Felipe Calvo, codirector de Oncología Radioterápica y director científico de la Unidad de Protonterapia de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), ha recibido el premio Life Award Achievement por parte de la Sociedad Europea de Radioterapia y Oncología (ESTRO). La sociedad científica celebra hasta el próximo martes su congreso anual en formato híbrido –de forma presencial en Madrid- y hace entrega de este reconocimiento por primera vez a un médico español. El galardón pone de relieve la contribución de toda una carrera al campo de la radioterapia oncológica. En 2019, Calvo también pasó a ser el único médico español distinguido como ‘Fellow’ por la Sociedad Americana de Oncología Radioterápica. Reconocimientos que él atribuye a la “suerte de tener buenos amigos”.
Lo cierto es que en su haber también figuran más de 300 publicaciones científicas entre libros y revistas nacionales e internacionales en campos que han transformado el tratamiento del cáncer, como la radioterapia de alta precisión, la intraoperatoria y la pediátrica, y de forma reciente, con la técnica de radioterapia con protones.
Pero para este especialista de prestigio internacional la clave de su carrera –y el mejor consejo para cualquiera que quiera iniciarse en ella-, se la dio Marieta, una de sus expacientes pediátricas: “Estudiar mucho y escuchar a los enfermos”.
PREGUNTA. ¿Cómo ha cambiado la Oncología radioterápica desde sus inicios hasta hoy?
RESPUESTA. Ha cambiado mucho porque nosotros hacemos una medicina tecnológica, con aparatos que generan radiaciones. Esos instrumentos han evolucionado con el tiempo a ser mucho más cómodos para los pacientes, más rápidos en la forma de tratar y precisos al depositar la radiación. Se ha logrado en parte con el desarrollo tecnológico y en parte también con el uso de sistemas que permiten planificar la radiación con mucha precisión, gracias a los equipos de imagen. La mejoría de la imagen ha permitido definir mejor los tumores y las zonas de riesgo, y guiar con exactitud el depósito de la radiación. Todos esos avances se han producido en paralelo al aumento del conocimiento en la biología del cáncer. El cáncer ya no es una enfermedad, son muchas enfermedades diferentes, y, probablemente, cada paciente tiene “su” cáncer.
P. ¿Y qué ha aportado Felipe Calvo a ese recorrido de la radioterapia en estos años?
R. He trabajado mucho con la radioterapia intraoperatoria, que consiste en administrar radiación durante la cirugía del cáncer, tanto en los restos que quedan tras la resección quirúrgica como en la zona de alto riesgo de reactivación de la enfermedad. Es un sistema muy ingenioso que requiere de la cooperación de grupos quirúrgicos y permite tratar a los pacientes con una precisión y protección de los tejidos normales insuperable respecto a cualquier técnica alternativa de radioterapia. Lo iniciamos en Pamplona [Clínica Universidad de Navarra, CUN], en la década de 1980, y se ha continuado en Madrid, en el Hospital Gregorio Marañón, y, finalmente, la técnica se ha extendido a muchos sitios. Además, en los últimos años he tenido la suerte de incorporarme al desarrollo de la radioterapia con protones, otra maravilla tecnológica de reciente implantación en España. Ahora impulso ese proyecto en la CUN.
En medicina siempre que hay un logro se acaba implantando
P. ¿Qué balance podría hacerse de este año y medio largo de implantación de la protonterapia?
R. Puede decirse “prueba superada”. Hemos conseguido la implantación de un equipo que en Europa no existía, un sincrotrón de la empresa Hitachi; el riesgo de que nuestros socios tecnológicos y científicos fuesen japoneses se asumió, y en ese sentido, hemos sido muy afortunados. En cuanto a la actividad asistencial, sigo perplejo: tenemos muchísimos pacientes; cada vez es más demandada, y el ambiente es muy favorable a canalizar a los pacientes que lo necesitan, especialmente niños, desde la sanidad pública. El grupo humano que hacemos este tratamiento –oncólogos, radiofísicos, técnicos, enfermeras- nos hemos entendido muy bien desde el principio, y eso que empezamos con pandemia, con los aviones en el suelo y las personas sin poder viajar; creo que esa prueba de fuego nos fortaleció. A pesar de ello, hemos puesto unos estándares de trabajo de gran exigencia y calidad. No sé hasta dónde llegaremos. Creo que la protonterapia seguirá generalizándose en Europa y en España, y acabará siendo un recurso muy habitual.
P. ¿Acabará desbancando a la radioterapia convencional?
R. Lo diré de esta forma: cuando yo era muy joven, no se podía hablar mal de la cobaltoterapia. Estas unidades de radiación de cobalto fueron muy populares, porque eran baratas y fáciles de manejar desde el punto de vista electromecánico, pero resultaban muy imprecisas. Treinta años después, están prohibidas como máquinas de irradiación médica. En medicina siempre que hay un logro se acaba implantando, y los protones constituyen un gran avance médico.
P. En una especialidad tan dependiente de la tecnología, ¿los equipos disponibles en la sanidad pública son los adecuados?
R. La renovación de los equipos se hace con retraso al estándar europeo, algo perfectamente demostrable en el caso de la radioterapia. De hecho, hasta que no se produjo la gran donación de la Fundación Amancio Ortega no se llegaron a reponer equipos que estaban obsoletos. La razón por la que esa renovación no es más rápida en España es porque el ciclo electoral es muy corto. En la gestión sanitaria no se toman decisiones estratégicas, de inversión, porque prima una visión política a corto plazo. Eso afecta mucho al sistema público de salud. Es necesaria, y urge, una reflexión sobre la renovación de la tecnología al margen del ciclo político, que sea estratégica.
P. ¿Por qué se conoce tan poco la Oncológia radioterápica, a pesar de ser uno de los pilares en el tratamiento del cáncer?
R. Curamos casi el 50% de los pacientes que tratamos, que son cerca del 70% de los enfermos con cáncer. Nuestra metodología de tratamiento es enormemente eficaz y coste-eficiente, pero no está bien representada en las facultades de Medicina, no es popular en el sentido de que no tiene una publicidad activa como la que despliegan los tratamientos farmacológicos a través de la industria farmacéutica. Falta complicidad entre la industria tecnológica médica y los especialistas; con un mejor márketing nos conocerían mejor los pacientes y la sociedad en general.
Urge una reflexión sobre la renovación de la tecnología al margen del ciclo político, que sea estratégica
P. ¿A qué avances en la especialidad le gustaría asistir en los próximos años?
R. Me gustaría mucho que mis colegas y compañeros más jóvenes avancen en el conocimiento de la biología del efecto de la radiación en los tejidos normales y en los tumores. La radiobiología es una asignatura pendiente; todavía tenemos que comprender mejor la lesión por radiación tanto en tejido normal como en tumor. Por otro lado, también me gustaría poder acompasar la maravilla de precisión tecnológica que tenemos ahora en la radioterapia con la inmunoterapia, con los fármacos que potencian el efecto de autodefensa del organismo. En experimentos y estudios, se está demostrando que la radioterapia puede ser inmunogénica, se puede generar con la radiación liberación de antígenos desde el tumor que resulten reconocibles por el sistema inmune para favorecer la defensa sistémica frente al cáncer. La radioinmunogenicidad de la radioterapia clínica plantea un futuro espectacular.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3DhWEAp
No hay comentarios:
Publicar un comentario