Toni de Gregorio, farmacéutico comunitario en Valencia, ha participado en una de las pruebas más duras y técnicas de mountain bike, la Cape Epic, que se celebró a mediados de marzo en Sudáfrica. Es conocida como la "indomable", lo que demuestra la exigencia de una carrera solo apta para los fuera de serie.
Una carrera en la que se sufre y se disfruta al mismo nivel. "Los deportistas que hacemos estas cosas no es que suframos el 50% y disfrutemos otro 50%, es que no diferenciamos entre sufrimiento y disfrute; es una mezcla indivisible. Estás sufriendo, pero en ese sufrimiento encuentras satisfacción. La balanza se decanta cuando consigues tu objetivo y es ahí donde se produce la disociación entre sufrimiento y disfrute y pasas a una satisfacción plena". Entre risas dice que es culpa de las endorfinas.
Cuando aún no le ha quitado el polvo a su bici y todavía tiene las marcas del sol en su rostro, De Gregorio nos cuenta cómo ha vivido esta experiencia, que para él no solo ha sido una prueba deportiva sino también una enseñanza de vida. "Soy muy aficionado a este tipo de aventuras y retos que me interesan desde el punto de vista deportivo, pero de las que también saco grandes lecciones para la vida tanto personal como personal", afirma este farmacéutico.
Y añade un matiz: "Cuando se trata de un reto que se ha conseguido en pareja, es aplicable al trabajo en equipo que llevas a cabo todos los días en la farmacia. Me parece fundamental concienciarse de que en un contexto de respeto y buena intención se puede conseguir retos de un nivel máximo si se plantean las cosas en equipo y no de manera individualista".
El mejor amigo del ciclista
Y hablando de retos compartidos, De Gregorio llegó a la meta y se coronó como finisher gracias a su compañero Javi con el que comenzó y terminó la carrera (la Cape Epic es una prueba que debe realizarse por parejas) y gracias al compromiso que él adquirió también para poder cumplir el objetivo.
Pero vayamos al génesis; al por qué De Gregrorio y su compañero decidieron formar equipo para, así, entender que el mejor amigo del ciclista no es su bici sino el que rueda a su lado. "Éramos cuatro amigos los que participábamos en la carrera y el criterio que prevaleció para emparejarnos fue tener un nivel físico y técnico similar, buscando ser lo más parecido posible en lo fundamental, aunque en otros aspectos secundarios seas diferentes, y es ahí donde se da la complementariedad", explica a CF.
Cuenta que ya se conocían desde hace años y ya eran muy amigos; habían compartido entrenamientos, aprendió mucho de él desde el punto de vista técnico... Pero en la carrera, casi al inicio, cuando ya habían hecho unos cuantos kilómetros bajo el sol africano, algo sucedió. "Al concluir la segunda etapa, que terminó siendo la más larga (casi 100 km, 9 horas de pedaleo y 2.400 metros de desnivel), yo estaba satisfecho de haber superado una etapa tan complicada. Pero a mi compañero lo noté serio y le pregunté qué le pasada. Me dijo que tenía serias dudas de que pudiéramos llegar juntos al final. Él quería llegar a la meta a toda costa y se planteó si tendría que seguir sin mí".
De Gregorio no se espera aquel mensaje tan duro. "Fue un jarro de agua fría para mí. Le dije que la prueba era por parejas, no individual, y que teníamos que hacer todo lo posible los dos por mantenernos juntos".
En ese momento, cuando todo podría acabar de la peor de las formas, De Gregorio, lejos de hundirse, sacó todo el coraje y la fuerza interior que albergaba y le hizo una promesa a su amigo y compañero. "Le prometí dar todo lo que estuviera en mi mano, pero también le pedí que me ayudara para terminar en clasificación".
Para él, "esa conversación marcó el resto de la prueba". Reconoce que, "psicológicamente fue un golpe escuchar determinadas cosas, pero, en vez de tomármelo a la tremenda, reflexioné, me puse en su lugar, entendí el porqué de sus palabras y traté de mantener la unión entre los dos y seguir con el foco puesto en el objetivo, que era terminar la prueba".
Comunicación y sinceridad
¿Y que moraleja se puede sacar de esta experiencia? Aunque cada lector pueda extraer una, De Gregorio nos cuenta la suya: "La comunicación es fundamental en cualquier relación, que, muchas veces, fallan porque no existe. Además, esa comunicación debe ser sincera, honesta y respetuosa". Y añade: "La verdad duele, pero dicha desde el respeto y con la mejor intención puede cambiar las cosas y reorientarlas al objetivo que te has marcado".
También pone en valor la empatía para el buen entendimiento y una buena comunicación: "La clave está en la empatía. Uno al decir algo se tiene que poner en el lugar del otro y el otro, al recibir el mensaje, aunque sea duro, debe interpretarlo asumiendo la mejor intención posible por parte del otro".
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