La pandemia de la covid-19 puso patas arriba toda nuestra vida. El trabajo de los laboratorios, por ejemplo, se vio limitado en parte por el confinamiento, y, por pura necesidad, mucha labor investigadora centró en el virus SARS-CoV-2 en perjuicio de otras materias. Algunos estudios además apuntan a que la labor de las científicas se vio más perjudicada frente a la de sus compañeros varones, lo que a medio y largo plazo podría suponerles una desventaja en su carrera, especialmente para las que están empezando.
Por ejemplo, un estudio publicado en la revista 'eLife' que analizaba 1.893 artículos relacionados con la pandemia elaborados por estadounidenses mostró un descenso del 19% en las primeras autoras en comparación con las primeras autoras de artículos publicados en las mismas revistas en 2019 y fue especialmente baja para las publicadas en marzo y abril de 2020. Las comparaciones de la autoría femenina general y la última autoría femenina no fueron concluyentes, con reducciones del 8% y 5% respectivamente.
Otro estudio retrospectivo en el Journal of Medical Internet Research que analizaba 78.950 papers en el campo de la biomedicina publicados entre el 1 de enero de 2019 y el 2 de agosto de 2020 (incluyendo los repositorios bioRxiv y medRxiv) indica que la bajada de primeras autoras fue de 9,1%. Sin embargo, el análisis muestra grandes diferencias si se analizaban por separado los estudios relacionados con la covid-19 de los que versaban sobre otras materias. En el caso de las publicaciones sobre la covid-19, el descenso de primeras autoras fue del 28% respecto a lo esperado; para el resto, fue de un 2,3% en primeras autoras y un 4,4% en últimas autoras.
Dado que la representación femenina se ha estado incrementando progresivamente pasados los primeros meses, los autores sugieren que la diferencia podría estar en que la investigación sobre la pandemia fue fundamentalmente desarrollada por varones.
Menos tiempo para la investigación y cuidado personal
Pero no sólo se trata de la producción científica publicada durante la pandemia, donde el foco estaba puesto en el nuevo virus. Una encuesta elaborada por la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO por sus siglas en inglés) con 541 participantes señalaba que el 58% consideraba que la pandemia había impactado en su carrera profesional, un 83% de forma negativa, destacando el porcentaje mayor entre mujeres (85%) frente a los hombres (76%).
Durante los confinamientos, las mujeres manifestaron que dedicaron más tiempo a las tareas asistenciales y en el laboratorio en comparación con hombres (53% versus 46% y 33% versus 26%, respectivamente), mientras que una proporción significativamente mayor de mujeres que los hombres dedicaron menos tiempo a tareas relacionadas con la actividad científica (39% frente al 25%) y al cuidado personal (58% frente al 39%).
Las científicas podrían verse perjudicadas a la hora de competir por financiación, puestos senior o visibilizar su trabajo
Lo llamativo es que, después del confinamiento, la tendencia a dedicar menos tiempo que antes del coronavirus se mantuvo para la ciencia (42% en el caso de las mujeres frente al 23%) y el cuidado personal (55% frente al 36%).
Los promotores de la encuesta destacaron su preocupación respecto a las consecuencias a largo plazo: las investigadoras podrían verse perjudicadas en su futuro a la hora de competir por la financiación, optar puestos senior o simplemente para visibilizar su trabajo. Eso por no hablar de los riesgos a dedicar menos tiempo al cuidado personal para implicarse más en su carrera profesional o su entorno familiar.
Compatibilizar el cuidado de los hijos y el trabajo
Hemos hablado con algunas científicas para que nos cuenten sus sensaciones acerca de si las mujeres han salido más perjudicadas durante la pandemia y las implicaciones para el futuro. La percepción es que, dependiendo de la situación personal de cada una, los problemas para conciliar sí han podido pesar más a las científicas, particularmente durante el confinamiento. En cuanto a las consecuencias, en general el parón de la actividad científica puede afectar a todos, salvo que se pongan medidas.
Anna Bigas, Directora Científica del Centro de Investigación Biomédica en Red de Cáncer (Ciberonc), reconoce que en su caso fue duro, "porque coincidió el inicio del confinamiento con mi nombramiento como directora científica del Ciberonc, y de repente me tuve que ocupar de la educación escolar de mi hijo de 9 años, además de muchas reuniones on-line donde se tenían que tomar decisiones importantes en temas que me eran bastante desconocidos", explica.
"Compaginar las dos cosas no fue fácil, pero el problema fue general para la mayoría de las personas que estábamos en casa", defiende, argumentando que en última instancia depende de la situación personal de cada una, sobre todo de la edad de los hijos, la pareja, el reparto de las responsabilidades en el hogar, etc.
"Obviamente, si el trabajo es de mayor responsabilidad, la dificultad de compaginarlo con el trabajo de casa y el cuidado de los hijos es mayor. Pero en estos casos las mujeres solemos continuar con la misma implicación familiar que antes, en parte porque queremos y en parte porque nos dejan de buen gusto. Es un problema social y estructural que sólo va a cambiar con la educación de las nuevas generaciones de hombres y mujeres, y está cambiando muy rápido, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer".
"Compaginar el trabajo y la educación de mi hijo no fue fácil, pero el problema fue general para la mayoría de quienes estábamos en casa"
En cuanto a la actividad de su centro, "cerrar el laboratorio no fue nada fácil ni agradable. Tenemos experimentos que duran meses o años, especialmente todos los proyectos que implican el uso de animales. Algunos experimentos, ante la duda de si podríamos perderlos por no controlarlos, tuvimos que acabarlos y aprovechar lo que podíamos. Eso implicó que al volver al laboratorio tuviéramos que repetir muchos de ellos empezando de cero".
Además, muchos investigadores tuvieron que asumir tareas asistenciales. La mayoría de la ayudas de doctorado y los tiempos de ejecución de los proyectos financiados por agencias se ha alargado, "pero todo el coste se ha tenido que sufragar con nuestro reducido presupuesto, sin ayuda institucional para ello".
Saca también lo positivo: "Durante el confinamiento más estricto, nos organizamos rápidamente y continuamos trabajando en casa. También le sacamos algún provecho, analizando datos del laboratorio o datos públicos que están accesibles y nos permiten hacer otro tipo de investigación". Y aunque "hay cosas que difícilmente se recuperan o no sabes si habrían sido igual", "miramos al futuro y los proyectos están en marcha y los laboratorios funcionando como antes de la pandemia".
Horarios excesivos
El caso de Beatriz Pérez, científica titular del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud San Carlos III (ISCIII) es muy particular, dado que estuvo metida en el diseño y ejecución de los estudios de seroprevalencia del SARS-CoV-2: "Lo que tuvimos fue una carga de trabajo de presencia física muy, muy grande porque éramos pocos para hacerlo y la situación requería tener respuestas muy rápidas".
Sí coincide en que "durante muchos meses nuestra vida estuvo completamente absorbida por el trabajo, desde primera hora de la mañana hasta la madrugada, incluyendo los fines de semana. Mi familia tuvo que acostumbrarse a eso. Gracias a Dios, esto me pilló con hijos ya mayores –el menor tiene 17 años- y muy autónomos". Opina que se ha normalizado "tener horarios muy excesivos. Seguimos teniéndolos, aunque no tanto ya como antes. Hemos recuperado los fines de semana por lo menos…".
"Se ha normalizado tener horarios muy excesivos. Seguimos teniéndolos, aunque no tanto ya como antes"
"Muchas de mis compañeras estaban deseando volver a la presencialidad. Lo del teletrabajo en teoría está muy bien, porque te permite solucionar qué hacer con los niños si cierran los colegios, pero la realidad es que los niños estar, están, y en las mayorías de las parejas, siguen siendo terreno mayoritariamente de la madre, que entonces no puede trabajar. La investigadoras de mi entorno también han hecho un sobreesfuerzo para intentar paliar los efectos de esto en su trabajo, pero posiblemente ha afectado algo negativamente su rendimiento. No sé si esto se notará más adelante… creo que no", valora Pérez.
Su campo de investigación principal no eran las enfermedades infecciosas, sino la epidemiología de cáncer y los efectos en salud de metales tóxicos y esenciales, por lo que tuvo que dejar cosas de lado para dedicarse al coronavirus. "Como las cosas y compromisos que tenía antes de la pandemia –que ya eran muchas- no tuvieron el buen gusto de desaparecer, tengo muchísimo trabajo atrasado y no llego…"
El riesgo de salirse de la "rueda"
Cristina Peña, investigadora del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria y delegada de CCOO en el comité de empresa, no tuvo inconveniente en trabajar desde casa junto a su marido, dado que antes de la pandemia ya hacía casi todo su trabajo por ordenador.
Sin embargo, tuvieron que compatibilizarlo con el cuidado de tres hijos pequeños. "Quizás el mayor cambio fue el del horario de trabajo. Anteriormente, según el día, a lo mejor entraba y salía a una hora u otra, pero en casa había que levantar a los niños, darles de comer, hacer reuniones con el cole... había noches que me ponía a trabajar", explica.
"Creo que los problemas pueden venir más a nivel personal según cómo te organices en casa. Mi marido también se implica tanto o más que yo en el cuidado de los hijos y no he sentido que tuviera que hacer más por ser mujer. Socialmente sí he oído que han tenido ese problema, pero no por investigadoras, sino porque la mujer sigue con la carga social de que es la que cuida de los niños", observa.
En opinión de esta bióloga, cuya investigación se centra fundamentalmente en el cáncer de colon, el problema de haber dejado en suspenso los experimentos "no ha sido sólo el tiempo que están parados, sino lo que además tardan en volver a funcionar. Hay experimentos que necesitan una preparación y cuando los interrumpes, no los puedes retomar en el mismo nivel. Se tarda tiempo, se pierde dinero, gente contratada temporalmente...". Aunque cree que incluso en ese contexto, "al no dedicar tiempo a algunos proyectos, puedes dedicarlo a otros".
Aunque han vuelto al laboratorio, señala que aún hay limitaciones de espacio, que afectan tanto a las reuniones (la mayoría siguen siendo telemáticas) como a los estudiantes que hacen allí prácticas, y también demora en algunos productos.
"Si un año no has tenido financiación, al siguiente te cuesta más; si te descuelgas es más difícil subirse a la rueda"
Le consta que algunos colegas se quejan de que este año han tenido problemas para financiar sus proyectos. "En España hay poca inversión en investigación y si se dan ahora ayudas para coronavirus... supongo que de algún sitio tienen que salir".
¿Puede el parón de la pandemia tener efectos negativos en la carrera de los investigadores? "Llevamos año y medio de pandemia y no nos hemos recuperado al 100%. La situación vivida ha sido muy difícil", reflexiona Peña: investigaciones paradas, la carga psicológica de haberse hecho cargo de familiares -incluso de enfrentarse a la muerte de un ser querido-, las propias secuelas de la infección, etc.
"Si la institución a la que pido financiación sólo me cuenta los últimos 5 años y he tenido problemas por el camino... si un año no has tenido financiación, al siguiente te cuesta más; si te descuelgas es más difícil subirse a la rueda. Si no ponen algún parche, creo que sí puede haber consecuencias", augura.
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