La dieta de los niños españoles es deficitaria en lo que a consumo de grasas esenciales y polinsaturados, especialmente del ácido docosahexaenoico(DHA) de la serie omega-3, que juega un papel fundamental en la formación y funcionalidad del cerebro y de la retina de los niños. En contraposición, tienen una ingesta excesiva de grasas saturadas de forma generalizada, pasando el umbral del 10% de la ingesta energética total diaria como recomiendan la Organización para las Nacionales Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estos son los últimos resultados presentados este martes que se desprenden del Estudio Nutricional en Población Infantil Española (EsNuPi), una iniciativa de Fundación Española de Nutrición (FEN) y la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) para conocer los patrones dietéticos y los estilos de vida de los niños, de 1 a 9 años, de la población española y establecer unas recomendaciones actualizadas de alimentación y actividad física, en relación con el crecimiento y desarrollo de los niños y la prevención de posibles enfermedades crónicas cuando sean adultos, como ha explicado Gregorio Varela, presidente de FEN y catedrático de Nutrición y Bromatología en la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU-San Pablo,.
Más pescado azul
Los ácidos grasos monoinsaturados, como el aceite de oliva, y los polinsaturados, en especial los esenciales linoleico y alfa-linolénico, presentes en los aceites de origen vegetal, y sus derivados, como el DHA, juegan un papel esencial en el correcto desarrollo y crecimiento de los niños.
En especial, el ácido docosahexaenoico juega un papel primordial en la composición de las neuronas del cerebro así como en las membranas celulares de la retina, de hecho un 15% del cerebro y el 22% de la retina están formados por ácidos omega-3 DHA, de ahí la importancia de incluirlo en la dieta.
El aporte de este ácido graso proviene sobretodo de los pescados azules, la carne y los lácteos.
“Precisamente los pescados, que son la principal fuente de DHA, constituyen un alimento que no se incluye con frecuencia en la dieta de los niños cuando las recomendaciones hablan de entre 2 y 4 raciones a la semana”, tal como ha subrayado el profesor Ángel Gil, presidente de Finut y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia en la Universidad de Granada.
Dieta diversificada y ponderada
En este sentido, Rosaura Leis, profesora de Pediatría en la Universidad de Santiago de Compostela y coordinadora de la Unidad de Nutrición Pediátrica del Complejo Hospitalario de la Universidad de Santiago de Compostela, ha recordado en la presentación que las recomendaciones de ingesta de grasa para los niños se establecen entre el 20% y el 35% del valor calórico total en la dieta diaria, mientras que -según los datos del estudio EsNuPi- los niños españoles la superan alcanzando el 36,2%.
Asimismo, ha alertado de que este incremento se observa, especialmente, en lo que se refiere al consumo de las grasas saturadas que alcanza un 13,1% cuando las recomendaciones son de menos de un 10%. “Un índice elevado que se correlaciona con un mayor riesgo cardiovascular y un mayor riesgo metabólico”, dice.
“Los niños de los países mediterráneos tienen peores prevalencia de obesidad que en los países nórdicos debido a una modificación a peor de los patrones alimentarios y los estilos de vida; lo que condiciona la aparición de enfermedades no transmisibles en la edad adulta de esos menores”, incide Leis.
Por su parte, el profesor Gil ha añadido: “Es importante destacar que todas las grasas son necesarias, ya que son el principal aporte energético de los niños, pero se debe considerar una ingesta global adecuada con una alimentación diversificada y ponderada sin déficits de unas y exceso de otras”.
Leches enriquecidas
En el estudio EsNuPi, publicado en la revista científica Nutrients, se ha analizado también el consumo de las leches enriquecidas en la población pediátrica, concluyendo que el consumo de este tipo de lácteos es una “salvaguarda” -ha dicho Gil- ya que suponen la principal fuente de omega-3 DHA para la población estudiada.
En lo que se refiere a las grasas consideradas más saludables, las monoinsaturadas y polinsaturadas, pese a que ambos grupos estudiados mostraron déficit de ambas, aquel que ingirió las leches infantiles enriquecidas presentaba un mejor índice (21,5% frente al 11,2%). En concreto la presencia de omega-3 DHA fue 4,5 veces superior en los niños que consumieron los lácteos enriquecidos que la población infantil general. “Esto no quiere decir que se recomiende su consumo sino que teniendo en cuenta las deficiencias de los ácidos grasos esenciales, estas leches garantizan un mayor aporte de DHA”, indica.
En lo que, sin duda, están de acuerdo los tres especialistas en que es fundamental cambiar los patrones alimenticios y “mirar a los abuelos” -ha señalado Leis-, es decir, recuperar los hábitos alimenticios saludables que se seguían antes, modificar la mesa familiar, fomentar el consumo de proximidad, incorporar la actividad física diaria, no solo en las actividades deportivas, y reducir el tiempo frente a las pantallas. “De no ser así, nuestros niños vivirán menos que nuestros mayores y tendrán una peor calidad de vida”, concluye.
Justificación del estudio
EsNuPi es el primer estudio y el mayor realizado de forma representativa de la población infantil española de entre 1y 10 años para describir sus patrones dietéticos y los estilos de vida. Entre las conclusiones ya avanzadas tras el análisis de los resultados es que los niños en nuestro país ingieren cantidades deficitarias de calcio y vitamina D por lo que se recomienda también incrementar el consumo de productos lácteos.
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