El número de trasplantes de órgano sólido descendió durante la primera ola de la pandemia un 31% con respecto al año anterior, según un estudio global presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Trasplantes de Órganos (ESOT, por sus siglas en inglés), que se está celebrando en Milán.
Según los cálculos de los autores, esta caída de los trasplantes supone más de 48.000 años de vida perdidos.
La investigación, que se ha publicado en The Lancet Public Health, analizó los datos de 22 países de cuatro continentes y revela que, en algunos casos, la caída en la actividad de trasplantes fue de hasta el 90%.
En España, uno de los países analizados, la reducción fue del 24,02%.
La mayor disminución afectó a los trasplantes de riñón, que fue de en torno al 40% de donante vivo y del 12% de donante fallecido. En cuanto al hígado, las disminuciones fueron del 33 y el 9%, respectivamente.
Por su parte, los injertos de pulmón disminuyeron un 17%, mientras que los de corazón solo se redujeron un 5%.
Mejores ejemplos
La investigación destaca cómo algunos países lograron mantener su tasa de trasplantes mientras que otros sufrieron serias reducciones. Así, las menores reducciones se produjeron en Suiza (1,34%), Estados Unidos (4,13%) y Noruega (7,12%), mientras que las caídas más dramáticas se produjeron en Japón (66,71%), Argentina (60,91%) y Chile (54,02%).
Olivier Aubert, profesor del Centro de Investigación Traslacional de Trasplantes de Órganos de París y autor principal del trabajo, considera que "la primera ola de covid-19 tuvo un efecto devastador en el número de trasplantes en varios países, incrementando las listas de espera y produciendo una gran pérdida de años de vida".
Por su parte, Alexandre Loupy, director del centro parisino y último autor del estudio, afirma que "los trasplantes de donante vivo, los que más se redujeron, requieren más recursos y planificación que aquellos de donante fallecido, lo que los hace extremadamente difíciles de llevar a cabo durante una situación en que los recursos se han visto limitados y los profesionales están sobrecargados. Además, también hubo mayor preocupación ética por el bienestar y la seguridad de los donantes".
"Está claro que se han producido muchas muertes indirectas asociadas a la covid-19, y nuestro estudio confirma que la pandemia ha tenido consecuencias perjudiciales para muchas especialidades médicas", lamenta Loupy.
Vida perdida
El análisis estima que se han perdido 37.664 años de vida entre los pacientes que esperan un riñón; 7.370, en el caso de un hígado; 1.799, en pulmón, y 1.406, en corazón.
Según Aubert, más allá de la reducción global en la actividad de trasplantes, algunos países y regiones han logrado sacar adelante los procesos a pesar del mayor reto presentado por la pandemia. Estos hallazgos precisan más análisis en niveles regionales, nacionales y globales para comprender por qué las reducciones en los trasplantes se han producido o no".
A su juicio, "entender cómo los distintos países y sistemas sanitarios han respondido ante la covid-19 puede facilitar mejorar la preparación ante una pandemia y cómo mantener de forma segura los programas de trasplantes".
Para facilitar esta comprensión sobre las tendencias temporales y las consecuencias de la pandemia en todo el mundo y a todos los niveles, los autores han creado un panel de acceso libre que presenta los datos de forma interactiva para la actividad de trasplantes y los casos de covid-19.
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