Ana María Luis Amado es farmacéutica comunitaria en la botica Padre Pío, en Sevilla, y es una convencida de los numerosos beneficios que aporta el Sistema Personalizado de Dosificación (SPD) a los pacientes en la mejora de la adherencia terapéutica.
Para ella, es mucho más que un pastillero donde el farmacéutico coloca los medicamentos que necesita tomar una persona, "es una herramienta para ofrecer un amplio servicio de seguimiento farmacoterapéutico", con el que mejorar el cumplimiento de los tratamientos.
Pero ¿cómo se pone en marcha esta prestación? ¿Cómo se ofrece? ¿Cómo se da a conocer? ¿Qué aporta al paciente? A todas estas preguntas respondió esta experta en SPD durante su intervención, que tuvo lugar en la 14ª Jornada Farmacéutica Sevillana, organizada por el COF de la capital hispalense celebrada ayer de forma on line.
Esta farmacéutica comentó que en su farmacia hay tres farmacéuticos y un técnico y, aunque hay una responsable del servicio, las otras dos personas están perfectamente capacitadas para llevarlo, por ejemplo, en caso de alternancia de turnos por vacaciones.
Para quién
¿A quién se puede ofrecer? Según su experiencia, personas con patologías crónicas, con tratamientos con posologías complejas, a los que viven solos, los que son susceptibles de tener incumplimientos... "Por ejemplo, cuando llega un paciente y te dice, no me lo llevo porque ya tengo en casa, eso puede ser sospechoso de que no toma la medicación", ejemplificó. También se puede ofertar a un familiar o cuidador.
En este servicio, Luis Amado recordó que hay dos fases: la técnica, para la preparación del SPD, y la asistencial, que consiste en la entrega del blíster y el seguimiento farmacoterapéutico.
Para la primera fase, en su farmacia cuentan con un laboratorio en la parte superior de la botica, que está dividido en dos partes, de las cuales una está dedicada a la preparación y acondicionamiento de los SPD y tienen una zona de almacenamiento con la medicación de los pacientes perfectamente ordenada e identificada. Además de los dispositivos (ellos tienen los de tipo manual, aunque están barajando la posibilidad de pasar a los semiautomáticos), tienen lo básico para prestar el servicio, como plantillas, ordenador e impresora para hacer las etiquetas. En su caso igualmente poseen un software de gestión.
Para la fase asistencial disponen de una zona de atención personalizada, "para garantizar la privacidad de las personas, hacer las entregas de los blíster y hacer el seguimiento y las tomas de parámetros si procede", explicó.
¿Cómo convencer?
Los argumentos que se pueden esgrimir para convencer a un paciente de las bondades de los SPD no pueden ser los mismos que los que le valen a un farmacéutico y que le motivan a ofrecer esta prestación, como que va a mejorar la adherencia, que va a detectar problemas relacionados con la medicación (PRM), se van a minimizar los errores... "Al paciente hay que explicarle otras cosas. Por ejemplo, se le tiene que decir que va a ser más autónomo; al cuidador que el servicio va a contribuir a reducir su carga de trabajo y la responsabilidad de la medicación va a recaer en el farmacéutico y no en él, y al familiar, que va a ganar en tranquilidad, pues su ser querido va a recibir un servicio de calidad, ya que ante cualquier problema detectado en la farmacia se va a llamar al médico y esto da tranquilidad".
Posibles obstáculos
Pero no siempre es fácil incluirlos en el SPD y reconoce que hay ciertas barreras que hay que superar, como la del precio. En su caso, ellos cobran por el servicio, porque es la única forma de valorar un trabajo que hace el farmacéutico que requiere "mucho tiempo y supone asumir mucha responsabilidad". Ellos lo cobran de la siguiente forma: "La primera semana ofrecemos el servicio gratuitamente y a partir de ahí cobramos 5 euros por semana".
Ellos optan por entregar semanalmente los SPD, aunque hay algunos pacientes que lo prefieren cada dos semanas, pero más no, porque en este tiempo pueden surgir problemas con la medicación que hay que detectar. "Solo en casos excepcionales los damos para cuatro semanas, pero es cuando el paciente se va de vacaciones", pero no es lo ideal.
Otra de las barreras que pueden levantarse es por el miedo del usuario a perder la autonomía, pero hay que explicarle que, al contrario, "que eso no va a pasar porque tendrá su medicación perfectamente ordenada y no tendrá que depender de un hijo o un familiar a que le visite y se lo prepare", argumenta.
Otro obstáculo es la inseguridad por el miedo a quedarse sin reserva de medicamentos en su casa. "En estos casos hay que explicar que eso no va a ocurrir y si tuviera algún problema, siempre puede acudir a la farmacia donde se le resolverá".
Con nombres y apellidos
Como especificó a CF la experta, en la farmacia Padre Pío tienen en este servicio 20 pacientes y el grado de satisfacción por parte de los usuarios es evidente. Así, relató el caso de un señor soltero de 70 años con cierto deterioro cognitivo y que vive solo con su madre. Los vecinos le convencieron para que recibiera la ayuda de la farmacia en lo que a los tratamientos se refiere. Al final, le convencieron y los vecinos llevaron a la farmacia un saco lleno de medicamentos tanto de él como de la madre. "Nosotros hicimos dos SPD, uno para el hijo y otro para la madre".
Asimismo relató la vivencia con otro paciente: un señor de 70 años con Parkinson cuya hija es la encargada de recoger el tratamiento de su padre en la farmacia. "Le ofrecimos el servicio y vimos que no era adherente, que no tomaba medicación que necesitaba, que había incluso interacciones, tenía todos los medicamentos mezclados...", contó. Con el paso del tiempo, descubrieron la otra cara de este vecino, al que siempre veían serio y poco hablador, y se encontraron con una persona afable "que acude puntualmente a las citas que se le propone desde la farmacia y que está encantado con el servicio", afirmó con alegría y orgullo.
Estos son solo dos casos, pero hay más y este servicio lo conocen en el barrio porque se puede publicitar de distintas maneras, como explicó: a través de folletos, con carteles colocados en las farmacias, hablando de ello en redes sociales, teniendo a mano un SPD de ejemplo para mostrar cómo funciona a pie de mostrador, y el boca a boca.
Lo cierto es que la gratitud de estos pacientes es un signo evidente de que el servicio funciona en esta farmacia sevillana y es bien aceptado igual que lo es por parte de los médicos, de los que asegura han aceptado el cien por cien de los informes y sugerencias de cambios de tratamiento o dosificación realizados desde la farmacia.
Lo que echa en falta en este sentido es que los médicos lo conozcan más y que sean ellos los que deriven a los pacientes a las boticas para que les hagamos SPD.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3dobE5f
No hay comentarios:
Publicar un comentario