Pueden ser palabras que ya estaban recogidas en los diccionarios generales, pero que ahora pasan a estar en boca de todos; y el hablante medio, como es lógico, se pregunta por su significado exacto o duda a la hora de escribirlas. Se calcula que la página web del Diccionario de la lengua española recibe entre uno y tres millones de consultas diarias, y el «Registro de consultas» de la RAE permite saber cuáles son las palabras más buscadas en un momento dado. Entre la lista de palabras más buscadas en marzo y abril, es fácil espigar medio centenar de términos estrechamente vinculados, de un modo u otro, a la covid-19: afectar, altruismo, análisis, asepsia, asintomático, barbijo, cepa, confinamiento, contagiar, cuarentena, cuidar, diezmar, disnea, empírico, endemia, enfermedad, epidemia, exacerbar, febrícula, fómite, héroe, hipocondría, hisopo, infectar, infestar, inocuo, intubar, lavar, lejía, letargo, mascarilla, medicar, médico, mitigar, moratoria, morbilidad, morgue, murciélago, neumonía, pandemia, pangolín, ralentizar, remitir, resiliencia, resistir, salud, solidaridad, triaje, virólogo, virtual, virus, vulnerable. También se buscan, por supuesto, tecnicismos, neologismos, localismos y extranjerismos no incluidos (¿aún?) en el diccionario de la RAE, como apanicar, coronavirus, covid, cuarentenar, cubrebocas, desconfinamiento, desescalada, disforia, encuarentar, EPI, ERTE, google, guasap, infodemia, nasobuco, odinofagia, online, rinorrea, sanitizar, seroprevalencia, tamizaje y videollamada.
Los hablantes, aparte, siguen creando nuevas palabras para describir la realidad que los rodea, también en tiempos de pandemia. Algunos de estos neologismos covídicos se crean seriamente de arriba abajo y con ánimo perdurable, como la infodemia de la OMS, las arcas de Noé anunciadas por las autoridades españolas como lazaretos de aislamiento para pacientes leves o asintomáticos, o los puestos de covid‑auto para hacer posible el cribado rápido sin bajar del coche; pero la mayoría son de origen popular, humorísticos y pensados como flor de un día. Si en inglés los hablantes de a pie están llamando al SARS-CoV-2 the rona o Miss Rona (por abreviación de corona), entre nosotros hemos visto nacer también alias coloquiales como coronabicho, acojonavirus, cabronavirus, carallovirus, cojonavirus, confinavirus, coñazovirus o coronito. Destaca por su productividad el prefijo corona-, usado en neologismos más o menos jocosos como coronacrisis, coronabonos, coronaplausos, coronapijos, coronafiestas, coronadivorcios, coronacoma (económico) y coronaburrirse. Quienes se coronaburren, por cierto, son llamados coronaburros, mientras que para otros los coronaburros (también llamados covidiotas o coronajetas) son quienes no se toman en serio la pandemia y ponen en riesgo la salud colectiva con sus irresponsabilidades (no respetar el distanciamiento social, desobedecer las órdenes de confinamiento, difundir noticias falsas, acaparar más alimentos o productos de los que realmente necesitan, etcétera). Simultáneamente, nuestras ventanas y terrazas se poblaron de balconazis o policías de balcón, torquemadas autoproclamados que se dedican a insultar o acusar públicamente (a veces, incluso humillar, intimidar, vejar o agredir) a los coronaburros que salen a la calle o no llevan mascarilla, sí, pero también a abnegados vecinos expuestos al coronavirus por motivos laborales. Los neologismos chistosos son incontables: desde las vinollamadas o birrallamadas para quedar por Internet a tomar una copa con los amigos hasta la generación de cuarenténials, corónials o pandémials (que para unos está formada por quienes hemos padecido esta pandemia, mientras que para otros lo estará por quienes nazcan nueve meses después del confinamiento), pasando por los perreros (que sacan a pasear al perro un montón de veces al día para escapar del confinamiento), los cuñavirus (que hace cuatro días no sabían una palabra de virología ni epidemiología y ahora van dando lecciones, cuando no ejercen directamente de epimiedólogos o de bulócratas), las más-carillas (que se dispararon de precio durante los primeros meses de pandemia) y la depresiva cuarempena que aqueja a tantas presonas recluidas sin poder salir de casa en la nueva covidianidad. Cuando el confinamiento, inicialmente decretado por dos semanas, empezó a prorrogarse una y otra vez, se convirtió en sinfinamiento; que unos aprovecharon para hacer ejercicio físico (crossfinamiento o cuarentrena); otros, para darle al alcohol (convinamiento); otros, para el guisoteo (cocinamiento); muchos, en fin, para vaguear y practicar el sillombol; lo cual, unido a la proliferación de repostería casera y al constante picar entre horas (con lo que el día pasaba a ser una desayualmueriendena continua), supuso para muchos un auténtico confitamiento con varios kilos de más. No es de extrañar que algunos propusieran rebautizar año dos mil vientre a este pandémico 2020. El tiempo dirá si alguno de estos neologismos populares llega a ser algo más que efímero entretenimiento para sobrellevar la cuarempena.
Fernando A. Navarro
Apanicar, balconazis, confinamiento, coronapijos, covid-auto, covidianidad, cuarempena, cuñavirus, desescalada, EPI, hisopo, pandémials, pangolín, sinfinamiento, vinollamada, vulnerable... La covid-19 ha traído consigo toda una coronalengua de tecnicismos, neologismos y acuñaciones populares. Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3bZx7Nv
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