Un fármaco habitual en las recetas de los pacientes crónicos en España es el lorazepam. La recomendación general de la duración del tratamiento con este ansiolítico, que también se emplea en insomnio, es que no exceda de 8 a 12 semanas. La realidad es que es habitual que el consumo de este y otros medicamentos de la familia de las benzodiacepinas se cronifique y prolongue mucho más allá, incluso durante años y décadas.
En Estados Unidos, diez sociedades científicas que reúnen a especialistas médicos de diversos campos como psiquiatras, neurólogos y médicos de familia, además de farmacéuticos y enfermeros, han elaborado una guía que pretende servir de acicate para romper la inercia terapéutica en la prescripción de estos fármacos.
El documento, publicado en Journal of General Internal Medicine, busca aportar pautas claras para posibilitar que los pacientes puedan abandonar de forma efectiva y segura el consumo de benzodiacepinas. La realidad es que su deprescripción se acomete de forma empírica y personalizada. Aun así, desde las sociedades de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) y Médicos de Atención Primaria (Semergen) aplauden la publicación de esta guía, que no introduce grandes novedades y ratifica la individualización.
Retirada lenta y progresiva
La guía recomienda comenzar por reducir la dosis inicial entre un 5% y un 10%, sin superar el 25% cada dos semanas. Dentro de esta retirada lenta y progresiva de las benzodiacepinas, y como parte de la estrategia de deprescripción, apuesta por sustituir los fármacos de vida media corta por los de vida media larga. Además, desaconseja una interrupción brusca, especialmente en pacientes con dependencia física.
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