Me pregunto si no sería posible transformar este curso suyo en webinar para los desafortunados extranjeros que vivimos lejos de España.
Entiendo lo que quieres decir, Carla, pero es completamente imposible. Desde el año 2013, este curso de traducción médica de Santander, que cambia por completo de profesorado y de contenido cada año, aspira a ser no solo el mejor curso de verano del mundo en lo académico, sino también ―¡o más bien «sobre todo»!― una experiencia vital única. Los cinco profesores y los veinte alumnos nos alojamos en la misma residencia universitaria y compartimos desayuno, clases, comida, paseos, cena, excursiones, tertulias, helados, visitas culturales, etc., durante una semana.
Esta respuesta de Fernando Navarro me quitó el aliento; simplemente describía la Shangri-La de la enseñanza de la traducción médica. Antes de caer en un abismo de frustración, me vinieron a la mente las palabras de otro Fernando (Pessoa), a través de la pluma de Álvaro de Campos, en su poema «Passagem das horas»: «haver menos que um comboio, uma diligência e a decisão de partir entre mim e ti» [que exista menos que un tren, una diligencia y la decisión de partir entre tú y yo].
Perfecto, eso es todo lo que hay entre el curso y yo: la decisión de partir; el resto es lo de menos. Decisión tomada: lo haré; no puedo no ir. Donde están nuestros sueños está nuestro corazón.
La respuesta de Navarro es más una insinuación que una descripción de la realidad, que en verdad la potencia y supera. De hecho, es un curso sui generis. Si su propuesta ya nos permite prever la naturaleza de su contenido, su realidad nutre y satisface todas las expectativas, las mismas que nunca debemos tener por ser las madres de todas las decepciones, pero que aquí tuvieron un comportamiento imprevisible y fueron las madres de todos los disfrutes.
El Curso de Traducción Médica de la UIMP se estructura en una triada: el cimiento intelectual, la técnica traductoria y la dimensión humana. En esta novena edición, los profesores invitados traían experiencias muy diferentes que abrieron horizontes y profundizaron las posibilidades de estudio y trabajo para el traductor médico.
Paz Gómez Polledo nos llevó por los caminos de la validación lingüística de los cuestionarios médicos y de los recursos obligatorios de la traducción para la industria farmacéutica. Fueron seis horas densas, con mucho contenido y numerosos recursos prácticos y técnicos para el ejercicio de la traducción; todas con la suavidad, la sencillez, la acogida y la perenne sonrisa que caracterizan a Paz.
Lola Pons nos trajo la pasión por el castellano con un dominio virtuoso: comenzó sus clases diciendo que Navarro le había confiado la misión de enamorarnos de la lengua castellana. Misión cumplida. Con un habla articulada y bella, un pensamiento claro y concatenado, y un profundo dominio de su campo de saber, nos trajo la lingüística y la historia y desarrollo del castellano envueltos en una pasión contagiosa. Hizo el examen clínico de la historia de la lengua española en la Edad Media, en la Edad Moderna y en la Edad Contemporánea. El tipo de clase que al final te deja exhausta, pero con la mente despierta, alerta y con el afán de obtener nuevas informaciones, aunque sepas que tienes varios años de estudio por delante hasta asimilar por entero lo expuesto.
Fernando Pardos nos hizo bucear con maestría en el universo de la taxonomía, sus reglas y caminos terminológicos, y consiguió hacerlo de forma apasionante, de modo sereno, paseando por los diferentes tipos de organismos y sus sistemas de nomenclatura, revelando la profunda necesidad de sentido de quien nombra la vida, siempre en aras de la claridad comunicativa. Mostró cómo el humor y las referencias culturales constituyen la esencia de esta terminología que a primera vista parece árida e insulsa, y hasta qué punto es lúdico el espíritu humano. Nunca olvidaremos los homenajes personales y culturales en la denominación de los hallazgos, con toda la ingeniosidad humana al nombrar el mundo que nos rodea.
Verónica González, de Trayma, reveló la intersección del derecho y de la medicina en el arte de la traducción de patentes, universo especializadísimo con sus cánones y determinantes propios. Nos condujo con desenvoltura por los laberintos de las normas y reglamentaciones internacionales y nacionales, indicándonos con celo las trampas terminológicas y las traducciones traicioneras. Propiedad intelectual, marcas registradas, redacción y traducción de contratos, nada escapó a su mirada aguda y diligente. Nos ofreció modelos, material y métodos de trabajo en esta área. Muy enriquecedor.
Los dos tocayos (Navarro y Pardos), en un dúo estupendo, nos descubrieron las minucias de cómo elaborar un diccionario médico. Para ello, relataron con detalle su trayectoria al frente ―junto a Ignacio Navascués― del Diccionario de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina de España: formación del equipo lexicográfico, elaboración de la estructura del diccionario, selección del lemario, programa lexicográfico TshwaneLex, criterios de prioridad académica, observaciones de uso…; todo desmenuzado para ojos y oídos ávidos y atentos, que contemplaban por primera vez todas las etapas necesarias para el trabajo de la traducción médica y sus posibles desdoblamientos. Simplemente fascinante.
A continuación, Fernando Parros nos invitó a pasear por la traducción y edición del tratado de zoología de Hickman, con sus percances, sus dificultades relacionadas con el formato, la edición, la maquetación o el uso de imágenes, y sus repercusiones en el trabajo específico de la traducción médica. Arrebatador.
Fernando A. Navarro abrió el curso con la cuestión de la normalización de las nomenclaturas científicas y una exposición inigualable de la complejidad de la tarea, de sus incongruencias, de los parámetros utilizados y de la necesidad insuperable de criterio individual del traductor al ejercer su oficio. Demostró de modo inequívoco la necesidad de que el traductor no renuncie a su capacidad de razonamiento y de juicio. En la sesión de clausura retomó el tema con algunas variaciones: esta vez usando el sistema internacional de unidades, sus contradicciones y disparidades como hilo de Ariadne, para poner en evidencia una vez más la responsabilidad del traductor como profesional.
A lo largo del curso, los contactos se multiplicaron ad infinitum, puesto que estábamos todos hospedados en la Residencia de Las Llamas de la UIMP, delicioso campus arbolado a cuatro pasos de la playa y de restaurantes y bares en la bellísima Santander. Comíamos juntos en el comedor exclusivo para el curso y siempre había alguna actividad de recreo por la tarde-noche para quien quisiera. El último día hicimos una excursión inolvidable a Comillas, con visita al Seminario Mayor (actual CIESE: Centro Internacional de Estudios Superiores del Español), al Capricho de Gaudí y visita guiada por la ciudad, cementerio gótico y monumentos históricos. La guinda fue una puesta de sol sobre el mar Cantábrico mientras en el lado opuesto del horizonte, en un cielo sin nubes, se alzaba una Luna casi llena. Feérico.
Todo esto posibilitó la formación de lazos fuertes entre los participantes. Ayudó a ello que no hubiera diferencias entre profesores y alumnos, sino una integración afable y total. Entre el alumnado teníamos todo un universo: desde la más joven en sexto curso de un doble grado hasta doctoras universitarias, con variada formación y variada experiencia laboral en traducción médica; no faltaron asuntos e intereses mutuos, en un ambiente alegre y cordial.
El jueves por la noche tuvimos la cena de clausura del curso en las Caballerizas de La Magdalena, por invitación de Cosnautas. Asistió a ella Pilar García Mouton, vicerrectora de la UIMP, persona agradabilísima, quien nos recibió con atención y cariño en un sitio deslumbrante. A los postres, el brindis al curso y a sus profesores y alumnos fue un momento emocionante.
En resumen, fueron cinco días de mucho aprendizaje, convivencia agradable y sin ningún tipo de problema. Si nos prometieron el mejor curso de verano del mundo en lo académico y una vivencia única en lo personal, eso fue exactamente lo que recibimos, además de la oportunidad de conocer a personas admirables. Por la promesa, no…, no nos la dieron con queso; pudimos disfrutar todos los aromas y paladares del «vino» de la mejor calidad que, de facto, nos sirvieron.
Carla [de Mello] Vorsatz
médica y traductora brasileña, beneficiaria de una ayuda MEDES para asistir al curso
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/38iwsqU
No hay comentarios:
Publicar un comentario