Según la Constitución de la OMS, uno de los principales objetivos de la organización es alcanzar para todos los pueblos el máximo grado de salud, definida como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades.
Nos encontramos ante un momento de incertidumbre con una serie de tendencias e indicadores sanitarios que no dejan lugar a dudas sobre el envejecimiento de la población y el aumento del gasto en salud. Aproximadamente 151 millones de europeos tendrán 65 años o más en 2080, y el porcentaje de personas mayores dependientes aumentará del 29,6% actual a un 51,2% en 2070, datos reveladores que implican la necesidad de tener un sistema de salud más robusto y con mejores servicios. En España, donde la esperanza de vida según datos de la OMS llega a los 83,1 años, el sector juega un papel fundamental, y su transformación digital -con el desarrollo de la salud digital y la telemedicina de la mano de habilitadores como el 5G- es clave para el bienestar social.
El 5G es la sigla utilizada para referirse a la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil, sucesora del 4G, que cuenta con unas características -velocidad, capacidad y latencia- que son ya fundamentales para la economía y la sociedad. Estos avances, como la baja latencia, menor a 20 milisegundos, y una mayor velocidad de conexión (se espera que llegue a ser hasta veinte veces más rápida que el 4G, con 2 gigas por segundo), permiten que un mayor número de dispositivos se puedan conectar, llegando hasta la cifra de un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado. Esto tiene un potencial enorme de cara a mejorar la atención en las instalaciones sanitarias.
Diagnósticos más precisos
En este sentido, el 5G permite capturar un mayor número de datos de distintas fuentes, con la capacidad de poder analizarlos y extraer conclusiones y diagnósticos más precisos, que facultará hacer lecturas en tiempo real de las constantes de los pacientes para actuar a tiempo en caso de emergencia. De esta forma, la valoración de estos datos se vuelve más rigurosa y exacta gracias a la disminución de tiempos de conexión, recolecta y análisis. Además, estos datos se pueden analizar no ya donde se encuentre el paciente, sino donde su estudio y clasificación sea más eficiente para mejorar el conocimiento de su estado de salud y el posterior triaje. Gracias a ello, la calidad del servicio aumentará independientemente de donde se encuentren los profesionales sanitarios expertos en el análisis de estos datos, que pueden estar trabajando en remoto en distintos países.
Si nos fijamos en el caso concreto de la cirugía, el 5G ha supuesto una auténtica revolución. Esta tecnología ha permitido que los médicos puedan ayudarse y orientarse entre ellos durante una operación aunque estén a kilómetros de distancia. Un ejemplo lo encontramos en la iniciativa del Hospital Clínic de Barcelona y Advances in Surgery (AIS). Gracias a la rapidez y la baja latencia de la conexión, un cirujano experto puede teledirigir en tiempo real a otro con tan solo apretar un botón, haciendo que millones de operaciones en todo el mundo mejoren su rumbo. Según Antonio de Lacy, Jefe de Cirugía Gastrointestinal del Hospital Clínic de Barcelona y fundador de AIS, “se trata de un mecanismo para poder dar instrucciones desde el despacho para seguir adelante con una intervención”.
De hecho, el 5G empieza a marcar la diferencia en situaciones de grave emergencia. Una reciente prueba realizada por la Fundación SSG ha demostrado que un dron conectado puede transportar un desfibrilador a una persona con un paro cardiaco hasta cuatro veces más rápido que una ambulancia, permitiendo además una atención en remoto por parte de un médico. Se trata de un proyecto del programa Piloto 5G Andalucía, impulsado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital a través de Red.es, y que está siendo desarrollado por Vodafone y Huawei.
El reto de la sostenibilidad
El gran reto de la sanidad es hacerla sostenible, y para ello debe apoyarse en tecnologías habilitadoras como el 5G y otras herramientas de medición y analítica -como el big data o la inteligencia artificial- que posibiliten trabajar más en la prevención y desde un enfoque más personalizado. Esto permitirá mejorar la experiencia del paciente y otorgar mayor autonomía a través de sistemas deslocalizados como la telemedicina, la teleasistencia y la monitorización remota.
Para hacer esto posible, es necesaria la colaboración de todo el ecosistema de sanidad, donde el sistema público, el sector privado y los ciudadanos trabajen en conjunto compartiendo datos para ofrecer una mejor atención sanitaria. Se están dando pasos para una progresiva integración de todos los players del sector con, por ejemplo, la reciente creación de la Dirección General de Salud Digital y Sistemas de Información, pero aún queda camino por recorrer.
El 5G ayuda a la medicina a generar resultados más eficientes en la detección, prevención y cura de enfermedades. Permite optimizar los recursos y realizar diagnósticos más precisos basados en datos y en información de miles de dispositivos conectados en tiempo real. En definitiva, el 5G mejora la vida de las personas.
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