El punto fuerte de las técnicas de diálisis domiciliaria (hemodiálisis domiciliaria y diálisis peritoneal) es que constituyen la mejor versión del empoderamiento del paciente con su tratamiento. La diálisis domiciliaria supone una mejora de la calidad de vida de los pacientes que deben someterse a este tratamiento, ya que permite adaptar las sesiones a los horarios que mejor les convienen y, por tanto, una mejor y mayor integración social, laboral y familiar. La enfermería nefrológica constituye un pilar fundamental sobre el que se sostiene un programa de este tipo, ya que son las profesionales encargadas de acompañar a los pacientes durante el obligado periodo de entrenamiento en las técnicas, resuelven todas sus dudas, realizan controles periódicos y el seguimiento de las posibles incidencias que puedan aparecer.
De esta realidad dan buen ejemplo en la Unidad de Diálisis Domiciliaria del Hospital Universitario Francesc de Borja de Gandía (Valencia), formada por los doctores Celia Climent y Andrés Antolín y las enfermeras Vanessa Gimeno, Alba Puig y Lara Avellá, que desde su constitución ha facilitado que más de 200 pacientes de todas las edades realicen el tratamiento de diálisis en su domicilio.
El programa de hemodiálisis domiciliaria, que comenzó en 2018, cuenta actualmente con 10 pacientes activos y la diálisis peritoneal, con 15. Según nos comenta Vanessa Gimeno, enfermera con experiencia contrastada en técnicas de diálisis domiciliaria, "la enfermera acompaña al paciente durante todo el proceso y es y será la profesional de referencia, consiguiendo un alto nivel de confianza, proximidad y relación con el paciente".
Esa relevancia se aprecia desde el primer momento. Una vez el paciente llega a la unidad, se recopila toda la información y tras una reflexión conjunta entre nefrólogos, enfermería, los pacientes y sus familias, se elige el tipo de tratamiento que mejor se adapta a su condición física y situación personal. "Fundamentalmente, las enfermeras aprovechamos el contacto y la interacción directa con el paciente para discernir la técnica más adecuada para cada uno y la que suponga un menor impacto tanto en su vida social como familiar", apunta Gimeno.
Una vez decidido el tratamiento y el abordaje en el domicilio, "la enfermera inicia este proceso con un periodo exhaustivo de entrenamiento, que dura aproximadamente 4-6 semanas de media, pero siempre adaptado al ritmo de aprendizaje del paciente". Este tiempo se aprovecha para generar una relación de confianza y poder así resolver sus dudas e inquietudes, tanto a nivel técnico como organizativo en su domicilio. El mismo día de inicio de la técnica en su domicilio, "la enfermera hace una visita presencial, donde comprueba el material (ubicación, organización...) creando así un ambiente de mayor seguridad para el paciente", comenta Gimeno. El seguimiento conlleva revisiones periódicas en el hospital, "en las que reforzamos la formación adquirida". Los pacientes en técnicas domiciliarias también disponen de atención telefónica continua y asistencia ante posibles incidencias.
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