Cuelga en los baños del aeropuerto de Barcelona, según compruebo de camino hacia las Jornadas de Traducción e Interpretación Médicas organizadas por Tremédica y Cosnautas en Argentina, un curioso cartel instructivo de cómo lavarse las manos.
Me asalta ante todo la pésima traducción. Sobre el título en castellano se lee How to handwash, que no significa «cómo lavarse las manos», sino «cómo lavar a mano» (la ropa, por ejemplo); y eso que el cartel lleva el sello de la Organización Mundial de la Salud. Es esta pifia, y no su propósito verdadero, lo que primero capta mi atención.
Lo siguiente es su escrupulosidad. El cartel se divide en diez pasos que prescriben maniobras como las siguientes: «rodeando el pulgar izquierdo con la palma de la mano derecha, fróteselo con un movimiento de rotación, y viceversa»; o «frótese la punta de los dedos de la mano derecha contra la palma de la mano izquierda, haciendo un movimiento de rotación, y viceversa». Uno se pregunta si son unas instrucciones adecuadas para el viajero que, como servidor, ha entrado a deshacerse del pringue de un bollo infame, por el que hubo de desembolsar un monto obsceno, o para un cirujano a punto de operar. Vistas en su conjunto, más bien parecen un alfabeto de signos o un prontuario de artes marciales.
Tal éxtasis salubrista, en realidad, es uno de los vestigios del pánico al covid, de cuando cundió la obsesión con desinfectar hasta la fruta del supermercado, cuando se ensayaron contorsiones para abrir puertas con los codos y cuando circularon minuciosas pautas para desaprender el hábito de tocarse la cara, algunas (como esta) con la firma de sociedades científicas. Permanecen ahí, junto a las mamparas de metacrilato, las flechitas en el suelo o los recordatorios de mantener la distancia interpersonal en lugares que desde hace meses vuelven a estar abarrotados. Afean los espacios públicos y es sobrada hora de que desaparezcan.
Que el cartel, en fin, fue concebido en esta época nuestra de ultraseguridad lo corrobora la sentencia con la que concluye: «sus manos son seguras». ¿Son seguras? ¿No estarán, simple y llanamente, limpias?
Lo mejor, sin embargo, es la jaculatoria final. Sólo está en inglés, quizá porque en esa lengua todo suena más prodigioso, o quizá porque a alguien le dio demasiada vergüenza verla escrita en su idioma materno, en toda su rotundidad milagrera:
SAVE LIVES. Clean your hands.
Lavarse las manos está muy bien, pero convendrán ustedes conmigo en que esto es algo más. Esto es higienismo mágico.
Lorenzo Gallego Borghini
Lavarse las manos está muy bien, pero el éxtasis salubrista y la obsesión por desinfectarlo todo son vestigios supersticiosos del pánico a la covid-19 durante la pandemia. Off Lorenzo Gallego Borghini Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/dQ4aY72
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