Repasando viejos recortes periodísticos de la era prepandémica, doy con una noticia de la Agencia EFE, fechada en febrero de 2018, relativa a una iniciativa registrada en el Parlamento de Canarias para modificar la denominación de «auxiliar de enfermería» por la de «técnico en cuidados de enfermería» (TCE), con el fin de cumplir la normativa estatal. En algunos hospitales lo veo escribir «técnico en cuidados auxiliares de enfermería» (TCAE); y, en realidad, el nombre del título oficial es ―si no me equivoco― «técnico medio sanitario en cuidados auxiliares de enfermería» (TMSCAE), que resulta aún más largo y rimbombante. Me llama poderosamente la atención uno de los motivos aducidos para solicitar el cambio de nombre: «la iniciativa parte del colectivo, que considera que el término actual es peyorativo». ¿¡Peyorativo «auxiliar de enfermería»!? No me lo parece, la verdad, y lo veo más sencillo, manejable y fácil de recordar que todo ese batiburrillo de siglas burocráticas y administrativas.
Esto me recuerda a la situación que se dio en España cuando, en 1952, se unificaron las profesiones de enfermeras, comadronas y practicantes bajo el título común de «ayudante técnico sanitario» (ATS); en 1977, con la creación de las escuelas universitarias de enfermería, se transformó en «diplomado universitario en enfermería» (DUE, que en las tres comunidades autónomas que tienen el catalán como lengua cooficial se escribía DUI [diplomat universitari en infermeria]); y tras la implantación del Plan de Bolonia en 2010 pasó a ser «graduado universitario en enfermería» (abreviado GRUE por unos y GUE por otros). Cansadas del baile de siglas, algunas enfermeras pasaron a usar «profesional de enfermería» (PE), pero la mayor parte han optado por recuperar el título tradicional de «enfermera», que es sencillo, manejable, goza de amplia tradición histórica, no requiere abreviación ni creo que nadie considere peyorativo (más bien lo contrario). Escribo bien «enfermera», en femenino genérico englobador también de los enfermeros, por los motivos que ya he expuesto en otra ocasión. Es este un uso asentado en español para los grupos humanos con predominio femenino abrumador, y aceptado de buen grado en nuestro medio. Por ejemplo, en este breve vídeo de Digital Nursing, grabado en 2020 con motivo del Año Internacional de las Enfermeras, una voz masculina en off proclama «ser enfermera es una forma de vivir» [00:17] y un enfermero con toda su barba muestra a la cámara un cartel en el que puede leerse «soy enfermera» [01:08].
Se me hace extraño que auxiliares de enfermería y enfermeras se prestaran en algún momento ―o se sigan prestando hoy― a tales bailes de siglas. Quizá porque formo parte de un colectivo que desde hace siglos viene usando «médico» con independencia de que el burócrata de turno escriba en tal o cual texto legislativo «facultativo especialista de área» (FEA), «licenciado en medicina y cirugía» (LMC) o «graduado universitario en medicina» (GUM).
Fernando A. Navarro
Hay quienes consideran que la denominación tradicional «auxiliar de enfermería» es un término peyorativo. ¿Lo es o no? Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/71E5fGU
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