La Escuela Andaluza de Salud Pública ha formado desde junio a más 700 rastreadores Covid-19, los detectives dedicados a identificar los contactos de los casos positivos y de convencerles para que hagan la cuarentena. Su programa ya se ha exportado a Cantabria y está previsto se adapte y ponga en marcha en otras comunidades autónomas.
Alberto Fernández Ajuria, uno de los coordinadores de esta formación y director del máster de Salud Pública y Gestión Sanitaria de la escuela, explica en esta entrevista con DM las dificultades del trabajo de un rastreador y que la labor también lo puede hacer un no sanitario si hay una buena organización detrás.
PREGUNTA: ¿En qué consiste la formación de rastreador impartida por la Escuela Andaluza de Salud Pública?
RESPUESTA: Es un curso breve 'on line', con el soporte de tutorías con profesionales expertos. Está orientado a profesionales sanitarios, y de hecho se diseño inicialmente para formar al personal de atención primaria. El fin es conseguir un rastreo efectivo, es decir, conseguir que el máximo de personas que hayan sido contactos estrechos de un caso confirmado permanezcan en cuarentena durante el tiempo requerido. Para eso, hay que conocer la enfermedad, para explicar por qué es imprescindible la cuarentena, la importancia de romper la cadena de trasmisión.
Por mi experiencia, ser sanitario no es un requisito imprescindible para trabajar de rastreador, pero sí es muy conveniente
La primera parte va sobre la enfermedad y su manejo; la segunda es sobre la entrevista asertiva y la tercera es sobre prevención de riesgos laborales. El curso se complementa con un foro de consulta de expertos, donde quienes hacen el curso pueden consultar sus dudas o compartir comentarios con expertos, profesionales de vigilancia epidemiológica que dan respuesta en menos de 24 horas.
P.-¿Cuánto puede tardar en formarse a un rastreador?
Este curso tiene duración breve, unas 10 horas según su acreditación. Gente con mucha experiencia lo hace en dos horas, la gente con menos tarda más. Está dirigido a personal que ya tiene competencias en gestión de brotes; por ejemplo el seguimiento de una tuberculosis o de un brote de meningitis. El curso lo que hace es formarte en el contexto específico de la Covid-19 y de la importancia de actuar de manera rápida y coordinada y romper la cadena de trasmisión.
P.-¿Un no sanitario podría hacerlo?
Estamos revisando los contenidos a raíz de una petición de Galicia. Desde mi experiencia, no es un requisito imprescindible, pero sí es muy conveniente. Y que el rastreo lo haga tu enfermero o tu médico añade un plus de confianza y será más fácil comunicarse con él y hacer el seguimiento.
Cuando haya muchos casos y el personal no pueda atender todo, sería bueno tener a un equipo de refuerzo que pueda ayudar a tener el primer contacto con los potenciales contactos estrechos.
Iniciar el proceso lo puede hacer no sanitario adecuadamente formado, pero debe saber cuál es su tarea, su función y dónde se integra. La información que recoge no va a un ordenador, tiene que compartirse con los responsables de la salud de una persona para saber cómo lo deben manejar.
Cuando empezamos a concebir el curso, la discusión estaba en cuántos rastreadores necesitábamos por cada 10.000 habitantes, y yo me preguntaba, ¿es cuestión de número o es cuestión de capacitación?
La experiencia me dice que el número es necesario, la capacitación es imprescindible pero la organización del trabajo es clave. El objetivo final no es que yo haya indentificado x contactos de cada caso. Ese número se está utilizando para valorar la capacidad de rastreo, pero ese no es el indicador adecuado.
Lo importante es que yo haya sido capaz de cortar la trasmisión y eso significa que los contactos permanezcan en cuarentena. La clave está en una actuación en la que rápidamente identifiques un caso, que en cuanto dé positivo detectemos sus contactos y que les convenzamos y nos aseguremos de que hacen la cuarentena porque si no, la epidemia se nos va a niveles comunitarios y ya empezamos con los confinamientos.
P.-¿Qué sanitarios estarían más preparados?
Cualquier médico o enfermero tiene base suficiente para embarcarse en la tarea. Hay que actualizar la información porque es un virus nuevo, pero capacidad para hacer entrevistas y el manejo de casos los tienen, conocimientos de prevención de riesgos si han hecho formación también.
El curso les actualiza, les pone en situaciones difíciles que se pueden dar en una entrevista, les explica cómo actuar si el paciente tiene una necesidad especial. Nosotros hacemos un pretest y sacan un 7 sobre 10, pero los comentarios que recibimos son de agradecimiento por la claridad del curso y de sentirse más preparados para la tarea, no que lo han aprendido es inútil o reiterativo.
Te puedes encontrar al otro lado un perfil amplísimo no sólo de edades, sino también de percepción de este problema
Con respecto al personal no sanitario, vamos a ver la experiencia de Galicia cómo va, si hay que adaptar contenidos. Hay conceptos y términos que pueden ser más costosos, como el periodo de latencia e incubación, entender la diferencia entre los distintos test...
P.-¿Un estudiante podría ser rastreador?
Sí, no sería excesivamente ambicioso, sobre todo si están en su estadio final; como mucho le puede faltar práctica en las entrevistas... y eso se puede ir solventando si sabe a quién tiene que recurrir si necesita ayuda.
P.-¿Qué problemas podrían surgir si hubiera que contratar a no sanitarios y cómo evitarlas?
Ahora tenemos una situación en la que si te cae un caso en tu cupo de atención primaria, con la gente de baja o de vacaciones te empiezas a desbordar. Dentro del sistema público, que te llame tu médico o enfermero facilita la entrevista. Un administrativo, por ejemplo, puede ayudar, pero debe ser consciente de sus capacidades. Su obligación no es responder a todo; es informar, convencer y si hay una necesidad, saber derivar a quien tenga capacidad para resolver esas preguntas.
Las preguntas de las personas pueden muchas, porque al ser la enfermedad nueva, circulan muchas noticias. Hay personas que están absolutamente despreocupadas y casi se creen inmunes y personas que todo lo contrario, que si les das la noticia las hundes en la miseria, empiezan a tener todo tipo de síntomas y preocupaciones y se agobian. Hay que saber informar y tranquilizar, y dar el apoyo que se necesite. Te puedes encontrar al otro lado un perfil amplísimo no sólo de edades, sino también de percepción de este problema.
P.-Ha hablado de que el curso enseña a abordar situaciones complicadas con los contactos
La primera es que directamente se nieguen a responder o a seguir la conversación. Hay quien te pregunta quién le ha identificado como contacto y tú tienes que garantizar la confidencialidad, si bien lo habitual es que mucha gente ya esté avisada con antelación, pero hay quien niega que haya estado con determinada persona. Luego están los que se agobian.
Ahora tenemos un perfil nuevo, que es el de la persona joven, que pueden que se haya hecho una PCR y dé negativo, y es posible que no dé positivo hasta 8 ó 10 días. Hay que convencer a esta persona que, aunque haya dado negativo, tiene que quedarse en casa y se le hará otra PCR a los 7 días. Es un reto nuevo.
P.-¿Qué opina de cómo se está abordando el caso de los jóvenes?
Hay que saber manejarlo bien, porque empiezan a sentirse estigmatizados como si fueran culpables de una posible segunda ola. No hay que estigmatizar a la gente, hay que generar confianza, que entre todos sepamos cortar la transmisión. El confinamiento, aunque sea por áreas, tiene un impacto económico y social que ya hemos vivido en marzo y abril.
Si ves lo que circula, parece que son todos unos irresponsables. Cuando haces la entrevista no hay que tener prejuicios, hay que hacer una evaluación individualizada para sacar lo más positivo. Si vas con la idea de que no te va a hacer caso, la orientación de la entrevista pierde su objetivo. El valor del rastreador es contribuir a que la enfermedad no se extienda y a poner todos los recursos para que se respete la cuarentena.
Y si el paciente no puede mantenerla, que respete al máximo las medidas de seguridad y distanciamiento, lavado de manos, que disminuya los contactos al mínimo posible. En el peor de los casos, los rastreadores pueden informar a las fuerzas de seguridad. Pero necesitamos también medidas educativas, que haya una labor de concienciación sobre la importancia de colaborar con nosotros.
P.-¿Cree que el estándar de 1 rastreador por 4.000 habitantes es adecuado para el coronavirus?
A mí es que me cuesta mucho interpretarlo, porque implica asumir que los brotes van a producirse de forma homogénea en todo el país y no es así. Creo que no es cuestión de cuántos hay, es cuántos pueden actuar rápidamente. No se trata de cuántos bomberos tenemos por cada 10.000 habitantes, se trata de qué sistemas de prevención y detección de incendios tenemos, la forma de desplazarse rápidamente y la posibilidad de tener apoyo de regiones vecinas, del ejército o de ayuda internacional.
Hablar de un número por habitantes sin hablar de la organización me parece que no garantiza que se vaya a resolver la situación. Pero no hay ningún indicador que nos diga qué organización está funcionando mejor, aunque parece que no está siendo suficiente.
Guiarse por un estándar de rastreador por habitantes implica asumir que los brotes van a producirse de forma homogénea en todo el país y no es así
No todos los territorios están expuestos de la misma manera y en una situación de falta de recursos, creo que no estaría de más tener cierta capacidad de coordinación y de movilización, aunque fuera telemática, de rastreadores, porque no hace falta estar en el territorio. Con el verano, hay comunidades que identifican casos de geste que ha llegado al territorio y tienen que hacer seguimiento de contactos que pueden estar fuera.
P.-¿Era normal que en Madrid hace semanas hubiera de 40 a 50 casos diarios pero ni un brote o uno solo? Porque se ha especulado que podía deberse a un número de buscadores...
Por poder, puede ocurrir, porque Madrid es una comunidad con una gran capacidad de recepción y salida, así que no sería raro que hubiera 50 casos con 50 orígenes distintos. Otra cosa es que no hubiera ningun brote, aunque eso ha cambiado. Puede que fuera por falta de búsqueda.
Pero en marzo no teníamos tantos casos de jóvenes y asintomáticos porque no teníamos recursos para hacer más PCR que a quien llegaba al hospital con sintomatología avanzada. Es que ahora muchos casos Covid-19 ni siquiera serían enfermos según cómo lo entendemos. Una persona con gripe sin síntomas no es tratado como un caso de gripe...
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