Sanidad no termina de decidirse sobre cómo utilizar la vacuna de AstraZeneca, pero todo apunta a que España seguirá los pasos de sus vecinos europeos y acotará la administración de la vacuna de a menores de 65 años. La edad límite podría bajarse incluso una década porque teniendo en cuenta la población incluida en los ensayos clínicos de esta vacuna no hay seguridad sobre la eficacia en personas mayores de 55 años, según consta en la ficha técnica de la vacuna.
La Comisión de Salud Pública del Sistema Nacional de Salud, integrada por técnicos del Gobierno y las comunidades autónomas, se reunió el jueves por la tarde por segunda vez para tratar de definir un protocolo de uso de la vacuna de AstraZeneca, ante la inminente llegada de las primeras dosis de esta vacuna en los próximos días. La reunión concluyó, sin embargo, a las diez de la noche sin un acuerdo claro y continuará con un nuevo encuentro de los expertos este viernes por la tarde.
De momento, Sanidad y autonomías sólo han acordados que con la vacuna de AstraZeneca que comienza a llegar este fin de semana se empiece a vacunar a los profesionales sanitarios y sociosanitarios en activo no incluidos en los grupos 2 y 3, es decir, los que no son de primera línea y trabajan en centros y establecimientos sanitarios y sociosanitarios, y los odontólogos.
El Consejo Interterritorial del pasado miércoles acordó ya también que las vacunas de Moderna y de Pfizer-BioNTech se reservarían para la población mayor de 80 años, lo que, de facto, supone ya la decisión de no vacunar a mayores de 80 años con la vacuna de AstraZeneca. Quedaría por tanto decidir este viernes por la tarde cómo actuar, si inmunizar con la vacuna de AstraZeneca o no, a la población de entre 55 y 80 años.
En los ensayos clínicos, la eficacia en mayores de 55 años no está tan medida como en las otras homólogas, si bien casi un 6% de los participantes de los ensayos se encuentran en esta franja de edad, la baja incidencia de infecciones impidió tener datos robustos de eficacia. No obstante, en este grupo poblacional se constató, a través de la medición de anticuerpos, una respuesta adecuada. El perfil de seguridad fue similar con respecto al grupo de 18 a 64 años. Con todo, la ficha técnica de la vacuna cuando fue aprobada en el Reino Unido recoge que "los datos de eficacia y seguridad son limitados en individuos mayores de 55 años".
En Europa un grupo de siete ya han anunciado que solo la aplicarán a menores de 65. Alemania ha optado por los 65, mientras que los italianos consideraron colocar el límite en los 55. Polonia lo fija en 60. La decisión que se tome obligará a seleccionar a un grupo prioritario a los que administrar este medicamento, del que llegarán 1.810.575 dosis este mes, una primera remesa alrededor del 6 y el 8 de febrero.
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, apuntó ya el pasado lunes que "es muy posible" que se recomiende solo para grupos más jóvenes debido a la falta de evidencia científica en mayores en los ensayos clínicos realizados por la compañía.
"Con la información de la que disponemos hasta la fecha, los ensayos clínicos no se han realizado en personas mayores de aproximadamente 55 años, por lo que es muy posible que al no tener evidencia de efectos secundarios y eficacia en estos grupos se recomiende para grupos más jóvenes que sí han formado parte de estos ensayos. A falta de alguna información, entiendo que se será prudente", detalló.
Así, considera que España podría seguir el ejemplo de Alemania, cuyos expertos en vacunación apuntaron la posibilidad de no vacunar a mayores de 65 años con la inyección de AstraZeneca. "Por lo que he oído, aunque es muy preliminar, es muy posible que en la Unión Europea tendamos a lo que ha recomendado Alemania", pormenorizó Simón.
En caso de ser así, la decisión de reservar las vacunas de Moderna y Pfizer para la población mayor de 65 años (o incluso de 55 años) y utilizar las de AstraZeneca a medida que vayan llegando para la población menor de 65 años, obligaría en parte reorganizar el plan de vacunación para no retrasar el uso de vacunas ya disponibles, priorizando grupos de población como los trabajadores esenciales por delante de la población más mayor.
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