La última vez que miré, más de 96.000 personas habían firmado ya una campaña de recogida de firmas de la fundación de investigación Cris contra el cáncer para pedir al Gobierno que se comprometa a financiar la actividad científica para la lucha contra el cáncer infantil.
Entre los párrafos del manifiesto figura este: “En nuestro país la investigación de la lucha contra el cáncer, y más específicamente la dirigida al cáncer infantil, constituye una excepción en nuestros hospitales. En continúa búsqueda de financiación, la investigación se realiza contratando becarios e investigadores asociados que apoyan a médicos que investigan fuera de sus horas de trabajo habitual. La investigación clínica en cáncer infantil debería ser una prioridad en nuestra sociedad actual. No podemos permitir que la supervivencia de miles de vidas siga marcada por la inestabilidad de los becarios al frente de la investigación que podría salvarles. Si cada año se detectan más de 200.000 nuevos casos de cáncer en España, ¿para cuándo va a ser la investigación una prioridad?”.
La campaña resulta oportuna para recordar que necesitamos tener suficientes profesionales de la medicina, la enfermería y demás profesionales de la salud para una asistencia de calidad en todos los ámbitos de la sanidad pública, pero también para la docencia (incluyendo la formación continuada) y para la investigación. Es decir, el absurdo cicaterismo de algunas administraciones autonómicas a la hora de dotar de recursos humanos los respectivos sistemas de salud que financian, gobiernan y gestionan directamente es malo para los pacientes actuales, pero también para los que vendrán en el medio y largo plazo.
Investigación es sinónimo de avances que, junto con otros factores, influyen de manera determinante en el aumento de la esperanza de vida y el desarrollo social y económico.
Los sanitarios, con su actividad científica, contribuyen a un mejor conocimiento de las enfermedades y sus causas, al desarrollo de nuevas terapias médicas y quirúrgicas, al diseño y validación de aparataje y tecnología médica, al mejor y más precoz diagnóstico de problemas de salud, etc. Los tipos de investigación médica son tan variados - intervencionistas, observacionales, transversales, cribado, de cohorte, preventivos, de calidad de vida, de tratamientos experimentales (fármacos innovadores, procedimientos quirúrgicos, terapias avanzadas), ensayos compasivos, estudios genéticos,… - como los problemas de salud a los que se orientan.
Toda esa actividad, junto con la asistencial y la docente, es imprescindible para que la medicina avance y pueda responder a las necesidades individuales de los individuos y del conjunto de la sociedad. Y esa actividad fundamental hay que defenderla, potenciarla y garantizarla tanto para los profesionales del ámbito hospitalario como para los de atención primaria y comunitaria; salud pública y medicina preventiva, y demás especialidades.
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