Según datos del Ministerio de Sanidad, en las últimas ocho semanas, se ha registrado un descenso del 31% en las donaciones de sangre en comparación con la media de 2018, si bien no ha sido homogéneo ni en el tiempo ni por comunidades autónomas. Entre las causas, se encuentran las necesarias medidas de seguridad que han adoptado los hospitales y la redistribución de recursos acometida por las administraciones debido a la alta presión asistencial de pacientes críticos, que ha llevado a suspender gran parte de la cirugía programada.
Según el Dr. José Antonio García Erce, director del Banco de Sangre y Tejidos de Navarra, antes de la pandemia del coronavirus, ya había un margen de mejora en la reducción del consumo de transfusiones de entre un 20% y un 30%. Sin embargo, llamaba especialmente la atención la variabilidad de indicadores entre regiones y países de nuestro entorno: “Hay comunidades autónomas –apunta- que llegaban a consumir entre un 50 y el 100% más plasma, plaquetas y hemoderivados plasmáticos que sus vecinas”.
RICA y PBM
Ante la nueva situación dejada por la COVID-19, resulta imprescindible la aplicación de la Vía RICA (Recuperación Intensificada en Cirugía del Adulto) y, dentro de ella, de los programas PBM (del inglés Patient Blood Management). El Dr. José Manuel Ramírez Rodríguez, cirujano del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza y presidente del Grupo Español de Rehabilitación Multimodal, define la primera como un conjunto de procesos basados en la evidencia científica que buscan mejorar el manejo del paciente pre, intra y post cirugía mediante la estandarización de tales procesos, evitando complicaciones y reduciendo la mortalidad.
Una “Vía” que se alinea perfectamente con las estrategias PBM, diseñadas para que, como explica el Dr. García Erce, “el paciente llegue mejor nutrido, en forma, sin anemia, con reservas, con la hemostasia corregida, preparado así para afrontar un potencial sangrado en una cirugía. Y para que, si sufre una hemorragia, se pueda recuperar lo antes posible. En general, estas estrategias, transversales porque implican a Atención Primaria y Hospitalaria, trabajan en la detección y tratamiento de la anemia y déficit de hierro, mejora de la hemostasia, reducción del sangrado durante la operación, mejora de la tolerancia a la anemia, aplicación de criterios ‘restrictivos’ para que el paciente requiera una menor cantidad de transfusiones y obtención de mejores resultados clínicos”.
El director del Banco de Sangre y Tejidos de Navarra considera que, ante la caída de donaciones, “aquellas comunidades en las que ya había en marcha programas PBM han podido soportar mejor la situación. Y los pacientes a los que se ha tenido que intervenir, al aplicarles los protocolos, han necesitado menos recursos, resultando más seguro el procedimiento quirúrgico y optimizando su recuperación”. Como señala este experto, el consumo principal de sangre en España “se produce en pacientes hemato-oncológicos, a los que se podrían aplicar estrategias PBM para tratar su anemia, de forma que precisen menos transfusiones”.
La vuelta a la “normalidad”, una oportunidad
En cualquier caso, esta crisis sanitaria sin precedentes puede convertirse en una oportunidad para el replanteamiento de muchos procesos y el abordaje de necesidades pendientes, como la incorporación mayoritaria en los hospitales de las estrategias PBM. Para el Dr. Ramírez, “tras la experiencia de estos meses, se ha observado la necesidad de recomponer el sistema, de realizar mejoras. Debe haber un papel institucional más activo, con una implementación de estas estrategias más generalizada”.
“Hay comunidades autónomas que llegaban a consumir entre un 50 y 100% más plasma, plaquetas y hemoderivados plasmáticos que sus vecinas”.
Dr. José Antonio García Erce, director del Banco de Sangre y Tejidos de Navarra.
En general, en los países en los que se han puesto en marcha estrategias PBM, no sólo se consigue un ahorro en el consumo de productos sanguíneos y un uso más óptimo de los mismos, sino que se registran menos complicaciones, menos infecciones, menos trombosis, menos reintervenciones, estancias medias más cortas y menos mortalidad, favoreciendo, además, la sostenibilidad económica del sistema.
Por ello, concluye el Dr. García Erce, “no se trata de hacer más o menos transfusiones, sino de optimizar a los pacientes para obtener mejores resultados clínicos. La sangre, sus componentes y hemoderivados, son un recurso limitado que no podemos fabricar y España no es autosuficiente en varios factores plasmáticos. Debería ser una estrategia de Estado la promoción del PBM, junto a un Plan Nacional de Plasmaféresis, para alcanzar el autoabastecimiento”.
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Expertos aseguran que, antes de la pandemia, el margen de mejora en el uso de recursos sanguíneos ya era de un 20-30%. Hoy en día, resulta imprescindible la implementación de programas RICA y PBM tras la reducción de un tercio el volumen de donaciones. On Ofrecido por Espacio Vifor Pharm On
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