Lleva más de 25 años investigando en Estados Unidos cómo atacar al peor de los tumores cerebrales a través de virus modificados mediante ingeniería genética. Pero Juan Fueyo (Oviedo, 1957) está convencido de que contra el cáncer, además de la ciencia, también hay que emplear la palabra. "La era del silencio sobre el cáncer se acabó. Hay que hablar del cáncer, porque hacerlo salva vidas", subraya el investigador del M.D. Anderson Cancer Center de Houston, que recientemente ha publicado Cuando el mundo se detiene (Ediciones B), una obra que "pretende llenar silencios» sobre «una enfermedad que queremos que pronto sea historia".
Pregunta. En el libro, compara usted el cáncer con un político corrupto.
Respuesta. La célula del cáncer piensa solo en sí misma, es una célula egoísta. El cáncer está producido por una célula egoísta que rompe el contrato social, se multiplica y pone su supervivencia por encima de todo, como pasa con muchos políticos. Y en ambos casos, esa manera de actuar puede acabar produciendo su propia destrucción. La célula egoísta y el político corrupto acaban destruyendo tanto su entorno como a sí mismos.
P. ¿Será el cáncer una enfermedad que podamos curar?
R. La historia indica que estamos entrando en una especie de era de Pericles para la investigación. Y si durante la Antigüedad, Grecia progresó más que ninguna otra civilización en Occidente, en la primera mitad del siglo XXI la investigación del cáncer está alcanzando un nivel que no pudimos predecir ni siquiera hace solo una decena de años. En 1975, en Estados Unidos sobrevivían al cáncer al año unos tres millones de pacientes. Ahora esa cifra es de 20 millones de personas y esperamos que aumente mucho más en la próxima década. Es espectacular el avance que se ha conseguido con nuevas terapias, como la inmunoterapia, que es una revolución. Supongo que no llegaremos nunca a conseguir eliminar por completo el cáncer, pero sí podremos convertirlo en una enfermedad crónica. Hay estimaciones que señalan que ese logro, conseguir convertir el cáncer en una enfermedad crónica, podría suceder en 2040.
P. ¿Por qué cree que la curación no va a ser nunca posible?
R. El cáncer es el precio que pagamos por la evolución. Para que haya evolución, para que sea posible la diversidad de las especies, la replicación del ADN ha de ser imperfecta y producir mutaciones. Y mientras se produzcan mutaciones tendremos cáncer. La causa del cáncer, en último extremo, somos nosotros. Tenemos un mecanismo interno que lo favorece. Pero de la forma en que están avanzando los tratamientos médicos, creo que sí será posible convertir el cáncer en una enfermedad crónica, como ya lo son muchos otros trastornos.
P. ¿Dejaremos de usar entonces la palabra cáncer como sinónimo de algo funesto?
R. A día de hoy seguimos utilizando expresiones como que el terrorismo es el cáncer de la sociedad y eso es terrible. Tenemos que dar dignidad a la palabra cáncer, que tenga la misma connotación que tiene cualquier otra enfermedad. Y también debemos evitar las metáforas que condicionan al paciente y lo señalan, como cuando llamamos héroes a los que sobreviven. El cáncer no es un fracaso moral y no depende de la actitud. Nadie habla en esos términos cuando se refiere por ejemplo a los trastornos cardiovasculares. Todo ese lenguaje multiplica el efecto de la enfermedad y deberíamos desterrarlo. Lo explicó muy bien Susan Sontag cuando tuvo por primera vez cáncer de mama y se dio cuenta de las conversaciones que había a su alrededor, que no ayudaban nada. Este libro es un grito, primero a favor de dar dignidad a los enfermos y después a la palabra cáncer. Debemos darle la dignidad que se merece.
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