Porque se quiere ofrecer más servicios profesionales, porque es una farmacia antigua y urge modernizarla, porque se quiere ampliar, ya que se ha quedado pequeña... Sea cual sea el motivo que impulse al farmacéutico a reformar su botica, antes de tirar ningún muro son muchas las cosas que hay que tener en cuenta, más allá de elegir el mobiliario y escoger los colores. Una de ellas, quizás la más tediosa y de la que menos se habla, es la burocracia asociada a la reforma.
Adela Bueno, abogada y responsable del Departamento Jurídico de la consultora Asefarma, subraya que lo primero que hay que saber es que “la Consejería de Sanidad de la comunidad autónoma que corresponda deberá estar al tanto de la reforma”. Por ello, “el farmacéutico debe dar cuenta de ello presentando la autorización de modificación de local de oficina de farmacia y entregando la documentación adicional pertinente, como la memoria explicativa del proyecto, los planos originales y los resultantes del local que se va a reformar".
Además, como señala a CF debe abonar una tasa en concepto "de prestación de un servicio público por parte de la Administración, lo que supone la tramitación del expediente y emisión de resolución, autorizando la modificación solicitada".
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