Al sector farmacéutico no le es ajena la "lenta agonía" a la que alude Mario Draghi en el análisis de situación solicitado por presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, llevan años advirtiendo las compañías de medicamentos. El reciente informe Draghi lo ha vuelto a señalar: o apostamos por los recursos del viejo continente o perdemos la partida frente a EEUU y China.
En palabras de Jordi García Brustenga, director general de Estrategia Industrial y de la Pyme del Ministerio de Industria: "Hasta hace poco, a nivel social y político no se veía lo que aportaba. Hay que ponerle más recursos y más interés". Y es que desde hace tiempo esta industria lamenta la falta de incentivos, un marco normativo estricto y la falta de confianza en su potencial.
García Brustenga ponía así el acento en la situación antes y después de la pandemia en una intervención en el XXIII Encuentro de la Industria Farmacéutica Española, celebrado hace una semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander. Aquí planteó la hoja de ruta de la futura Ley de Industria y Autonomía Estratégica. En la misma, el sector nacional tiene un papel clave apoyado por la Estrategia de la Industria Farmacéutica en España.
La iniciativa, que lidera el Ministerio de Sanidad junto a las carteras de Industria, Hacienda y Presidencia de Gobierno y que será presentada en unos meses, engloba un proyecto que "en el momento en el que estamos en Europa se torna fundamental", aseguraba Javier Padilla, secretario de Estado de Sanidad.
Sector completo
Para todos el covid ha sido un punto de inflexión. El sector farmacéutico ha salido fortalecido porque ha puesto sobre la mesa lo que aporta a la economía. "Es de los más completos por su impacto en el empleo, tracción de los territorios y el producto que genera", describía García Brustenga.
Desde la óptica continental, la industria biofarmacéutica innovadora es un activo clave: invierte 50.000 millones de euros en la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos; emplea a 900.000 personas (de las cuales, 130.000 desarrollan su labor en departamentos de I+D de las compañías); produce por valor de 390.000 millones de euros; sus exportaciones alcanzan los 680.000 millones, y aporta 200.000 millones de euros a la balanza comercial de la UE de los 27. Un contexto que recoge el informe The Pharmaceutical Industry in Figures 2024, con datos relativos a 2023, publicado por la Federación Europea de la Industria Farmacéutica.
El informe Draghi no es ajeno a estas cifras y apunta su contribución significativa a las cuentas de la UE: "Representa el 5% del valor añadido a la economía de toda la industria manufacturera, lo que supone más del 20% en Bélgica y Dinamarca en 2020". Porque lo que busca el economista italiano es alertar sobre cómo la pérdida de competitividad frente a EEUU y China provoca la pérdida de activos. Un ejemplo práctico: Novo Nordisk, la joya de la corona de la economía danesa, acaba de invertir 4.100 millones de dólares en una nueva planta en EEUU. "El ecosistema de innovación es más fuerte allí que aquí", decía su CEO, Lars Fruergaard Jørgensen, en una reciente entrevista eneste periódico.
Si Europa pierde, también lo hace España, ¿o no? En las casi 20 páginas que dedica el informe a analizar la industria farmacéutica no se menciona a nuestro país. Quizás porque el trabajo de años a modo de hormiguita no se haya publicitado de la misma forma que la instalación de una planta de automóviles o la inversión de tecnológica de Amazon.
España es un referente en el sector farmacéutico a nivel global. Las grandes compañías tienen filiales y centros de producción en nuestro país. Ya hace años que el ácido acetilsalicílico que se consume en el mundo sale de la fábrica asturiana de Bayer. Pero si nos vamos a una innovación reciente y de alto impacto hay que mencionar a la estadounidense Eli Lilly. Gracias a la combinación de un centro puntero de I+D y una planta de producción referente se pudo desarrollar abemaciclib, un fármaco top ventas contra uno de los tipos más agresivos de cáncer de mama.
Y no siempre son medicamentos para las patologías más comunes. El Centro de I+D de Salud Global de Tres Cantos de GSK lleva más de tres décadas investigando enfermedades infecciosas que afectan a las poblaciones más desfavorecidas en el mundo. De aquí salió la vacuna contra la malaria de la mano de Pedro Alonso. Así, de la planta de Pfizer en San Sebastián de los Reyes se distribuyen fármacos para la hemofilia a 17.000 pacientes de todo el mundo. También es la encargada de distribuir a toda Europa, Canadá y Latinoamérica las terapias génicas de la compañía.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/szZEa0v
No hay comentarios:
Publicar un comentario