Los profesionales del SUMMA 112 (Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid) acuden a la llamada de un varón de 55 años por dificultad respiratoria; cuando llegan al domicilio, le asisten en una parada respiratoria que se revierte, gracias a su rápida capacidad de reacción. El paciente presenta bajo nivel de conciencia; se le explora buscando si el origen es lo que técnicamente se conoce como estructural (patología cerebral: un ictus o una hemorragia intracraneal) o si se debe a un patrón no estructural (metabólico, como alteraciones de electrolitos). La exploración arroja un patrón inespecífico, no indica que la situación de coma tenga origen neurológico. Una vez que se le efectúa el soporte vital y es intubado, se traslada al Hospital Universitario de Móstoles. Allí, las pruebas realizadas en Urgencias y Radiodiagnóstico no revelan lesiones del sistema nervioso: no hay isquemia, ni hemorragia cerebral, ni edema; las analíticas tampoco aportan información de relevancia.
Al cabo de unos días con el paciente intubado en la UCI, cuando se intenta el destete de la ventilación mecánica, los médicos intensivistas observan que no hay respuesta, y continúan las dificultades para respirar. Se recurre a una nueva batería de pruebas, con la participación de los servicios de Neumología y Neurología, que finalmente dan con el diagnóstico: esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Este caso clínico es, para Ángel Luis Burgos, médico adjunto del Departamento de Formación del SUMMA 112, un claro ejemplo de la importancia de “la continuidad asistencial”, que consigue la atención coherente para cada enfermo gracias a que “todos los eslabones de la cadena asistencial tienen el foco puesto en el paciente”.
El caso ejemplifica la importancia de la implicación de diferentes servicios, apunta a DM Javier de Castro, jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario de Móstoles, así como de la coordinación del hospital con las urgencias extrahospitalarias. De hecho, son ellos los que dan aviso de ciertas condiciones sociosanitarias que sugieren que podía haber algo más que una patología respiratoria aguda detrás de este caso.
Detalles no tan anodinos
En ese sentido, Ángel Luis Burgos recalca el papel clave de la historia clínica. Advierte de que “a veces se nos pueden pasar por alto detalles que consideramos anodinos o que no llegamos a conocer. Con este paciente, por ejemplo, nos acabamos enterando por la familia de que llevaba tres semanas antes de que acudiéramos a su domicilio sin hablar con normalidad, aunque él no quería ir al médico. Además, encontramos al paciente en un estado de falta de nutrición, de mal cuidado y de caquexia, situación que luego achacamos a que no podía moverse, ni comer bien, debido al fracaso muscular de la parte alta del cuerpo”. Burgos recuerda que “esta no es la forma habitual de debutar de la ELA; generalmente, la enfermedad neurodegenerativa comienza en las extremidades, pero aquí empezó a afectar a la musculatura de cara, cuello y tronco”.
Los detalles de este llamativo caso se han presentado en Ia I Jornada Multidisciplinar de Casos Clínicos en Emergencias, organizada por el SUMMA y el Hospital Universitario de Móstoles. Javier de Castro, coordinador de la jornada, considera que el evento contribuye a estrechar la relación entre los servicios de urgencias extrahospitalaria SUMMA 112 y los servicios clínicos del Hospital Universitario de Móstoles. Es también una forma de conocer los problemas a los que se enfrentan estos profesionales en el abordaje de las urgencias, así como de que ellos se acerquen a la realidad hospitalaria.
Los casos presentados fueron atendidos inicialmente por el SUMMA y contaron con la implicación de diferentes servicios del Hospital Universitario de Móstoles, tales como Cuidados Intensivos, Urgencias, Radiodiagnóstico, Cardiología, Medicina Interna, Neumología y Neurología. Se seleccionaron por su relevancia clínica, de forma que el sorprendente diagnóstico final no coincide con la sospecha inicial. Ya se está preparando la siguiente jornada, “nuestra intención es que sea una cita bianual”, confirma Javier de Castro.
Pérdida de conciencia en mujer joven
Con esos criterios de selección no es de extrañar que los asistentes hayan seguido muy interesados (así lo atestigua una valoración de la jornada de 9 sobre 10) las exposiciones, como la de una mujer joven con pérdida de conciencia, que presentaba una clínica atípica de mareos y cierta alteración de la conducta. El cuadro, comenta el también coordinador de la jornada, Ángel Luis Burgos no hacía sospechar inicialmente que estuviera sufriendo un tromboembolismo pulmonar. “Estaba mostrando signos de hipoxia; cuando llegó al hospital hizo una parada cardiaca”. Gracias al manejo de los scores de probabilidad de los especialistas del SUMMA, lo que inicialmente se podía haber considerado un simple mareo en alguien joven sin otra clínica, levantó las adecuadas sospechas tras la exploración y recogida de datos. “Muchas veces no podemos afinar, porque como decimos son cuadros mentirosos, pero hay signos que nos alertan de que algo no va bien”.
En la piscina no todo son ahogamientos
También fue un cuadro mentiroso el de otra paciente que estaba nadando en la piscina y entró al hospital con un diagnóstico de ahogamiento, pero en la que después se confirmó una hemorragia subaracnoidea, consecuencia de un aneurisma cerebral.
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