En un pueblecito del sur de Francia, el doctor Parpalaid, representante de la vieja medicina conservadora, basada en el primum non nocere, traspasa al doctor Knock su mísero consultorio de exigua clientela. El recién llegado aprovecha todos los recursos de la agresiva publicidad intensiva (que por aquel entonces empezaba a difundirse en Europa, venida de los Estados Unidos) y explota en su provecho el mecanismo de la credulidad humana, hasta conseguir que todos los habitantes del pueblo se sientan gravemente enfermos y no puedan prescindir de él: es, qué duda cabe, el triunfo absoluto de la medicina.
La sociedad medicalizada que describe Romains en esta premonitoria pieza satírica resultaba ridículamente cómica cien años atrás. Hoy mucho menos, pues reconocemos en ella abundantes rasgos de nuestra sociedad actual, donde los diagnósticos médicos, la profilaxis permanente y las distintas opciones terapéuticas se adueñan paulatinamente de la vida entera de los pacientes. Que, en opinión del propio doctor Knock, somos o deberíamos ser todos: «toda persona sana es un enfermo que no sabe que lo es».
Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/YQe17Fx
No hay comentarios:
Publicar un comentario