¿Genéticamente, el corazón de la mujer es diferente al del hombre? "No, genéticamente no somos diferentes. El corazón de hombres y mujeres tiene los mismos genes, pero sí se diferencia en la forma de expresar esos genes. Y lo que es más importante; aún no conocemos de forma específica las consecuencias de esa diferencia de expresión genética. Los corazones de hombres y mujeres están sujetos a influencias externas que actúan en la expresión de sus genes y que podrían ser diferentes: factores ambientales, hormonales, entre otros. Por ello, hay que tener muy en cuenta también el papel de la epigenética. En cualquier caso, la genética es un revelador de lo que está pasando en nuestra vida. Pero, no es una fatalidad", dice a DM Nabila Bouatia-Naji, directora de investigación básica y médica del Instituto Nacional de Investigación en Salud y de Francia (INSERM), ya que "en algunos de los casos, se puede modificar", subraya Leticia Fernández-Friera, cofundadora de Atria Clinic, y directora de Cardiología e Imagen Cardíaca de HM Hospitales.
Fernández-Friera es, además, 'alma mater' del movimiento Corazón de Mujer, una iniciativa impulsada por la Fundación SOLOMed y que, inspirada en la estrategia internacional Go Red for Women de la American Heart Association, persigue dar visibilidad a las enfermedades cardiovasculares en este grupo de población.
Ambas profesionales han sido las grandes protagonistas de una jornada en la que Bouatia-Naji ha recibido el II Premio Corazón de Mujer, galardón que reconoce sus investigaciones en la salud cardiovascular de la mujer -y más concretamente por sus recientes hallazgos sobre la influencia de la genética en la disección de la arteria coronaria espontánea (SCAD) recogidos en Nature Genetics-, y por el que pasa a formar parte del Comité Científico Internacional del movimiento Corazón de Mujer.
Tienen también claro ambas lo esencial que es reservar una parte importante de la investigación al corazón de la mujer teniendo en cuenta los datos más recientes: la enfermedad cardiovascular sigue siendo la primera causa de muerte en todo el mundo.
Realidad aplastante
En Estados Unidos, y en el caso concreto de la mujer, cada segundo muere una por esta causa; en Europa, cada minuto. El infarto, por ejemplo, sigue siendo la primera de causa muerte en la mujer; concretamente en un 27% de los casos, frente al 3% del cáncer de mama.
Sin embargo, y a pesar de que hasta el 80% de las muertes por patología cardiovascular podrían ser evitables o prevenibles, solo el 20% de las mujeres muestra preocupación por su salud cardiovascular, frente al 50% de las que sí lo hacen frente al cáncer de mama, según los datos que aportan ambas especialistas.
La mujer no identifica factores ambientales o epigenéticos que elevan su riesgo cardiovascular
Además, el 97,8% de las mujeres solo identifican la presión arterial elevada como potencial desencadenante de un evento cardiovascular dejando a un lado otros que entrarían en el terreno ambiental o epigenético, como los efectos de la menopausia y de los estrógenos, por ejemplo.
Precisamente, Bouatia-Naji, bióloga molecular y celular en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Lille y doctora en Genética Humana en la Facultad de Medicina de la Universidad de Lille, en Francia, explica que la epigenética alude a cómo los otros factores vienen a controlar la expresión de los genes.
"Siendo los mismos genes, la respuesta de éstos a factores hormonales, ambientales, consumo de tabaco, estrés… es distinta en ambos sexos. Este fenómeno es el que estudiamos: en qué grado modulan esos genes para que se expresen de una forma u otra en la mujer y en el hombre".
Es importante estudiar, a su juicio, la genética femenina, pues en ocasiones alerta de patologías como accidentes cerebrovasculares y cardiopatías en perfiles que se intuyen de bajo riesgo.
A pesar de que el equipo de Bouatia-Naji estudia la posibilidad de que existan genes específicos de riesgo de patologías cardiovasculares para la mujer, de momento, considera que es muy probable que no haya genes diferentes "sino diferentes factores de riesgo genético".
Este parece ser el caso de enfermedades como la disección de la arteria coronaria espontánea (SCAD) y displasia fibromuscular, enfermedades de las arterias que son más frecuentes en mujeres - principalmente en mujeres jóvenes, con un peso y colesterol normales- y que podrían estar determinadas por distintos factores de riesgo genético.
"En esta alteración, hemos demostrado que existe una gran cantidad de factores genéticos, cerca de un 25%, que contribuyen al incremento del riesgo de eventos cardiovasculares en este grupo de población, y más aún si hay un agente estresante que eleve la presión arterial", señala la experta francesa.
La SCAD y la displasia fibromuscular son más frecuentes en mujeres jóvenes sin factores de riesgo
El metaanálisis internacional publicado en Nature Genetics llevado a cabo por el equipo multidisciplinar de investigación de Bouatia-Naji en el Centro de Investigación Cardiovascular de París (PARCC, en sus siglas en inglés) indica que la SCAD es una causa poco estudiada de infarto de miocardio que afecta principalmente a las mujeres: "supone el 90% en este tipo de pacientes. Claramente, ser mujer aumenta el riesgo de desarrollar esta enfermedad".
Además, en un estudio anterior se advierte que la SCAD podría ser una causa importante de síndromes coronarios agudos sobre todo en mujeres menores de 60 años.
Un escenario diferente
Fernández-Friera explica que el infarto agudo de miocardio clásico se produce por la obstrucción de una arteria coronaria debido al efecto, básicamente, del colesterol LDL: típica imagen de varón de mediana edad con factores de riesgo.
Pero, "este es otro escenario: mujeres sin colesterol LDL elevado, sin aumento de la presión arterial, sin sobrepeso… No tienen factores de riesgo y, por tanto, no generan placa de ateroma. Sin embargo, su arteria se rompe por dentro, dando lugar a un infarto. El problema es arterial y se estudia desde el punto de vista de la genética y de los factores que pueden modular la genética".
Sin embargo la comprobación científica en estas alteraciones patológicas no puede cristalizarse todavía en posibilidades de llevar a cabo una 'prevención genética' puesto que "queda por desvelar por qué se origina esta enfermedad en ese grupo de mujeres. Todavía no sabemos los motivos. Lo que sí contemplamos como una primera aplicación de esta información genética es orientar sobre qué mujeres van a hacer otro evento isquémico cardíaco, lo que sería otra forma de prevención", dice Bouatia-Naji.
Según su experiencia, algunas mujeres pueden sufrir hasta siete eventos a lo largo del tiempo, lo que conlleva preocupación personal y gasto de recursos sanitarios.
Así, "es muy importante determinar cuál es la diferencia entre una paciente con un muy elevado riesgo de sufrir muchos eventos y otra que sólo ha sufrido uno. La monitorización y el seguimiento son básicos en estos casos. Pero, la genética es mucho más económica que el seguimiento y puede ofrecer muchas más información con respecto a quién va a sufrir o no más eventos. Actualmente, aún estamos investigando para alcanzar esta realidad".
El estudio de la arteria radial puede ofrecer información sobre la coronaria de forma más accesible
Otro de los objetivos, por tanto, sería conseguir biomarcadores -genéticos, en plasma o de imagen-, que pudieran predecir qué mujeres son más susceptibles de repetir eventos cardiacos.
"Es exactamente en lo que se está investigando", señalan casi al unísono Bouatia-Naji y Fernández-Friera. De hecho, en los nuevos estudios planteados por la investigadora francesa, se ha incorporado una profesora especialista en imagen de la arteria radial porque "al tener el mismo calibre que las arterias coronarias nos permite obtener información y hacernos una idea de lo que ocurre en las coronarias y, además, de una manera más accesible".
Otro de los siguientes pasos investigadores propuestos es integrar las imágenes sobre un gran número de población general porque la enfermedad es muy común: entre el 3 y el 5% de la población desconoce que tiene displasia fibromuscular, por ejemplo.
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