La cooperación internacional y una potente inyección económica pública y privada están detrás de la proeza científica de haber desarrollado las primeras vacunas frente a la covid. A ello ha contribuido, entre otros factores, la disponibilidad de plataformas innovadoras (sobre las que ya había mucho trabajo de investigación hecho).
Para Vicente Larraga, profesor de Investigación en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CIB-CSIC), la llegada a buen puerto de las vacunas de ARN mensajero (ARNm) contra el SARS-CoV-2 “ha roto un tabú”, en torno a la dificultad para aplicar esta estrategia debido a su inestabilidad. El científico considera además, que estas vacunas “se van a superar en unos años”, pues estamos en el inicio de poder explotar su tecnología.
Pero las vacunas de ARNm no son las únicas que emplean ácidos nucleicos de forma innovadora. En todo el mundo, se investiga en algunos candidatos vacunales que utilizan ADN (un plásmido) como vehículo para introducir el antígeno. A diferencia del ARNm, el ADN es una molécula mucho más resistente, y no requiere de las especiales necesidades de conservación.
Tanto las vacunas de ARNm como las de ADN introducen la información genética con la que producir los antígenos del SARS-CoV-2 (en este caso, la proteína S del coronavirus) y, de esta forma, activar el sistema inmune del receptor. Al igual que las de ARNm, la plataforma de ADN también es una novedad en la vacunología humana.
La molécula circular de ADN contiene la “fórmula” para producir el antígeno, una vez que se introduce en el organismo a inmunizar, llega el núcleo de la célula y utiliza esta maquinara para fabricar el antígeno, que acabará generando la respuesta inmunitaria.
Larraga es el líder de uno de los proyectos para conseguir este tipo de vacuna anticovídica, que además constituye una de las tres candidatas en las que trabaja el CSIC.
Como gran ventaja, el grupo de Larraga, en colaboración con la compañía española Zendal, ya ha desarrollado una vacuna frente a la leishmaniasis canina, que ahora está en solicitud de comercialización a la Agencia Europea del Medicamento. Sobre la base de esa experiencia, buscan desarrollar la vacuna de ADN frente al SARS-CoV-2, también en colaboración con Zendal (que es el único complejo industrial autorizado en España para la fabricación, de principio a fin, de vacunas humanas; y, de hecho, su compañía Biofabri está ahora fabricando el antígeno de la vacuna de Novavax).
El prototipo de vacuna de ADN para coronavirus del CSIC/Biofabri se encuentra ahora en la fase preclínica de investigación. Se estudia en modelos animales, con dos dosis, y se indaga en la vía de administración más eficaz, incluida la intranasal.
De momento, ha expuesto Larraga, se conoce que la vacuna de ADN desarrollada para la enfermedad canina funciona perfectamente al año de inocularse y carece de problemas de toxicidad. Además, es un tipo de vacuna “estable a temperatura ambiente”, ha dicho el científico en un encuentro organizado por la Fundación Ramón Areces, que ha estado moderado por Emilio Bouza, catedrático de Microbiología y miembro del consejo científico de la Fundación, y en el que también ha participado Esteban Rodríguez, veterinario y experto en vacunas del Grupo Zendal.
Además de la estabilidad, que facilita su distribución, y contribuye a que tengan “un precio razonable”, otras ventajas potenciales de la vacuna de ADN es la seguridad, ha recalcado Larraga, desechando la idea de que se integren en el ADN celular. A ello se suma también que pueden adaptarse, con relativa facilidad, a las eventuales mutaciones del virus.
“La primera carrera de las vacunas ya se ha ganado. Ahora hay que competir por hacer una vacuna mejor, que sea estable y económica, porque la pandemia no cesará hasta que todo el mundo, incluidos los países con menos recursos, estén vacunados”, ha afirmado Larraga. El científico confía en las sociedades de distribución de vacunas que trabajan para hacer llegar la inmunización a estos países y ha reflexionado sobre la posibilidad de que la consecución de una vacuna contra la covid estable y económica en España pueda ayudar en la estrategia política “en el mejor sentido” de nuestro país, al reforzar la cooperación con otros pueblos que la necesiten.
Para Rodríguez, la vacuna de ADN, por sus características de estabilidad y conservación, “debería ser prioritaria”, porque “si no preparamos vacunas para los países que tengan menor poder adquisitivo, no terminaremos con la pandemia. Uno de los criterios en el desarrollo de las vacunas debería ser que permitan una sencilla logística”.
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