El 11 de febrero de 2021, un investigador de la Universidad Yale, David J. Lewkowicz, publicó en la revista Scientic American un interesante artículo de opinión para alertar del peligro que entraña el uso de mascarillas para los bebés que están aprendiendo a hablar: «Masks can be detrimental to babies’ speech and language development».
Ya en el año 2012, él mismo había diseñado en la Universidad de Princeton, junto a Amy M. Hansen-Tift, un experimento para tratar de saber a qué edad descubren los rorros la importancia de la boca para el habla. Mostraron a bebés de diversas edades imágenes de vídeo con rostros parlantes (en inglés), y estudiaron su atención mediante un sistema de seguimiento ocular. Demostraron así que los chiquitines empiezan a leer los labios en torno a los 8 meses de edad, coincidiendo con los primeros balbuceos y su interés por el habla y el lenguaje. Tres años después, Ferrán Pons y Laura Bosch, de la Universidad de Barcelona, en colaboración con el propio David Lewkowicz, investigaron la respuesta de los bebés que aprenden español y catalán a los rostros parlantes, y comprobaron que también empiezan a leer los labios en torno a los 8 meses. Descubrieron, además, que los bebés bilingües (español y catalán) leen los labios más que los unilingües, lo cual indica que dependen más de las señales visuales del habla para poder distinguir sus dos idiomas.
En otros estudios posteriores, se ha demostrado que los niños bilingües de 4 a 6 años leen más los labios cuando se enfrentan a un discurso en una lengua desconocida que en una con la que están familiarizados; que los adultos recurren más a la lectura labial ante una plática en un entorno ruidoso o en una lengua extranjera; y, sumamente interesante para el asunto que ahora nos ocupa, que los bebés que leen más los labios desarrollan en el futuro mejores habilidades lingüísticas y comunicativas. Todo apunta, pues, a que el uso de mascarillas dificulta la adquisición del habla y el lenguaje en las criaturas.
Curiosamente, el mismo día en que se publicó ese artículo de Lewkowicz, la prensa canadiense recogía una buena noticia en cierto modo relacionada: el Gobierno de Quebec anunció su decisión de proporcionar a las profesoras de guardería unas mascarillas desechables con ventana transparente (dos mascarillas diarias, para que puedan cambiársela cada 4 horas), especialmente diseñadas para que los niños pueden ver el movimiento de sus labios al hablar. El ministro de Familia, Mathieu Lacombe, justificó esta medida por la preocupación suscitada en el gabinete cuando, por un lado, los especialistas en salud pública les decían que el personal de las guarderías debía llevar la mascarilla puesta en todo momento; y, por otro lado, los pediatras les decían que el hecho de que los niños no puedan ver los labios de sus profesoras es perjudicial para el desarrollo del lenguaje.
Fernando A. Navarro
Con o sin pandemia, para los bebés que están aprendiendo hablar, es importante ver cómo mueven los labios las personas que los rodean y hablan con ellos. Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3C1OhbD
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