¿Cómo lidiar con ese vecino molesto, que paga las cuotas de la comunidad, pero no respeta las zonas comunes, hace cada vez más ruido e ignora los continuos avisos de la junta? ¿Cómo gestionar esa relación, cada vez más tóxica, con el compañero de trabajo que se sienta a tu lado? ¿Cómo esquivar los reiterados sablazos de ese conocido que invoca vuestra vieja amistad? ¿Cómo evitar, en fin, que el examen MIR, tránsito obligado entre la carrera y la residencia, invada, poco a poco, el espacio vital del grado de Medicina?
¿Lo invade? [Algunas] autoridades académicas advierten de que el examen MIR perjudica seriamente la formación universitaria de Medicina, y lo avalan con datos. Los extraídos de la encuesta que sustenta un estudio elaborado por personal del Departamento de Medicina de la Universidad de Cantabria (UC), del Servicio de Neurología del Instituto de Investigación Sanitaria (Idival) y del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Al frente de ese estudio, que publicará el próximo número de la revista Educación Médica, está Julio Pascual, jefe del Servicio de Neurología de Valdecilla, exdirector gerente del hospital cántabro y recientemente nombrado catedrático de Neurología de la UC.
Así, a bocajarro, la primera conclusión del trabajo suena un tanto alarmante: "La preparación del examen MIR influye negativamente en la dedicación y formación de nuestros estudiantes de Medicina, sobre todo en 6° curso".
Y dice más el estudio: "Da la sensación de que los estudiantes consideran tan importante, si no más, preparar los pilares necesarios para lograr en el examen la nota que les permita elegir la especialidad deseada que terminar el grado de Medicina, que ya dan por conseguido". Vamos, que invadir la parcelita del grado, lo que se dice invadir, parece que el examen MIR sí que invade.
El armazón que sustenta estas afirmaciones está montado alrededor de una encuesta, la que recibieron los 275 alumnos de 5° y 6° de la Facultad de Medicina de la UC y los 347 MIR del Hospital de Valdecilla entre febrero y marzo de este año. Respondieron 121 estudiantes (un 43% del total) y 133 residentes (38,3%). De los estudiantes, un 49% cursaba 5° y el resto eran de 6°.
En términos globales, el 45,4% de los estudiantes que respondieron al sondeo afirmaron que la preparación del examen MIR les influyó mucho o bastante en la dedicación al grado universitario. El porcentaje de impacto sobre los residentes fue, en cambio, sensiblemente menor (un 30,1%), pero el estudio lo atribuye a un efecto olvido: es decir, quizás me influyó el examen MIR, pero no recuerdo en qué medida.
La respuesta a esa pregunta también es diferente si quien la da es alumno de 6º o de 5º curso. Entre la mitad y dos tercios de los primeros reconocen que la preparación del examen MIR repercutió negativamente en la dedicación a su carrera, porcentaje que baja al 17% en el caso de los alumnos de 5º curso. Pascual apunta que "esa diferencia se debe, muy posiblemente, a que la preparación específica del examen MIR, en muchos casos, no comienza hasta 6°". Vamos, que los alumnos de 5º responderían a esa pregunta bajo una suerte de efecto todavía no lo he vivido.
"El TFG es un 'coladero'. Por el hecho de hacerlo, parece que ya se garantiza el sobresaliente o la matrícula"
Donde sí se aprecia un impacto "especialmente llamativo" es en la elección del tema y en la dedicación al trabajo de fin de grado (TFG), focalizado, en este caso, en los alumnos de 6º, que son quienes tienen que hacer este trabajo para completar el número de créditos obligatorios. Dos tercios de los estudiantes de último año admiten que el fantasma del inminente examen MIR les influyó mucho (35,5%) o bastante (29%) en el tema elegido y en el tiempo que le dedicaron al TFG, y esto, Pascual, no duda en calificarlo de "muy preocupante".
El TFG no es un mero trámite para acumular créditos -argumentan los autores del estudio-, sino "una pieza fundamental en la formación integral de nuestros estudiantes, al obligarles a desarrollar competencias en investigación, redacción de un trabajo científico, interpretación crítica de la literatura o habilidades en comunicación, tan necesarias para preparar a nuestros alumnos como médicos críticos y para descubrir y estimular futuras vocaciones investigadoras". Vamos, que, lejos de ser una maría, el trabajo final es una clave de bóveda del grado, al menos desde la perspectiva de quienes tienen que evaluarlo.
"Lo ves a diario. En líneas generales, la gente quiere quitarse el TFG de encima cuanto antes, que no le complique la vida. Yo les animo a que lo trabajen en serio, a que hagan de él su primera publicación científica, pero tienes la sensación de clamar en el desierto. Yo también doy clase en el grado de Biomedicina y allí la actitud de los estudiantes es completamente distinta", apunta el catedrático de Neurología. Para muestra, un botón: este estudio, que ha involucrado a personal de la UC y de Valdecilla, nació precisamente de un TFG.
Un tercio de los alumnos de 6º admite haber descuidado sus prácticas clínicas para preparar el examen MIR
Ahora bien, si el TFG está infravalorado, no es culpa solo del alumno que tiene que presentarlo, o eso dice el estudio. Parte de esa infravaloración se debe a la "excesiva generosidad de los últimos años en las calificaciones específicas de los trabajos de fin de grado". Vamos, yo lo presento y usted me lo aprueba.
"Es un coladero. Por el mero hecho de hacerlo, parece que uno ya tuviera garantizado el sobresaliente o la matrícula", dice Pascual. Tampoco ayuda, según el estudio, la "proliferación no controlada" de webs que ofrecen TFGs a precio de saldo, y ponen el ejemplo de un anuncio real: Se ofrece TFG hecho por profesionales especializados, personalizado, confidencial y libre de pago.
La perniciosa influencia del examen MIR también mina una de las líneas de flotación del grado, las prácticas clínicas, aunque, a tenor de los datos, en menor medida. A la pregunta Al ser una prueba teórica, ¿el examen MIR hizo que tu dedicación a las prácticas disminuyera?, el 28,1% de los estudiantes admitieron que esa dedicación se redujo bastante/mucho, porcentaje que se reduce al 11,3% en el caso de los residentes. Aquí también hay diferencias entre los estudiantes de 6º y los de 5º: exactamente un tercio de los primeros reconoce haber descuidado un tanto las prácticas, frente a solo un 20% en el caso de los de 5º.
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