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No dice que sea algo que pueda hacerse ya, pero tampoco lo plantea como un escenario imaginado. El artículo Heritable plygenic editing: the next frontier in genomic medicine (Edición genómica hereditaria: la próxima frontera de la medicina genómica), publicado en la revista Nature, a mediados de enero, y firmado por cuatro investigadores, entre ellos, el filósofo y bioeticista Julian Savulescu, ha encendido a biólogos y genetistas.
El artículo parte de la edición genética con herramientas CRISPR de embriones humanos. La propuesta es modificar genes relacionados con enfermedades como el Alzheimer, la osteoporosis, etcétera, y así mejorar a las personas, dejándolos libres de esas enfermedades. A ellos y a sus descendientes.
A criterio de los científicos, el trabajo, que es un ejercicio teórico con cálculos matemáticos, da a entender que es posible realizar esas modificaciones genéticas para alcanzar una mejora de la persona en todos los aspectos.
Hacia la mejora humana
Sobre este ensayo de Nature se debatió ampliamente en la jornada de Mejoramiento humano: mitos y realidades, organizada por la Fundación Lilly en Madrid, a finales de enero, en la Sala María Maeztu, de la Fundación Ortega Marañón.
"Es un artículo especulativo, sobre lo que puede suceder de aquí a 30 años. Es decir, en una generación más, suponiendo que la técnica CRISPR o técnicas parecidas de edición genética en embriones, esté controlada. Porque, ahora, la utilizamos, pero no está controlada. Suponiendo que lo estuviera, Savulescu plantean que podría ser deseable modificar genéticamente diez, veinte o treinta genes en cada embrión humano, introduciendo variantes que protegen contra enfermedades genéticas como el Alzheimer, el colesterol alto, la osteoporosis...", resume Gemma Marfany, catedrática de Genética en la Universidad de Barcelona, antes de lanzar su crítica contra este trabajo.
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La genetista pone en evidencia que no hay una técnica de edición genética actual que permita lo que plantea Savulescu, "simplemente no es posible". Pero, además, Marfany afirma que "la parte genética está muy banalizada, se trata de manera muy superficial". ¿Qué quiere decir? Pues que, tal y como está descrito en el trabajo, da a entender que enfermedades como "el Alzheimer solo dependen de un gen, cuando la realidad es que dependen de muchos genes y no conocemos cuál va a ser el efecto real de introducir tantas variantes. Los genes trabajan en red y si tocas uno tienes efectos que desconocemos".
De un Dacia a un Ferrari
De manera más divulgativa, Marfany puso el siguiente ejemplo, en primera persona: "Miren, tengo un Dacia para moverme por Barcelona. Me encanta mi coche, pero a mi hijo le gustan los deportivos. Así que, un día, cogió el coche y empezó a cambiar la carrocería, el volante, la tapicería... para que pareciera un deportivo. Pero, ¿alguien cree que con estas modificaciones mi coche se convirtió en un Ferrari? No, no se convirtió en un Ferrari".
Mucho más duro en su crítica al trabajo de Savulescu se ha mostrado Lluis Montoliu, investigador del CSIC y del CIBER de enfermedades raras. Montoliu es conocedor, como pocos, de la técnica de edición genética CRISPR y califica esta publicación de "irresponsable" y sobre la revista Nature afirma que con la publicación de este artículo "ha cruzado una línea roja".
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