Pocas personas en Sanidad pueden hablar con tanta autoridad como quien se enfrentó a la primera pandemia, la gripe A en 2009. José Martínez Olmos conoce las costuras del sistema sanitario desde muchos puntos de vista. Ligado a la Medicina desde que se licenció en Medicina y Cirugía y especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, como diputado y senador ha sido portavoz del PSOE en la comisión de sanidad de cada Cámara legislativa. Antes de asumir la secretaría general del Ministerio de Sanidad en 2005 (hasta 2011), fue director general de Farmacia un año. Es profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública en Granada.
PREGUNTA. La sanidad pública está crisis, pero no es algo novedoso porque arrastra problemas desde antes de la pandemia. ¿Estamos ahora más cerca del colapso?
RESPUESTA. Sí, lo cierto es que ahora se ha agudizado más. Por una parte, evidentemente la covid ha obligado a atender esa emergencia y eso ha condicionado también la ralentización de la actividad habitual. Eso se ve en las listas de espera, quirúrgicas y de pruebas diagnósticas, y también en las consultas. También hay que contar con el impacto en los profesionales por el esfuerzo que han tenido que hacer. Además, se ha puesto de manifiesto algo que los expertos ya sabíamos y es toda la problemática de la cronicidad y la falta de respuesta adecuada desde el punto de vista sanitario a las personas que están en residencias de mayores. Sí que estamos en una situación más aguda y los desafíos que ya sabíamos que había que afrontar, ligado fundamentalmente a la cronicidad y envejecimiento, se han agudizado con este asunto. Y luego está todo el desafío que la digitalización nos traslada a cualquier organización. Estamos en un momento donde hay que plantearse cómo planificar el futuro y superar esta circunstancia.
P. Esta semana desde Aragón, el presidente Lambán ponía de manifiesto la necesidad inmediata de abordar todo esto desde el consenso que ofrece un pacto de estado. ¿Se podría?
R. No soy optimista de que sea posible un pacto de estado porque creo que hay dos modelos diferentes de sanidad: los que tienen la opción política en la derecha y en la izquierda. Es difícil que encajen juntos porque cuando se habla de pactos estamos diciendo pongámonos de acuerdo en el modelo y luego ya que lo gestione el que gobierne. Pero el modelo significa más: es decidir el peso de lo público y lo privado. Y yo creo que hay dos modelos diferentes. De hecho, cuando yo estuve en el Gobierno intentamos un pacto de estado y no fue posible.
P. ¿Es imposible del todo llegar a puntos comunes?
R. Creo que hay elementos para un gran acuerdo. La idea de pacto de estado engrandece el objetivo. Por ejemplo, sí hay que llegar a un acuerdo sobre la financiación, que, además, es necesaria porque la financiación autonómica está pendiente de renovar desde el 2009. Sí hay aspectos para el acuerdo y están en la Comisión de Reconstrucción, donde se hicieron una serie de recomendaciones como son por dónde orientar el sistema sanitario que cuenta con esa mayoría de apoyo de los grupos parlamentarios; sí que hay que hablar de reformas que podrían, y deberían, contar con un gran acuerdo. Pero, mi opinión es que no se dan los mimbres, ojalá me equivoque, para un pacto de estado. Sí, en cambio, para un gran acuerdo sobre cómo reformar la sanidad, sobre cómo financiarla y cómo afrontar el principal desafío que es la cronicidad.
"Hay que llegar a un acuerdo sobre la financiación"
P. La financiación autonómica es un gran desafío. ¿Cómo se aborda para reducir la brecha de inversión entre comunidades?
R. En la financiación hay dos criterios fundamentalmente para aumentar la autonomía fiscal de las comunidades. Esto tiene que ver con la capacidad, por ejemplo, de eliminar los tributos para la sucesión, etcétera, o aumentar la participación de las comunidades autómomas en la decisión sobre el impuesto de la renta, donde las comunidades pueden decidir dónde destinan las partidas. Pero la financiación queda en manos de cada autonomía, es lo que dice la Constitución. Así, una financiación finalista no es posible con el modelo que tenemos de Estado. Otra cosa diferente es que cuando las comunidades acuerden hacer cosas en el Consejo interterritorial las cumplan. Lo que hay que hacer es renovar los criterios por los que hoy se financia la autonomía para tratar de reducir las diferencias entre ellas. Pero, para todos los servicios que tienen que desarrollar, no solamente para los sanitarios, y eso es lo que está pendiente.
P. A veces se argumenta la ineficiencia del sistema...
R. El problema, fundamentalmente, que tiene la financiación de la sanidad es que las necesidades son cada vez mayores por la policronicidad, que requieren más tiempo de atención y recursos, pero muchos son de enfermería o incluso de cuidado del sector sociosanitario. Además, en los próximos años, según la expectativa de desarrollo demográfico, vamos a tener cada vez más personas mayores; vamos a tener un incremento de la población de más de 65 años en los próximos seis, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Lo que hay que hacer es una reforma y un debate como el que plantea Aragón puede ser oportuno. Aunque, como reconocen, el momento actual no sea el más idóneo. Pero no vamos a inventar cosas que no estén ya definidas en la Comisión de Reconstrucción del Congreso de Diputados. Sinceramente, porque todo gira alrededor de esa reflexión de los expertos.
P. Y lo analizado en la Comisión, ¿sería factible de convertirse en una suerte de guía?
R. Sí, así lo he percibido yo. Mi experiencia los últimos 30 años en sanidad es que el momento más cercano que he visto de tener consenso para un diagnóstico compartido por todos los grupos parlamentarios ha sido la Comisión.
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