A mes y medio de realizar el examen MIR, EIR y FIR 2021, que se celebrará el 27 de marzo, y con la incidencia en 14 días en 416 casos por cada 100.000 habitantes (aunque la horquilla va de los 132,72 casos en Canarias a los 559,37 de Madrid), se da por sentado que este año tocará realizar la prueba con mascarilla de protección.
Aunque las mascarillas llevan prácticamente un año en nuestras vidas, a muchos siguen sin resultarles cómodas. Numerosos candidatos han compatibilizado el trabajo con el estudio del examen, pero otros se habrán dedicado por entero a prepararse la prueba, que tiene cuatro horas de duración. De hecho, las academias han aconsejado a los alumnos a practicar sus simulacros con mascarilla puesta, aunque sea en su habituación.
Pero, a la hora de la verdad, y a falta de un protocolo oficial, ¿cuál sería la mascarilla más adecuada? ¿Es mejor llevar dos mascarillas? ¿Es posible compatibilizar seguridad y comodidad, sobre todo en un examen que muchos consideran vital para su futuro?
David Díaz Pérez, coordinador del área de Enfermería Respiratoria de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) considera que "sería un grave error dejar a la libre elección de la persona el tipo de mascarilla que se puede utilizar, pues sabemos que gran parte de la población no usa las mascarillas adecuadas".
Teniendo en cuenta que cada vez hay más evidencia en cuanto al contagio por aerosoles, "y que el examen se va a hacer en un entorno cerrado aunque ventilado, con mucha gente aunque sea con distancia de seguridad, creemos que lo mejor son las mascarillas autofiltrantes, como las FFP2, KN95, incluso una FFP3...sobre todo que no tengan válvula respiratoria, pues buscamos no sólo protegernos a nosotros sino también a todos los que estamos en el mismo lugar".
Pero no sólo hay que tener en cuenta el tipo de mascarilla, sino también el tiempo de uso. "El examen son cuatro horas, pero está la espera previa al llamamiento, luego la salida... ¿esa mascarilla va a seguir siendo efectiva o no? Cuando la mascarilla se usa de manera continuada y no intermitente, la vida media de una mascarilla, el grado de filtración no se mantiene más allá de cuatro horas. Incluso hay literatura que habla de menos", recuerda Díaz.
En su opinión, "a las cuatro horas el aspirante debería cambiarse la mascarilla, así que por coherencia debería llevar una de recambio, e incluso si puede ser una tercera, por si hubiera un incidente... un candidato que tose de manera importante, o quienes se manipulen continuamente la cara, o se les cae al suelo..."
¿Doble mascarilla? Mejor no
Por el contrario, Díaz cree que no es necesario llevar doble mascarilla, algo habitual entre sanitarios para, por ejemplo, evitar tener que tirar la mascarilla autofiltrante si hay salpicaduras.
De hecho, este enfermo advierte que la doble mascarilla puede ser contraproducente. "Lo que hace es que pueda tener mayor incomodidad posteriormente. La mascarilla filtra bacterias y virus, pero sobre todo atrapa humedad. Esto es importante para respirar con cierta normalidad, no tener sensación de sequedad...las autofiltrantes permiten expulsar cierta humedad, pero si encima le coloco otra, lo que voy a hacer es condensar más rápido el aire y por tanto la vida media de esa mascarilla va a disminuir".
Cómo estar más cómodos
"Lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que la mascarilla sea de calidad y que haya estanqueidad. Por ejemplo, las personas con cara más fina tienden a doblar las gomas porque tienen la sensación de que así está más ajustada, cuando no es así", explica Díaz.
El enfermero aconseja a quienes tengan barba que se la recorten, "puesto que, de lo contrario, puede haber mayor fuga de aire" y a quienes usen maquillaje, "que sea muy suave, para que la mascarilla no resbale ni se ensucie".
Para que sea más cómoda, "los ganchos para las tiras son un instrumento que ha ayudado mucho. También podemos ir preparando las zonas de puntos de presión, con prominencias óseas, hidratando bien esa zona de la piel, con la pomada habitual. Incluso alguna literatura habla de ácidos grasos hiperoxigenados, que utilizamos para úlceras por presión, que activan la microvascularización". También podrían protegerse esas zonas con apósitos de goma o foam, aunque con cuidado para no desajustar la mascarilla.
Hay que tener en cuenta que el hecho de tener esa barrera física cambia ligeramente el patrón de la respiración, que tiende a ser más bocal que nasal, y también cambiamos nuestra postura, con un cuello que tiende hacia delante y por tanto produce mayor rigidez cervical.
Una forma en la que se podría salvar cierta incomodidad en la respiración sería "contrarrestar la humedad del aire comiendo algo que produzca más saliva, como un caramelo de limón o un chicle, pero en el examen habrá que asumir las normas que pongan sobre si se puede consumir o no bebidas y alimentos". Díaz reconoce que, por seguridad, es complicado, pero cree que en un examen tan largo tendrían que asegurar que diabéticos u otros enfermos crónicos puedan hacerlo.
En cualquier caso, la mascarilla "es una medida más. No debemos olvidar que hay que garantizar un entorno lo más limpio posible y ventilado", tanto de las aulas como de los espacios de tránsito, recuerda Díaz. Lo aconsejable sería tener abiertas ventanas y puertas por ambos lados para que haya una ventilación lo más continua y uniforme posible a lo largo de toda el aula.
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