Cántabro de pura cepa y acento marcado, Tomás Cobo ha desarrollado en esta comunidad el grueso de su trayectoria profesional y colegial. Compaginó durante 7 años la Presidencia del Colegio de Médicos de Cantabria con su labor como anestesista en el Hospital de Sierrallana y en la Clínica Mompía. En 2017 da el salto al Consejo General de Colegios de Médicos como vicepresidente de Serafín Romero, y dos años después se asoma al ámbito internacional al asumir una de las Vicepresidencias de la UEMS. El próximo 27 de febrero competirá con otros tres aspirantes por la Presidencia de la Organización Médica Colegial (OMC), pero la comunidad colegial mirará de reojo al enfrentamiento morboso -y casi fratricida- entre este cántabro de sonrisa fácil y verbo afilado y su jefe en el Consejo General durante los 3 últimos años... y ambos lo saben.
Pregunta. Tras cuatro años en la Vicepresidencia de la OMC, algunas voces del ámbito colegial le señalaban ya como el sucesor natural de Serafín Romero cuando el presidente agotara su ciclo de dos mandatos. ¿Por qué ha decidido no esperar y competir por la Presidencia con él?
Respuesta. Lo primero que quiero ver en esto es absoluta normalidad. Entramos en un proceso democrático, abierto y libre, que se pone en marcha, precisamente, para buscar candidatos, y eso hace rejuvenecer las instituciones, refrescarlas. ¿Por qué ahora? Porque creo que se pueden hacer cosas y tengo capacidad, ilusión y experiencia para liderarlas, después de 7 años como presidente de un colegio y de mi paso por la Comisión Permanente. Creo que la institución necesita una modernización en su conjunto y yo, personalmente, entro en una edad en la que creo que no puedo esperar mucho más para asumir el reto.
P. ¿Tanto necesita la institución que le pasen el polvo? ¿Cuándo habla de modernización, está pensando en un lavado de cara puntual o en darle la vuelta como un calcetín?
R. No puedo evitar pensar en esa frase que dice que el SNS no necesita un cambio, sino una revolución. No, en serio, el objetivo último es que el Consejo General sea útil a los colegios y, consecuentemente, estos le sean útiles al colegiado. Mire, a mi generación le han caído encima varias revoluciones sucesivas: la de internet, que ha cambiado radicalmente la forma de relacionarse; la revolución de la globalización, y ahora la revolución del big data, de forma que tu móvil sabe más del vino que te gusta que tú mismo. Pues bien, gran parte de la modernización del Consejo General debe ir por la revolución digital y el big data, y desde una perspectiva eminentemente práctica: el impulso de la firma electrónica, que le permita al médico identificarse como tal allí donde vaya; el desarrollo de un archivo digital de carrera profesional de cada médico, que custodie el Consejo General y se pueda actualizar permanentemente, la prescripción electrónica, el certificado médico electrónico… Hay que seguir incidiendo, además, en el impulso de la formación continuada y en el de la acreditación de esa formación, también en el entorno internacional, para hacer que la libre circulación de especialistas sea una realidad efectiva. Y el tercer bloque, que me toca muy directamente, es la cooperación internacional, de forma que un profesional se sienta respaldado, asesorado y apoyado por el Consejo General cuando colabore fuera de su país en acciones de este tipo. Le estoy hablando de cosas que creo que son muy prácticas y útiles para el médico, ¿eh?.
P. Pero nada de eso es nuevo, aunque quizás la pandemia lo ha hecho más evidente, lo ha puesto en primer plano. ¿Cree que al menos esta crisis servirá para que el sistema se tome de una vez en serio la necesidad del pacto sanitario que la profesión lleva años reclamando?
R. ¿Que si servirá? Ojalá. Me gustaría darle una respuesta más concreta y argumentada, se lo aseguro, pero eso es lo que puedo decirle: ojalá. Por mucho que canse repetirlo, hay tres ejes básicos para el Consejo General: la defensa de un modelo sanitario universal, gratuito y equitativo, que no deje a nadie al margen, algo que es de elemental justicia social en pleno siglo XXI; la excelencia de la asistencia y el desarrollo profesional continuo, y el tercero es enfatizar la importancia de la atención multidisciplinar al paciente, de forma que todos los profesionales sanitarios trabajamos en equipo en beneficio de ese paciente, aunque el liderazgo clínico, por formación, por tiempos, por conocimiento y por responsabilidad, le corresponde al médico. Pues bien, reforzar un modelo basado en esos tres ejes básicos implica que, de una vez por todas, se materialice ese pacto sanitario. E, insisto, ojalá cuenten con nosotros para llevarlo a cabo. Dejémoslo en la formulación de un deseo.
P. Pongámonos en que el 27 de febrero gana usted las elecciones y preside el Consejo General. Dentro de 4 años, cuando mire hacia atrás, ¿qué legado le gustaría dejar en la OMC?
R. Lo que le decía antes, una OMC más moderna. Que me fuera y supiera que todos los colegiados de España tienen su carné digital, gracias al cual van a poder ser identificados en todo el mundo, y moverse sin restricciones, firmar sus certificados, acceder digitalmente a su curriculum e historial de carrera profesional. Me gustaría que los médicos cooperantes se sintieran arropados, protegidos y bien asesorados por la OMC cuando salgan a trabajar a cualquier país del mundo, con un seguro de accidentes, de viaje, de responsabilidad civil potente. Y, sobre todo, me gustaría que fuéramos un referente para los médicos: cuando pasara algo que atañe a la profesión, directa o indirectamente, que ese médico que está en el pasillo de su hospital dijera “a ver qué opina la OMC sobre esto”.
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