendiendo la necesidad de estrategias locales y a diferente velocidad. Aquí, las autonomías han jugado un importante papel.
Distintos perfiles de líderes autonómicos
Si bien la mayoría de los representantes autonómicos han ido identificando necesidades sanitarias y económicas legítimas de los ciudadanos que representan y las han convertido en propuestas y
peticiones ante las autoridades nacionales, algunos otros han presentado un perfil con carácter político de diferente ideología al del Gobierno de la nación, y otros muchos han utilizado sus posiciones para hacer reivindicaciones marcadamente nacionalistas.
Es la hora de liderar un política única y consensuada con los que están al frente de la responsabilidad autonómica. No se pueden imponer medidas que no convencen. Se necesita diálogo, coordinación, liderazgo y lealtad institucional por todas y cada una de las partes.
Los ciudadanos entendemos el debate político de la discrepancia y de la diversidad, pero no jueguen con nosotros, ahora no.
Los que vivimos en España confiamos y queremos seguir confiando que vivimos en una democracia, por lo que no duden que aquellos que en estos tiempos de pandemia nos fallen, lo pagarán en las urnas.
Hoy me recordaba mi amigo el magnífico poeta santanderino Juan Antonio González Fuentes una frase de Cornelio Tácito (56 d.C.): “Qué buenos esclavos y qué malos gobernantes”. No cuenten con nosotros para ser esclavos, para los que se den por aludidos.
Off Carmen Peña, farmacéutica Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2XMP8tc
No hay comentarios:
Publicar un comentario