La crisis que se ha desatado como consecuencia de la pandemia debería aprovecharse para dar un giro a la política sanitaria y construir un sector potente que garantice la cadena de suministros. De momento, y lógicamente, la respuesta se ha situado en el marco del plan gubernamental de emergencia, de modo que los hospitales dispongan de medios para afrontar la situación.
"El actual contexto ofrece una oportunidad para promover una industria propia"
Sin embargo, sería erróneo limitarse a aportar recursos a los hospitales por el tiempo que dure la crisis sanitaria y revertir el esfuerzo a medida que se produce el desconfinamiento. Porque, como ahora sabemos, conviene que el sector disponga de exceso de capacidad incluso en tiempos normales para hacer frente a futuras crisis, y que esté en condiciones de reaccionar rápidamente a cualquier señal de alerta. Esta política preventiva es la que ha inspirado a Corea del Sur, Taiwán o Alemania con cierto éxito.
"Una de las lecciones de la actual crisis es que economía y salud van de la mano"
Por otra parte, el actual contexto ofrece una oportunidad para promover una industria propia, para así garantizar la oferta de bienes y servicios cruciales para la sanidad. Y para la propia economía: según las previsiones del FMI, la vulnerabilidad ante los suministros sanitarios explica que algunos países como el nuestro se vean más duramente golpeados por la crisis.
En la actualidad, los servicios sanitarios totalizan cerca del 6% de la economía española. Incrementando su presencia, el sector podría convertirse en uno de los principales motores de crecimiento. Es momento de empezar a construir un tejido productivo adaptado a las necesidades sanitarias del país. No será tarea fácil habida cuenta del endeudamiento público. Pero una de las lecciones de la actual crisis es que economía y salud van de la mano.
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