Los síntomas físicos de la covid persistente son cada vez más conocidos: disnea, fatiga, anomalías espirométricas y radiológicas, cefalea... Sin embargo, esta afección también encierra un enemigo del que cada vez se conoce más y que no hay que infravalorar: los síntomas ligados al ámbito de la salud mental. Y es que, según una investigación que han llevado a cabo la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y el colectivo Long Covid Acts, un 86,2% de los pacientes con covid-19 persistente sufre trastornos psicológicos o emocionales, como la angustia y la depresión.
"Los síntomas emocionales, aunque no tienen un reflejo orgánico en sí mismos, requieren un abordaje integral y son igual de importantes que los físicos", explica a este periódico Lorenzo Armenteros, médico de Familia y portavoz de covid-19 de la SEMG.
Según apunta, el trastorno emocional suele estar originado por dos factores: la propia acción del virus sobre el sistema nervioso o el hecho de que la cronificación de la patología afecte al ámbito emocional del paciente. "Estamos encontrándonos en nuestras consultas con un importante volumen de pacientes que, con independencia del grado que haya tenido la enfermedad, han creado un estado de miedo, temor e inseguridad que hay que cortar para evitar que crezca", añade el doctor.
A este aspecto emocional, Armenteros suma que "existe también un trastorno cognitivo en el que el paciente se siente con menos capacidad de concebir ideas, de memorizar y de recordar". Y matiza: "Esto genera una gran sensación de incertidumbre y es lo que se conoce como niebla mental".
Más allá de los pacientes con covid persistente o que han pasado la enfermedad en estado grave, Armenteros asegura que la crisis sanitaria de la covid ha afectado notablemente a ciertos aspectos de la población ligados al ámbito de la salud mental: "Esta pandemia ha cambiado nuestro carácter y ha creado una sensación de enfado, cansancio e irascibilidad en buen parte de la población. Ante esto, los sanitarios debemos tener la suficiente capacidad de empatía para ayudar a la población a reorientar esa actitud que tanto puede afectar a su salud mental".
El impacto, en cifras
Además de Armenteros, otros expertos inciden en que la pandemia ha producido un incremento del 30% de los trastornos emocionales en la población general, y estudios recientes del Hospital de Sant Joan de Deu apuntan a que estos incrementos son aproximadamente de un 50% en población infantil y adolescente.
Según la enfermera de la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria (Aificc) y psicóloga Gloria Ríos, los principales trastornos que se están viendo en gente joven son angustia, depresión, TCAS y un incremento de los brotes psicóticos y conductas autolesivas. La experta subraya además que un colectivo especialmente vulnerable también en este aspecto son las personas mayores, al ser el colectivo más frágil y más vulnerable ante la covid hasta su vacunación, porque se les ha aislado en muchos casos de su entorno social, comunitario y familiar, y la soledad ha hecho estragos. "Observamos que en algunas de estas personas mayores que han sufrido soledad ahora les cuesta nuevamente recuperar la dinámica de socialización, ya sea porque tienen miedo o porque no se sienten con ánimos", añade Ríos.
Los trastornos mentales que más se están observando en la edad adulta son angustia, síndromes depresivos, TOC y un incremento del abuso de sustancias, especialmente de alcohol y tabaco. Ríos alerta de la cronificación de algunos procesos de duelo: "Con las restricciones para la covid-19 muchas personas no se pudieron despedir de sus seres queridos como querían y necesitaban, y eso implica no haber hecho el duelo correctamente, cronificándose y provocando malestar emocional".
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La psicóloga cree que es necesario "dimensionar el número de profesionales expertos en salud mental de acuerdo a la población y las necesidades que presenta: se necesitan más psiquiatras, psicólogos y enfermeras en salud mental en la Atención Primaria". Destaca que la situación actual, con una alta demanda de atención en salud mental, hace necesario incrementar recursos y reforzar el sistema de salud, no sólo en el primer nivel asistencial.
Además, alerta de que "en la Atención Primaria lo estamos abordando con las herramientas que tenemos y el tiempo del que disponemos, que es poco, por lo que no debemos perder de vista tampoco que los especialistas están colapsados".
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