Pese a que en los últimos años ha aumentado el interés por reducir la brecha de género en la investigación y el abordaje de las enfermedades, en ámbitos tan relevantes con las enfermedades cardiovasculares se deja notar esta situación de desventaja histórica. Un ejemplo paradigmático es el ictus, primera causa de muerte en las mujeres, y donde los especialistas reconocen que hay que hacer un mayor esfuerzo para reducir inequidades desde la prevención.
El ictus protagoniza uno de los capítulos del Libro Blanco sobre Salud y Genero, del Observatorio de Salud y Estudio de Comunicación, que se presentó en el Congreso de los Diputados en marzo. Los internistas Carlos Guijarro (Fundación Alcorcón) y Marta Mauri (Hospital de Terrassa), junto con el cardiólogo Andrés García Pastor y el neurólogo Sem Briongos exponen que "globalmente, los condicionantes de la enfermedad vascular en la mujer, y en particular cerebrovascular, han sido insuficientemente estudiados". Los expertos lamentan que la atención al ictus haya sido menor a la que haya recibido la cardiopatía isquémica.
La necesidad de prestar una mayor atención a la enfermedad cerebrovascular en la mujer fue también uno de los temas que se debatieron en el último Congreso de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) celebrado en Castellón. Àngels Pedragosa, responsable de la Unidad de Lípidos y riesgo Vascular del Consorcio Sanitario de Terrassa, explica a Diario Médico que pese a las incógnitas que persisten, "se sabe que hay importantes diferencias en cuanto al peso y a cómo afectan los factores de riesgo".
Así, la hipertensión arterial, la obesidad abdominal, la fibrilación auricular y la diabetes, están más fuertemente asociados con el ictus en las mujeres, aclara la especialista. "Se estima que una mujer con diabetes tiene el mismo riesgo de ictus que una mujer sin diabetes que ha sufrido un ictus previo. Y que las mujeres con diabetes tienen casi un 30% más riesgo de ictus que los hombres".
No se han hallado diferencias en cuanto al peso de otros factores de riesgo comunes, como el tabaquismo y las dislipemias, si bien, Pedregosa recuerda que las mujeres presentan a lo largo de su vida cambios en el perfil lipídico asociados a alteraciones hormonales en procesos fisiológicos como el embarazo y la menopausia.
Factores de riesgo específicos
Aparte, intervienen otros factores específicos, biológicos y farmacológicos, derivados de las hormonas endógenas y de los tratamientos hormonales.
Según la experta de la SEA, una edad temprana de la menopausia y tardía de la menarquia se asocian a un incremento del riesgo. De esta manera, "una exposición a estrógenos endógenos inferior a 30 años puede llegar a incrementar un 75% el riesgo de ictus".
También, por esta disminución de los estrógenos, las mujeres que han dado el pecho durante periodos prolongados de tiempo pueden tener un riesgo incrementado de enfermedad cerebrovascular.
La internista señala que también hay que prestar atención al efecto de los tratamientos, hormonales y quirúrgicos, de las mujeres con endometriosis.
La migraña, patología mucho más frecuente en la mujer, se estima que llega a duplicar el riesgo de estos eventos.
Los cambios fisiológicos del embarazo, como alteraciones de la coagulación, del sistema inmunitario y hemodinámicas, aumentan el riesgo de ictus materno. Este riesgo aún es mayor si se presentan patologías del embarazo, como la diabetes gestacional o la preeclampsia, que multiplica por cinco este riesgo ya de por sí aumentado.
¿Estos condicionantes se tienen en cuenta en la práctica clínica? "En las unidades de lípidos sí se hace más hincapié en que este tipo de información se recoja en la historia clínica. La propia SEA recomienda que así se haga, porque ofrecen mucha información sobre el riesgo vascular de las mujeres", asegura Pedregosa.
Código Ictus
Asimismo, hay diferencias entre ambos sexos en cuanto a la sintomatología. La experta critica que mientras ciertos síntomas, como la alteración súbita del habla o la parálisis de la cara o una extremidad, se reconocen como síntomas típicos de un ictus, aquellos más frecuentes en las mujeres, como como mareos, debilidad, fatiga, náuseas, vómitos, confusión, desorientación y alteraciones de memoria, "no los tenemos tan interiorizados como de activación del Código Ictus".
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