Es impresionante, y difícil de seguir, la rapidez con la que se está incorporando las herramientas de inteligencia artificial, big data, data science y minería de datos (o exploración de datos) a la medicina. No pasa día sin que alguna publicación en ciencia biomédica se apoye en ellas y lo mismo pasa con la presentación de nuevas tecnologías de diagnóstico por la imagen, laboratorio y cirugía (en estos casos con la etiqueta de 'machine learning', que permite a los ordenadores aprender por sí mismos y realizar tareas de forma autónoma sin necesidad de ser programados). El potencial que se vislumbra en el ámbito de la salud es colosal.
Nos lo demuestra, por poner un ejemplo, AlphaFold, un programa de inteligencia artificial desarrollado por DeepMind de Alphabets, empresa de Google, que realiza predicciones de la estructura de las proteínas mediante el sistema de aprendizaje profundo.
Este programa, que va evolucionando a mejor (versiones AlphaFold 1 y AlphaFold 2), fue objeto de un artículo en Nature en 2021, y ese mismo año Science lo eligió como la investigación científica más importante. Ahora acaba de predecir la estructura de 200 millones de proteínas.
Que el acceso a esta base de datos sea libre y gratuita y el código informático de su inteligencia artificial abierto y descargable es la bomba para investigadores de todo el mundo. Recordemos que las proteínas son los ladrillos de la vida: elementos esenciales para el crecimiento y la reparación, el buen funcionamiento y la estructura de todas las células vivas; sin ellas, no hay vida.
La inteligencia artificial persigue emular la inteligencia humana a través de algoritmos y herramientas computacionales para generar conocimiento de manera autónoma a partir del análisis de gran cantidad de datos. Ya está siendo útil en investigación biomédica y clínica.
Se espera de ella muchas ventajas como, por ejemplo, liberar a los sanitarios de actividades sencillas y repetitivas para que se concentren en las asistenciales o de más valor para el resultado en salud, y también muchos inconvenientes: días atrás, en este mismo espacio informaba de que el Parlamento europeo ha aprobado un informe elaborado por la comisión de Empleo, con ponentes españoles, que expone los desafíos de un mercado de trabajo cada vez más digitalizado e incluye que el mal uso de sistemas de inteligencia artificial que, "unido a una falta de legislación, ya está generando la precarización de las condiciones laborales y un aumento de las enfermedades mentales relacionadas con el trabajo como la ansiedad, la depresión o el burnout".
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