Las enfermeras están cada vez más presentes en los campamentos de verano que se organizan en España, ya que sus promotores han entendido que no deben bajar la guardia en cuanto a la prevención de accidentes ni escatimar recursos en cuidados y seguridad. No obstante, todavía son muchos los campamentos que se realizan con el personal del centro o se contratan monitores de tiempo libre que no están formados para dar esta asistencia.
En opinión de la Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar (Amece), no solo es necesaria una enfermera en todos los colegios, también en estos campamentos estivales, donde un número importante de niños -con o sin patologías- pueden requerir asistencia sanitaria, en ocasiones urgente. "Cada vez hay más patologías que necesitan supervisión y control, igual que en el curso académico. Si durante el mismo los docentes no se sienten preparados para asumir la parte sanitaria y de primeros auxilios, en los campamentos menos", señala Natividad López Langa, presidenta de Amece.
En los campamentos para niños con patologías las enfermeras son una figura clave, que va más allá de atender los posibles problemas que surjan en el día a día: se integran en las actividades diarias de los más pequeños para proporcionar cuidados, medicación y organizar talleres para fomentar la educación para la salud a través del juego participativo y dinámico. También son las primeras en hacer una valoración de la situación para decidir cuándo es necesario derivar al hospital.
Los campamentos diseñados para niños con necesidades especiales procuran que sus huéspedes hagan una vida lo más normal posible, adaptando las actividades en función de sus necesidades y patologías. Es el caso de los organizados para niños diabéticos, alérgicos y asmáticos, pacientes con espina bífida y enfermos oncológicos, donde la enfermera tiene una función asistencial y otra educativa.
La diabetes bajo control
La mayoría de las profesionales que trabajan en estos campamentos son voluntarias y suelen estar muy motivadas, sobre todo en estos estos tiempos revueltos en los que faltan enfermeras y es difícil encontrar profesionales que quieran dedicar su tiempo libre a este tipo de cuidados.
No es el caso de Susana Concha Sanz, que ejerce en urgencias de atención primaria y es la primera vez que aporta su conocimiento enfermero en el campamento que organiza la Asociación de Diabéticos de Madrid en Urda (Toledo) durante doce días, que este año acoge a 80 niños de edades comprendidas entre los 6 hasta los 17 años.
"Mi hija de once años hizo debut diabético en diciembre y desde entonces nos hemos involucrado mucho más. El campamento es una manera de normalizar la enfermedad -con actividades, comidas y socialización- y adaptarla a tu vida", explica.
En este campamento -en el que participa un equipo de 8 o 9 sanitarios, entre médicos y enfermeras- se imparten clases sobre bombas de insulina y también se realizan sesiones para hablar sobre las hipoglucemias, para distinguir sobre la insulina rápida o lenta, para conocer qué alimentos tienen hidratos y cuáles no y sobre situaciones especiales que les pueden pasar a estos pacientes crónicos.
"Debido a los condiciones de glucemia de los niños de este campamento, se tienen que hacer controles diarios en función de la actividad o comida que hayan hecho. Les ayudamos a saber qué comer y a reconocer los síntomas de una hipoglucemia o hiperglucemia. Otra diferencia respecto a otros campamentos de verano es que los niños están acompañados por sanitarios y monitores, en su mayoría, diabéticos, que les ayudan a saber tratarse y a conocerse".
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