Solo hay una forma de librarse del sarampión: la vacuna. “No hay otra forma de cortar la transmisión”, sentencia la portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), María del Mar Tomás Carmona. Mientras los virus de la familia de los paramixovirus, el causante de la infección hace de las suyas por el mundo, España goza de un escudo casi perfecto gracias a las altas tasas de cobertura vacunales.
La nueva alerta de sarampión se debe a dos brotes importantes. Uno en Reino Unido, donde entre el 23 de octubre de 2023 y el pasado 15 de enero se registraron 198 casos confirmados y 104 casos probables en el condado central de West Midlands. Un 80% de ellos se localizó en Birmingham. Esto ha provocado un llamamiento masivo a la vacunación contra el virus en todo el país. La directora de Agencia de seguridad sanitaria del Reino Unido (UKHSA), Jenny Harries, ha manifestado que se requiere “actuar a nivel nacional” para garantizar que reciban la vacuna los niños y algunos adultos nacidos entre 1998 y 2004.
El otro ha tenido lugar en Rumanía, donde han fallecido tres menores, lo que ha llevado a declarar la situación de epidemia. Según datos publicados en Eurosurveillance, tras dos años sin registrar casos, de marzo a agosto se registraron más de 500 casos. A finales de año, según su ministerio de Sanidad, ya se acumulaban más de dos millares.
“Desde 2018 llevamos advirtiendo sobre el asunto”, reclama Tomás. “Las coberturas vacunales por debajo del 95% dejan espacio para la transmisión del virus”, subraya. A finales de 2023, desde la OMS y el ECDC se alertó de la situación e incidió en recuperar las tasas de vacunación que por un motivo u otro han descendido.
Durante las dos primeras décadas del milenio, la cobertura estimada de a nivel global creció del 72% al 86%, pero la covid frenó el ascenso, bajando al 83 % en 2020 y al 81% en 2021. Al año siguiente se recuperó el 83% y la inmunización aumentó en todas las regiones excepto en el continente americano y el europeo.
Tomás recalca que “los movimientos antivacunas, su resurgimiento durante la pandemia y su permanencia tras la misma han provocado ‘agujeros’ en el sistema”. Pero no solo ellos tienen la culpa. “Los problemas de acceso a la vacuna, también. Hay obstáculos estructurales como las guerras y los desastres causados por el clima que impiden eliminar esta enfermedad infecciosa”.
Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), su vicepresidente, Pedro Gorrotxategi, explica cómo el virus se aprovecha de las fisuras del sistema para entrar. “Esto sucede cuando un niño, que no cuenta con la inmunización, entra en una comunidad en la que hay grietas en las tasas vacunales. Si hay circulación del virus, él y aquellos niños que estén sin inmunizar generarán un brote”.
La portavoz de la Seimc señala que España tiene los deberes hechos. “Si hay un brote sería limitado, tenemos un buen trabajo hecho con las coberturas vacunales en los menores”. La Asociación Española de Pediatría (AEP) recoge que la cobertura media supera el 95%, pero hay margen de mejora.
“Hay que tener en cuenta que la inmunización completa la forman las dos dosis y que en ambas hay que superar el umbral del 95%”, matiza Tomás. En la primera dosis, que se inyecta a los 12 meses, en el conjunto de España se llega al 97,2%. Son 12 las regiones que superan el objetivo del 95% (además, tres más rozan esta cifra); mientras que otras cuatro comunidades están por debajo o no aportan datos (solo Melilla por debajo del 90%, y Castilla-La Mancha solo un poco por encima de esta cifra).
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