Cada año se diagnostican en Europa entre 6 y 9 casos nuevos de enfermedad de Crohn por cada 100.000 habitantes, la mayoría entre personas de edad adulta, ya que este trastorno presenta un pico de incidencia en el adulto joven, aunque como reconoce Javier Martín de Carpi, jefe del Servicio de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, la presentación en la edad pediátrica “cada vez es más frecuente y cada vez se diagnostican más casos y a edades más precoces”.
Se trata de una dolencia crónica del aparato digestivo, englobada dentro de las denominadas enfermedades inflamatorias intestinales, que cursa con episodios de inflamación de diferentes partes del mismo.
El diagnóstico de la enfermedad de Crohn no siempre es fácil, sobre todo en los niños, en los que “muchas veces el inicio de los síntomas es insidioso y progresivo a lo largo del tiempo y en ocasiones los síntomas son menos específicos” que los habituales (diarrea, dolor abdominal y eliminación de sangre y moco con las deposiciones) y pueden pasar por la pérdida de peso a lo largo de semanas o meses, la disminución del apetito, el retraso en el crecimiento, el retraso puberal, o el dolor abdominal de larga evolución.
El problema es que es precisamente en estos pacientes, que están en proceso de crecimiento y desarrollo, en los que el diagnóstico precoz es más importante, ya que la inflamación mantenida en el tiempo “puede interferir en dichos procesos, lo que conlleva consecuencias que en algunos casos pueden ser irreversibles, como puede ser la alteración en la talla final”, añade.
El tratamiento de la enfermedad de Crohn se basa en diferentes estrategias, tanto nutricionales como farmacológicas. “El avance en terapias medicamentosas con efecto modificador de la respuesta del sistema inmune del individuo ha sido muy importante en los últimos años, pero todavía no disponemos de una estrategia que aúne las características que la convertirían en un tratamiento ideal, con utilidad universal y efecto duradero”, sostiene Martín de Carpi, quien añade un hándicap más para los pacientes pediátricos: el hecho de que la aprobación de los nuevos fármacos llegue con bastante retraso respecto al adulto.
Entre esos tratamientos farmacológicos, Antonio M. Moreno García, especialista de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), destaca dos: vedolizumab, un anticuerpo monoclonal que bloquea la integrina α4β7 que se expresa en algunas poblaciones de linfocitos T, y ustekinumab, un anticuerpo monoclonal anti-interleucina (IL)-12/23, que actúa bloqueando los receptores de estas interleucinas que se expresan en las células del sistema inmune. Ambos con “un excelente perfil de eficacia y de seguridad con mínimo riesgo de infecciones oportunistas”.
La nutrición, herramienta “fundamental” en el tratamiento
Según explica Martín de Carpi, la terapia nutricional con fórmulas específicas y de manera exclusiva “ha demostrado sobradamente su papel” en determinados pacientes con enfermedad de Crohn. Es más, añade el experto que, durante décadas, el abordaje nutricional de los pacientes con Crohn se ha basado “en la nutrición enteral exclusiva”. Una estrategia que, sostiene, sigue resultando “especialmente atractiva” para los pacientes en edad pediátrica, ya que muchas veces llegan al momento del diagnóstico “con un deterioro nutricional importante”.
Sin embargo, matiza que por las características de esta estrategia (sustitución de una dieta regular por un alimento líquido) “su uso se limita en la actualidad a las fases iniciales de la enfermedad, seguidas de otros tratamientos farmacológicos una vez el paciente alcanza la remisión de la fase activa de la enfermedad y reinicia una dieta normal”.
Esta dieta normal, según Moreno García, debe ser “completa, variada y equilibrada”, y se debe ir “adaptando a cada fase en la que se encuentre el Crohn”. Es decir, en una fase de remisión, sin actividad de la enfermedad, lo aconsejable sería “una dieta sana y variada, sin restricciones, siendo el modelo la dieta mediterránea”. Cuando la enfermedad está activa y se sufre un brote, ya sea este moderado o grave, el paciente puede ingerir escasa cantidad y calidad de alimentos, realizando una dieta restrictiva. En esos casos, según el experto, se aconseja “una dieta adaptada que en muchas ocasiones se acompaña de suplementos nutricionales para ajustar el equilibrio energético y de nutrientes”, ya que si se consigue mejorar los parámetros nutricionales “se mejoran también los mecanismos de respuesta inflamatoria y reparación del organismo, contribuyendo a la recuperación”.
Las nuevas evidencias señalan a la dieta mixta
Las nuevas evidencias científicas muestran el impacto que puede tener la puesta en marcha de una dieta mixta (alimentación + suplementación) en los periodos de brote de la enfermedad de Crohn. Esta nueva estrategia, señala Martín de Carpi, supone "ampliar la estrategia basada en la nutrición enteral exclusiva y la vuelta a la dieta normalizada una vez logrado el control de la inflamación". Las nuevas dietas, según el jefe de Gastroenterología del Sant Joan de Déu, basan su eficacia no tanto en la administración aislada de una fórmula especial, como "en la exclusión de una serie de alimentos que pueden potencialmente alterar los mecanismos del sistema inmune del individuo y perpetuar así los fenómenos inflamatorios”, lo que supone un cambio “importante” en el abordaje de esta enfermedad. “Se nos abren nuevas posibilidades en el tratamiento de nuestros pacientes más allá de los momentos iniciales de la enfermedad. La evidencia disponible hasta este momento demuestra que, en determinados pacientes, la instauración de una dieta exenta de diversos alimentos con potencial acción estimuladora de la inflamación (la llamada dieta de exclusión de la enfermedad de Crohn), apoyada por una suplementación con fórmula polimérica (en la que se basa la nutrición enteral exclusiva) no solo es igual de efectiva que dicha nutrición enteral exclusiva, sino que mantenida en el tiempo, prolonga los periodos libres de recaídas de la enfermedad, siendo mucho más factible y aceptable por el paciente”, argumenta.
Su optimismo lo comparte Moreno García, quien considera que esta estrategia no solo busca restablecer un estado nutricional correcto en el paciente, sino que tiene otros beneficios como “la mejora en la respuesta inflamatoria del intestino al modificar la flora intestinal, disminuyendo la fabricación y expresión de mediadores inflamatorios en el mismo, como son las Interleukinas 6 y 8; y el aporte de micronutrientes esenciales que favorecen la reparación de dicho intestino enfermo”.
Esta dolencia crónica del aparato digestivo se da en la mayoría de los casos en la edad adulta, aunque cada vez es más frecuente en la edad pediátrica. Off Adrián Cordellat Endocrinología Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2ZA9vfV
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